Fernando Rey corta la única oreja
en su alternativa con el mejor lote de una desfondada y desigual corrida de
Juan Pedro y Parladé; Morante y Talavante cierran la feria santanderina con
tristeza.
ZABALA DE LA SERNA
Diario ELMUNDO de Madrid
A Fernando Rey le habían confeccionado una alternativa tan
lujosa que incluso contaba con Escritor propio, el toro de la ceremonia, un
juampedro de categoría acorde para la ocasión. Por su acapachada cara, su
morrillo aparente y su hondura y su piel encendida de pelos rojos y castaños,
como un otoño precipitado.
Rey se vistió de blanco y oro, como de primera comunión.
Morante de padrino y Talavante como testigo. ¿Cuándo lo soñó? Las verónicas
suaves y una media como promesas; las chicuelinas de la alegría con acento
malagueño.
La embestida del toro de Juan Pedro tenía fijeza, nobleza y
un punto final desentendido, ideal para girar y volverse a la colocar sobre los
talones. La obertura culminó con un pase de pecho enorme, a la altura de todos
los de la faena. Y así morían las series por una y otra mano con el defectillo
virtuoso del domecq a más. Una trincherilla quizá como nota de categoría y las
bernadinas cambiadas de despedida. Fernando entró a matar con el toro demasiado
abierto de las rayas. Y en el segundo envite lo prendió. La voltereta y la
paliza en el suelo dejaron el vestido de Rey maltrecho por las cachas y la
carne intacta. Repitió pinchazos y sumó descabellos, desdiciendo su conversión
en matador.
Morante de la Puebla, sin suerte ni pretenderla, pasa y pasa
por todas las ferias con la pereza mohína y la resignación encogida como la
salud de su guapo juampedro que se moría en vida. De salida ya se le vino
cruzado en unas verónicas contrahechas, de mejor vuelo a izquierdas, por donde
siempre el toro viajó mejor. Como en una doblada del prólogo de faena o el
cambio de mano. El cuerpo del animal se congestionó con una respiración
convulsa que ni hubiera necesitado de espada si transcurre un minuto más.
Con una gestión directa y sin taurinos, Santander ha sido
una gran feria
Perfectamente la presidencia podría haber devuelto la cosita
linda de estrechitas sienes y hocico dorado que apenas se tenía en pie como
quinto toro. Morante, compungido de tristeza, ya ves, abrevió su arte.
Venía Alejandro Talavante, como su compañero de la FIT, de
Valencia donde su genialidad iluminó la noche antes de desaparecer en
Santander. No hubo caso ni causa para que el genio de la lámpara se presentase
ni con el cornidelantero tercero de Juan Pedro ni con el fondón ejemplar de
Parladé, que le partió el palillo a la vez que la ilusión.
Para despedir el funeral, Fernando Rey salió a por todas con
tres largas cambiadas de rodillas, y un galleo por chicuelinas, y un quite por
lopecinas o zapopinas, que levantan polvo incluso en un ruedo húmedo. La
alegría del juampedro de Parladé prometía como sus finas hechuras. Prendieron
los pases cambiados por la espalda como chispa para una mecha que se extinguía
conforme el toricantano trataba de correr la mano. Los adornos elevaban la
temperatura. A partir de un desarme la faena decayó y anticipó el final del
buen toro. Pero los desplantes elevaron la temperatura y el burbujeo de las
peñas mustias con Morante y Talavante. La oreja alivió la alternativa, la
festividad de Santiago y cierra España. Dios se la guarde como feliz recuerdo.
Fernando Rey ya es matador. Objetivo cumplido.
Un dedo no puede tapar el sol. Santander ha sido una gran
feria le pese a quien le pese. Una gestión directa ejemplar. Sin taurinos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Cuatro Caminos. Sábado, 25 de julio de 2015. Última de feria.
Corrida de Beneficencia.
Toros de Juan Pedro Domecq y
dos de Parladé (5º y 6º), de
diferentes remates y seriedades; descastados sin poder ni fondo; destacaron un
noble 1º de distraído punto último y un buen y alegre 6º sin final.
Morante de la Puebla, de verde hoja y oro. Media estocada
contraria y atravesada y dos descabellos (silencio). En el cuarto, estocada y
descabello (silencio).
Alejandro Talavante, de azul marino y oro. Estocada pasada
tendida y cuatro descabellos. Aviso (silencio). En el quinto, pinchazo,
estocada rinconerilla y tendida y dos descabellos (silencio).
Fernando Rey, de blanco y oro. Cuatro pinchazos, estocada que hace guardia y cinco descabellos. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo hondo y descabello (oreja).
Fernando Rey, de blanco y oro. Cuatro pinchazos, estocada que hace guardia y cinco descabellos. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo hondo y descabello (oreja).
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