Arrolladora tarde del extremeño
de actitud, ambición y arrojo para cortar tres orejas que pudieron ser más
frente al solitario trofeo de la máxima figura con el sorteo de cara en el lote
de Garcigrande y Domingo Hernández.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaldelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid
Miguel Ángel Perera le pasó como una tanqueta por encima a
El Juli. Los mano a mano han de contar con vencedores y vencidos, de otro modo
se convertirían en pachangas. Y la goleada de ambición, actitud y arrojo, más allá
de las tres orejas y el sorteo de cara, desembocaron en la tarde más importante
de Perera en 2015. Habrá revancha en Albacete. Queda un largo verano por
delante.
Ya Juli no se sintió cómodo con el lustroso toro de Domingo
Hernández que descorchaba el duelo. La suavidad de la verónica presentía el
contado poder. Como el medido castigo. Las chicuelinas de compás abierto
alegraron a la parroquia. En todos los movimientos del toro se hacían muy
visibles sus pezuñones, cuando tropezaba o cuando se frenaba. Como si toda su
nobleza se apoyara demasiado en las manos. Y así le faltaba un tranco por el
pitón derecho y todos por el izquierdo. La faena consistió en hacer ese tramo
más en redondo o aprovechar sin vaciar lo que ya eran medios viajes. El Juli
buscó los resortes, el viento molestó y finalmente no tomó cuerpo la faena. De
la suerte se salió el matador para dejar media estocada tendida.
Perera se presentó muy arreado con el capote y en seguida se
lo echó a la espalda. De salida y ya enredado por gaoneras el tipo. El quite al
bajo y recortado pupilo de Garcigrande entremezcló cordobinas y chicuelinas de
enorme quietud. Cerca de veras le pasaron los pitones en el prólogo de obra de
rodillas. Un ¡uy! recorrió toda la plaza como una ola de escalofrío. Pero ya
con la muleta en la derecha el toro amagó con rajarse. Miguel Ángel lo trató
con espera y mimo al natural de largo trazo. A duras penas el desinflado
garcigrande seguía la muleta. No se extendió el torero que lo mató con
contundencia para inaugurar el marcador.
La pareja corrida se había nutrido con los dos hierros de
Justo Hernández. El fuerte, basto y cabezón tercero también traía el sello
candente de Garcigrande en la piel. Y plomo en la sangre. Javier Ambel lo
espabiló con los palos por un instante. Mas en la firme muleta de Julián su
pesadota manera de embestir se espesaba. Tres tandas de derechazos tirando de
él como un trabajo forzado. Hasta que no quedó otra que atacar con varios
cambios de mano por la espalda, sacarle el engaño por delante, montarse encima
y airearlo con luquecinas. Las manoletinas últimas no pudieron ser más
ajustadas; el volapié sí. Pinchazo hondo, dos descabellos, silencio.
Miguel Ángel Perera volvió a ser una tanqueta arrolladora
con un cuarto más flexible, más descarado y vivo en sus inicios. Pisó el
acelarador a fondo desde la apertura de pases cambiados, hundidas las
zapatillas, atalonada la figura. Corrió la mano con el notable pitón derecho
encelado en su muleta arrastrada; a izquierdas no respondía igual el pupilo de
D.H. Tocó a rebato y la ofensiva en tromba de Perera conmocionó Santander. Los
pitones lamían las bandas doradas de la taleguilla, la pierna metida en el
hocico entregado, la ayuda en el ruedo y la muleta detrás del cuerpo. Le
faltaba agarrarle la lengua y arrancarle el corazón. Fuego en Cuatro Caminos.
El sopapo con la espada desató una tormenta de pañuelos, las orejas cantadas
para la tarde más rotunda de MAP en 2015.
Juli se enchufó en cuanto atisbó las posibilidades del
quinto de santa expresión, su movilidad y obediencia. De categoría las dos
medias verónicas de la salutación y de raza las lopecinas hipersónicas. Se
dobló con el garcigrande para enjaretarle las mejores tandas de muletazos de su
actuación. Diestros y encajados. Aflojó el toro apurado y la espada ahora sí
funcionó en su estilo. Trasera la estocada y justo el trofeo del honor, que
pudieron ser dos.
Para despedirse, Perera brindó por tercera vez al público,
cosa insólita. Muy entero se había dejado al sexto en el caballo. Seguro,
sobrado e intratable con una embestida que desprendía informalidad en sus
acometidas, la cara suelta cuando no la gobernaba abajo su mandona derecha. MAP
se lo merendó con fe de blindado incluso ante las distracciones y alguna coz.
Abrumador su valor. La espada ahora evitó un resultado más abultado.
Incontestable tarde la suya.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Cuatro Caminos. Jueves, 23 de julio de 2015. Quinta de feria.
Toros de Garcigrande (2º, 3º
y 5º) y Domingo Hernández, parejos y
bien presentados; flexible y noble el más destacado 4º; rajadito el 2º;
manejable por el derecho el 1º a falta de un tranco; pesadote y parado el 3º;
de buena movilidad el 5º; informal pero obediente el 6º.
El Juli, de verde botella y oro. Media estocada
pasada y tendida (leve petición y silencio). En el tercero, pinchazo hondo y
dos descabellos (silencio). En el quinto, estocada trasera (oreja y petición).
Miguel Ángel Perera, de tabaco y oro. Estocada rinconera
(oreja). En el cuarto, estocada honda (dos orejas). En el sexto, pinchazo y
media. Aviso (saludos). Salió a hombros.
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