JOSÉ LUIS VADILLO
Diario ELMUNDO de Madrid
En cualquier otra faceta de la vida, a David,
Javier y Vicent se les podría llamar profesionales. Son tres de los mejores de
España, lo demuestran cada año en el mayor escaparate mundial de su
especialidad. Pero no cobran ni un céntimo por ello, el nivel de exigencia no
se lo impone más que su mente. Incluso les cuesta dinero el desplazamiento y
alojamiento, pero no les importa. Así se preparan y viven los sanfermines tres
corredores de elite.
Preparación física
En contra de lo que pudiera parecer, correr el
encierro en San Fermín no precisa de atletas. David Úbeda repara en que en la
carrera "hay gente de todos los volúmenes y estaturas, incluso algunos muy
bajitos". Lo importante para él es "prepararte como lo hagas
normalmente; un poco de esprint dos mes antes del encierro no te va a convertir
en un buen corredor". Su fórmula personal, estar en forma: "Hago
fútbol, un poco de pádel, salgo a correr...".
Vicent Canelles tampoco hace un entrenamiento
específico. Hasta hace poco fue futbolista, así que se mantiene en forma.
"Si quieres enfocar el entrenamiento al encierro, es recomendable hacer
unas progresiones de 100 metros, unas 10 o 15 cada vez. También añadir alguna
cuesta. Es un ejercicio muy explosivo". Javier Navascués se prepara
durante todo el año, ya que es recortador de vacas, principalmente en Navarra.
Él fundamentalmente corre: "Cambios de ritmo, carreras de tres minutos a
tope... enfocado a lo mío".
Mentalización
Al segundo minuto de conversación con un corredor,
cualquiera se da cuenta de que tienen el encierro en la cabeza como si se
tratara de una obsesión, de que piensan de forma recurrente en sus carreras, en
los toros, en el peligro. David admite que es el apartado que más prepara.
"Cuando salgo a correr voy pensando en lo que puede pasar, visualizo los
encierros, miro los vídeos e intento estudiar a los demás. Se toman decisiones
en milésimas de segundo y hay que estar preparado. También leo libros sobre los
sanfermines. El de ahora se titula 'El encierro de Pamplona', de Luis del
Campo.
¿Cómo es la mañana del encierro?
Javier Navascués es navarro, de Cintruénigo, y es
de los tres el que más kilómetros de coche hace: más de 180 de ida y vuelta
cada día durante los ocho días de los sanfermines. Por eso se levanta a las
5.30 y hace un desayuno rápido para coger el coche y llegar a la capital
alrededor de las 7.15. David y Vicent alquilan un piso en Pamplona, lo que les
permite dormir una hora más. Y todos a la misma hora coinciden en el parking de
Santo Domingo, una especie de pista de preparación para los corredores más
habituales, donde se les permite acceder al recorrido más pegados de hora, en
torno a las 7.45.
Lo que sí les diferencia es la preparación inmediatamente
anterior a la carrera. David opta por los estiramientos, nada de carreras,
mientras Vicent prefiere un calentamiento intenso y Javier no suele calentar
mucho, ni estirar, sólo un poco de trote.
El tramo a correr, una elección personal
Básicamente, se podría decir que el encierro de
Pamplona tiene cuatro tramos muy definidos: Santo Domingo, el inicio, con
cuesta arriba y muy explosivo; Plaza del Ayuntamiento y Mercaderes, la zona con
más anchura e inmediatamente anterior a la curva de la Estafeta; la larga calle
de la Estafeta, el tramo final de Telefónica y la plaza de toros.
La elección de correr en uno u otro de esos tramos
no es casual. Javier comenzó cerca de la curva, hasta 2009, pero ha cambiado a
Telefónica. "Yo realmente no soy buen corredor de carrera larga, clásica.
Soy más de toro rezagado. Entonces el que más encima está soy yo. Cuando el
animal viene de parado es más fácil para mí. Son maneras diferentes de correr.
Para lo que yo hago hace falta mucha sangre fría".
