Morante,
El Juli, y Castella se reparten seis orejas con una anovilladada y manejable
corrida de Zalduendo.
LUCAS PÉREZ
Diario ELMUNDO de Madrid
Foto: EFE
Toda la exigencia que tuvo el presidente al no
conceder algún trofeo el pasado sábado en la tarde del triunfo de Ponce y
Perera se la dejó en casa ayer desde por la mañana aprobando una corrida
impresentable para cualquier gache. Y si Roquetas de Mar se estaba ganando un
nombre en el mapa taurino gracias a la gestión de años anteriores, no es plan
de cargárselo ahora por acciones como ésta. Porque exceptuando la presentación
de los zalduendo de ayer, -la de Alcurrucén del sábado sí tuvo seriedad- todo
era otra vez modélico en una feria bajo la nueva gestión de Manuel Caballero,
que se fotografió este domingo con su primer 'no hay billetes'.
Así las cosas, lo mejor de la tarde de ayer se vio
precisamente frente al toro de presencia más correcta, el tercero. De repente,
todo surgió a cámara lenta. Castella paró el tiempo con el buen zalduendo, que
le pasó por encima al rematar con una larga de rodillas una soberbia apertura
por cordobinas. Con la muleta, todo fue suavidad, todo a favor del toro, con la
muleta cosida a los pitones, con la elegancia por bandera. Plasticidad y
profundidad de un torero en un gran momento. Pero la mejor faena de la feria no
tuvo la rúbrica merecida y la espada se llevó el premio gordo que ya tenía en
su mano.
Morante abrevió con un primero sin raza que no le
permitió destapar el tarro de las esencias. Pero se paseó sin chaquetilla por
el callejón durante la lidia del tercero, cogió aire, y salió con ganas ante el
abrochadito cuarto. Brindó al público, se descalzó y se sacó al torillo de la
FIT hacia los medios con su torería única. Y allí le cuajó dos series en
redondo sensacionales. Y sonrió.
Sufrió un desarme al natural y cuando volvió a la
derecha ya nada volvió a ser igual. La estructura dejó paso a las genialidades
sueltas, con el toro ya apagado. Una tanda arrebatado devolvió intensidad a su
obra antes de matar. Un pinchazo dio paso a una estocada en los medios en todo
lo alto. Y el presidente no tuvo más remedio que contradecir su criterio del
pasado y sacar de mala gana el segundo pañuelo.
El Juli cortó una oreja de cada toro. La primera
del segundo, con el que se gustó variado de capote y al que realizó una faena
en la que se relajó y toreó abandonado al natural, llevando al toro muy largo,
muy por abajo antes de las trincherillas finales. La otra requirió más
esfuerzo, pues el de Zalduendo, más rebrincado, más bruto, exigió lo mejor de
la versión técnica de Juli, muy por encima de la condición del toro. Un
pinchazo previo a la estocada dejó su premio en oreja y oreja.
Así las cosas, Castella se encontraba ante la
difícil papeleta de ver cómo podía irse a pie habiendo hecho lo mejor. Pero su
condición de figura y no querer ser menos que los demás le valió para montarse
encima de un sexto con menos clase al que toreó muy entregado por ambas manos y
con el que finalizó por manoletinas. Media estocada y un descabello precedieron
a las dos orejas y la salida triunfal con todos los toreros y el mayoral.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Roquetas de Mar. Domingo,
19 de julio de 2015. Última de feria. Lleno de 'no hay billetes'.
Toros de Zalduendo, anovillados y pobres de cabeza; sin transmisión el
abecerrado 1º; enrazado el 2º; de gran juego 3º y 4º; más rebrincado el 5º; y
sin clase el manejable 6º.
Morante
de la Puebla, de azul pavo y oro.
Estocada tendida y atravesada y descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo y
gran estocada. Aviso (dos orejas). El
Juli, de verde botella y oro. Pinchazo y estocada (oreja). En el quinto,
pinchazo y estocada (oreja).
Sebastián
Castella, de grana y oro. Tres
pinchazos y estocada baja. Aviso (silencio). En el sexto, media estocada y
descabello. Aviso (dos orejas).
Salieron en hombros Morante, El Juli, Castella y el mayoral de Zalduendo.
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