El
matador de Gerena corta la única oreja y protagoniza los momentos más
emocionantes y arriesgados de una corrida ajena a los parámetros de complejidad
del hierro de Zahariche pero sin lucimiento.
Manuel Escribano |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid
Fotos: EFE
Último paseíllo en Pamplona con matadores y
cuadrillas descubiertos en protesta por los ataques del frente popular a la
tauromaquia. El mismo efecto va a tener que la reivindicación de Miguel Criado
de su cuota de culpa en la desastrosa presentación de Garcigrande. Y en la
Feria del Toro. En lo bueno y en lo malo, como los votos matrimoniales: en la
salud y en la enfermedad. Así el cardenito y flacón miura de apertura de la
corrida del 'Pobre de mí'. Cárdeno como últimamente todos los miuras de
Zahariche.
Manuel Escribano se fue a saludarlo a la puerta de
toriles. Tanto se abrió el toro que la larga cambiada se la pegó al aire. Otra
libraría en el tercio. En banderillas acongojó el tercer par al quiebro por los
adentros. El que nace sentado Escribano en el estribo. Escapó de purita
chiripa. Tremendo el tipo. El miureño carecía de poder y fondo, que no de
bondad, así que el sevillano le dio fiesta en series cortas. Mayormente por la
derecha. Y alegró la cosa de rodillas y con un desplante en pie en el mustio final
de la embestida. Espadazo y oreja al canasto.
Humilló menos, o nada, el más alto segundo de
playera cabeza. Pasó por todos los tercios sin nota. Luis Bolívar lo entendió a
su altura, como sin molestarlo. A su altura era por el palillo. Iba y venía como
un tranvía que cumple su recorrido enganchado a su catenaria.
Cuando Salvador Cortés apareció anunciado en los
carteles con la corrida de Miura, la sorpresa fue mayúscula. Cuando se presentó
en el ruedo fue todavía peor, con una imagen de torero fondón, como si de
pronto se le hubieran acumulado los años, los kilos y los miedos. Navegó hasta
el naufragio con un miura largo y huesudo como 'Rocinante' que apenas contaba
con viaje y vida. Las escenas del descabello fueron para olvidarlas, tapada la
muerte y desbocados los nervios. Dos avisos que pudieron ser tres.
La lámina del cinqueño cuarto reunía la más pura y
bella esencia de Miura: un cadillac cárdeno que casi le arranca la cabeza a
Escribano otra vez a portagayola. Expuso el torero varias veces su vida a lo
largo de la tarde a puro pelo. Como en el par de banderillas en que le cambió
el sentido de la arrancada para encontrárselo en el pecho. La reunión del
quiebro y el violín no tuvo tanto ajuste. Jugó con el toro y su galope en
carrera. Un galope que no se tradujo en entrega en la muleta con los testarazos
de la bestia a la defensiva. El valeroso oficio del matador de Gerena se
prolongó hasta el aviso en trabada labor.
Luis Bolívar |
Como una explosión sonó el estrellón del negro e
imponente quinto contra el burladero. Saltaron chispas e hilos del pitón.
Tomaría nota de los dos duros puyazos de mi amigo Purroy. La acorazada del
castoreño se ha aplicado a conciencia en esta feria. Otro miura en terrenos de
nadie, correoso y desagradecido con Luis Bolívar, que mató por arriba. El toro
se tragó la estocada como la ballena a Jonás y hubo que usar el verduguillo.
De tal modo se ha disparatado el trapío del toro
en Pamplona, que los propios miuras ya no llaman tanto la atención entre los
trenes de Victoriano del Río o los mismos galafates del Conde de la Maza. Antes
había una diferencia muchísimo mayor. Digamos que 620 como el último ahora pesa
cualquiera. Cortés tuvo suerte porque en el bondadoso sexto habitaba la paz. Y
aún así no lo vio por ningún lado. Lamentable. Se dejó hacer más que otros y
como otros -1º y 2º- no se comió a nadie. El mitin con los aceros se repitió.
Que el año que viene vuelva a quedar la enfermería
sin estrenar. Agur.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Martes, 14 de abril
de 2015. Última de feria. Lleno.
Toros de Miura, dos cinqueños (1º y 4º), de distinta presentación que creció
en seriedad con los tres últimos; un flacón 1º sin fuelle ni poder; el alto 2º
no humilló nada; el 3º se quedaba; el tremendo 4º se defendió; correoso y
desagradecido el 5º; sin maldad el 6º.
Manuel
Escribano, de rioja y oro.
Estocada atravesada (oreja). En el cuarto, pinchazo y media estocada caída.
Aviso (saludos).
Luis
Bolívar, de blanco y plata.
Pinchazo, estocada delantera y dos descabellos. Aviso (silencio). En el quinto,
estocada y descabello (silencio).
Salvador
Cortés, de sangre de toro y oro.
Pinchazo, media estocada e incontables descabellos. Dos avisos (silencio). En
el sexto, bajonazo, pinchazo y dos descabellos. Aviso (silencio).
Salvador Cortés |
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