Vicent explica que ha corrido todos los tramos,
simplemente por probar, pero desde hace un tiempo es un fijo de la primera
parte de la Estafeta. Estuvo 10 años en Telefónica, hasta que se vio
sorprendido por un tapón y decidió cambiar. Reflexiona sobre la contradicción
que supone encontrar a los corredores más veteranos en Santo Domingo: "Se
junta la menor forma física del corredor con el momento en que los toros van
más a tope. Allí disfrutas de cada milésima de segundo que pasas en la cara del
toro. Acojona el doble que la Estafeta. Allí no eres nadie. ¡Cómo pasan!".
David, por su parte, es uno de los rostros
conocidos de la Estafeta. ". Es un tramo que me gusta pero en el que
también hay demasiados corredores, gente que sabe, no público. La lucha es
alucinante. Aquí las carreras son más largas, los toros llevan un trote más
regular, están más centrados, hermanados... En el Ayuntamiento van muy
despistados, más a la ofensiva". Y avanza que este año se plantea irse
unos 50 metros más abajo, hacia Telefónica.
¿Cómo logran 'coger toro' entre tanta
gente?
Cada uno tiene su truco. Hay que ponerse en
contexto: sobre los adoquines los corredores no ven llegar a la manada debido a
la masificación, así que cada uno tiene su truco. Unos se guían por los flashes
de las cámaras: según sube la intensidad significa que se acerca la manada. Y
una guía fundamental para Vicent en los últimos años es la cámara cenital de
televisión: "Siempre va encima de la manada".
David tiene un oteador conocido en uno de los
balcones del recorrido que le indica si la manada viene más hacia la izquierda
o por la derecha. Deja pasar a los que "van como locos" y después se
guía también por la aceleración alrededor de la manada: gritos, carreras,
empujones...
Javier, por su parte, lo tiene más fácil con los
toros sueltos, su especialidad, para lo que reconoce que es básica la sangre
fía. Y admite que "si el toro te coge en Pamplona es peor que en otros
sitios, porque no tiene huida y se ceba más".
Percances inevitables
En contra de lo que pueda parecer por a través de
las imágenes de la televisión, en Pamplona ningún encierro es 'limpio'. Cada
segundo hay traumatismos provocados por caídas, pisotones, empujones,
codazos... Todos lo han sufrido, incluso quienes no han sufrido ningún percance
serio con los toros. A Vicent un morlaco de Victoriano del Río le lanzó el año
pasado contra la pared y acabó lleno de golpes y varetazos, esas marcas que
dejan los cuernos en el cuerpo y recuerdan que te cornearon de casualidad. A
David una caída delante de los miuras le provocó la fractura en un dedo de la
mano.
Los golpes y caídas son tan frecuentes que la
mayoría de los corredores que van a Pamplona con la idea de correr los 8
encierros reconocen que todos los años suelen fallar algún día.
El miedo, compañero inevitable
Todos los buenos corredores tienen miedo. Si
alguna persona no siente miedo al verse cerca de animales de 600 kilos con
pitones impresionantes, es un inconsciente. Y la falta de consciencia no es un
rasgo de un buen corredor. David sabe que "hay que saber controlar el
miedo. Si no tienes miedo eres un insensato. Hay que tenerlo, y también
respeto, pero lo que hay que controlar es el pánico". Javier sabe que el
peligro está ahí, que en el tramo en el que correo se producen la mayoría de
las cornadas y reflexiona a menudo. "A veces he pensado que cuando yo
tenga un percance a ver cómo es, porque no es lo mismo que en una carrera, que
te golpea y ya está. El día que me pueda hacer presa... lo pienso mucho. Yo en
Pamplona paso miedo".
Maldita masificación
Si hay un rasgo que todos los corredores expertos
detestan de Pamplona, es la masificación de la carrera. Reconocen que cada día
les agota más tener que luchar con hordas de personas que están en la calle,
pero que no son corredores. Y todos coinciden en que habría que buscar
soluciones, pero que ninguna de ellas es fácil. Al fin y al cabo, todos acaban
zanjando la conversación con la misma muletilla "esto es Pamplona".
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