BARQUERITO
Diario de Navarra
ANTES DE
arrancar la Feria del Toro, tomaron los toreros motu proprio la decisión de
hacer el paseíllo descubiertos. Los matadores y sus cuadrillas. Y areneros,
mulilleros y monosabios. Un gesto de
protesta. Respuesta a los ataques de los lobbys abolicionistas que pretenden
equiparar la tauromaquia con el maltrato animal. La cita de Pamplona ha
multiplicado el valor del gesto. Desmonterados o descubiertos. Y, luego, no
pocas veces, descalzos los matadores, los toreros de espada, porque la corrida
de rejones del día 6 impone, entre otras condiciones, que el piso de la plaza
se enarene lo más posible para evitar a los caballos lesiones. Los caballos
primero. ¡Quemad las naves!
Nunca se habían visto tantas zapatillas de matador
sueltas y dispersas por el ruedo. Las zapatillas son piezas delicadísimas del
vestuario. Cada una de las piezas del traje de torear tiene su encaje cabal y
su sentido. Todas menos la montera. En realidad, una montera no sirve para
nada. El hábito –la capucha, la montera- no hace al monje, podría predicarse.
El traje de luces es otra cosa. Y lo que oculta el traje: guatas, medias,
calzas, leotardos. Sisas, tirantes, pañoletas, fajas, encajes. Y guanteletes
ortopédicos de cuero que puso José Tomás de moda para paliar las lesiones de
muñeca.
Y las zapatillas negras. Solo negras. Como el
color de las chisteras de los presidentes de la plaza de Pamplona. El vuelco
político en el Ayuntamiento hizo temer hace poco más de un mes por la liturgia
de las corridas, que consta de dos partes esenciales: la chistera del
presidente, tan singular, y el atuendo sanferminero tradicional que hace
ochenta y tantos años se sacó de la chistera –o sea, del magín- una peña
primitiva que se llamó La Veleta y marcó para siempre el signo de este viento y
evento.
A las zapatillas de torear las han empezado a
llamar manoletinas. No hay derecho. En el Museo Taurino de Madrid se encuentran
y muestran zapatillas de Manolete. De su última tarde, Linares, agosto de 1947.
Es posible que sean apócrifas. Nadie se imagina a Manolete descalzo.
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