Los sanfermines, las fiestas populares más
conocidas de España en todo el mundo, empezaron hoy con el clásico chupinazo
(cohete), para dar paso a nueve días en los que el protagonismo será cada día
para la carrera de los toros por las calles del centro. Unas fiestas inspiradas
en el peso de la tradición, aunque cada vez más moduladas al gusto de miles de
visitantes (muchos extranjeros) que llenan las calles y los hoteles de la
ciudad.
Pamplona (norte), que en el resto del año apenas
llega a los 200.000 habitantes, multiplica esos días su población y nativos y
foráneos se desparraman por sus calles día y noche, entre música, bailes y
mucho alcohol. Miles de personas siguieron hoy desde la calle el lanzamiento
del cohete que, a mediodía, marca el punto de partida de las fiestas y las
cadenas de televisión interrumpen su programación para emitir ese momento en el
que la multitud enarbola un pañuelo rojo que a continuación pasan a anudarse al
cuello.
Ya el color blanco de la indumentaria sanferminera
empezaba a tintarse de rojo, por el vino que los mozos y mozas se lanzan, y
ambos colores son los que marcan esa semana de fiestas.
El chupinazo es el primero de los 458 programados
oficialmente por el Ayuntamiento de Pamplona, desde procesiones religiosas a
actuaciones musicales y fuegos artificiales. No obstante, el eje de las
fiestas, y lo que las ha hecho internacionalmente famosas, son los toros, en
especial los encierros, que son las carreras de algo más de ochocientos metros
que separan unos corrales de ganado de la plaza de toros donde se lidian cada
tarde.
Aunque los encierros son habituales de las fiestas
en numerosos lugares de España durante el verano, los de Pamplona son los que
concitan mayor interés, favorecidos por la proyección que de ellos han dado la
literatura y el cine.
Este año están acreditados 685 profesionales de
139 medios de comunicación de veinte países, especialmente interesados en esas
carreras de mozos (hay pocas mujeres) que cada año se cobran su tributo en
sangre, en especial de corredores de fuera de Pamplona. Al margen de lo lúdico,
estos días dan también para hacer negocio y uno de ellos es el alquiler de
balcones por parte de habitantes de viviendas que están en el recorrido del
encierro de toros.
Entre treinta y ochenta euros (de 33 a 89 dólares)
se paga por un puesto en un balcón y desayuno, mientras que los hoteles de la
ciudad no llegarán al lleno, pero sí se acercaran al 85 por ciento de
ocupación, con precios por habitación entre los cien y los mil euros (de 112 a
1.120 dólares), según la categoría del establecimiento.
En una ciudad en la que estos días son frecuentes
las aglomeraciones el dispositivo de seguridad contará este año con 3.350
agentes de varios cuerpos policialesEn concreto, se incrementará la vigilancia
y se intensificará la iluminación en zonas de riesgo para evitar las agresiones
sexistas que se han registrado en años anteriores y que han afectado a la
imagen de unas fiestas que sitúan Pamplona en el mundo. / EFE
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