Ismael del Pardo
@isma83svb
Diario LARAZON de
Madrid
Recitaba Rosalía, de Castro claro, que el calor estival no tardaba
en "agostar" rosas y plantas. Y en esa estamos, agosto en vena, con
su tortuoso sol que cuál hierro candente abrasa la nuca. Yunques forjados a
menos temperatura. Así, en plena canícula, tres jóvenes novilleros buscaron
también "agostar" en la primera plaza del mundo.
Uno de ellos, el
debutante Mario Sotos se hizo acreedor que la empresa tenga su nombre en cuenta
para el ciclo de encastes minoritarios de septiembre. Muy nuevo y con el lógico
verdor del que torea poco -tan sólo un paseíllo en 2015-, el manchego suplió
con ganas y buenos detalles su parco bagaje. Concepto con matices aprovechables
como esa forma de ligar sin perder pasos, esa hierática economía de movimientos
que tanto gusta en Madrid. Hubo buena composición y planta erguida, aunque le
falta atacar más a las reses. Bajar más la mano y someter las embestidas
humilladas. Ahí, la transmisión se multiplica. Se sucedieron las tandas en una
faena de más a menos, sustentada en el pitón derecho, en la que lo despachó de
estocada entera perpendicular y contraria. Afloraron los pañuelos, como esas
rosas de la poetisa gallega, pero don Julio, ya saben, no se ablanda con
presteza. Esta vez, con tino. La vuelta al ruedo pareció suficiente botín.
Previamente, había roto plaza un burraco amplio de sienes
que manseó mucho en los primeros tercios. Abanto, salió suelto del peto en los
dos puyazos y en banderillas apretó lo suyo. Más de un aprieto pasó Montoliú.
Fruto de esa movilidad, aunque a su aire y sin atacarlo demasiado, en la
muleta, tuvo nobleza y repetición. Sotos ligó las tandas en redondo a media
altura y, de nuevo, sin perderle pasos, firme y acoplado, en un trasteo sin
apreturas. Faltó, otra vez también, bajar la mano y someter más a un utrero que
se dejó hacer. Certero con el acero, sus muchos partidarios en el tendido le
pidieron el trofeo. Sin embargo, luego fue silenciado.
Otra vuelta al ruedo dio el mexicano Gerardo Rivera.
Distinto porte. El de Apizaco, paisano del añorado Pana, estuvo bullidor y
batallador desde que se abrió de capote. A portagayola en ambos, quitó por
chicuelinas y saltilleras. El paseo al doble anillo llegó en el sobrero quinto,
de Hermanos Martín Alonso. Iba y venía, pero sin gracia ni transmisión.
Desaborio. Rivera tiró de recursos, como el inicio de hinojos o una jaleada
arrucina, y se le vio más hecho que a sus compañeros, pero por el camino del
efectismo siempre y aprovechando la inercia de las querencias. Por encima de su
rival, el tendido le pidió la oreja. Excesiva recompensa que no atendió el
presidente.
En chiqueros saludó también al zancudo y abierto de cuerna
segundo. Salió con muchos pies y sin celo del caballo y en banderillas. Trató
de parar su ímpetu con un inteligente comienzo por doblones, pero el animal
cantó enseguida su poca clase. Manejable, se dejó, pero sin entregarse nunca y
con una embestida nada clara. Descompuesto. Con oficio, el azteca dejó algún
natural suelto de buen trazo. Poco más.
Si estuvo discreto en su debut en Madrid el pasado abril,
ayer Ruiz Muñoz dejó una imagen todavía más pobre. Muy a contraestilo, el
tercero y único utrero de Toros de la Plata -procedencia Torrestrella- le hizo
pasar un mal trago al dinástico. Al contrario que sus hermanos, esperó y midió
antes del viaje. Se acostó siempre por el derecho, muy metido por dentro,
pareció algo más potable por el izquierdo. Ruiz Muñoz, desconfiado, pasó el
trámite y tras varias probaturas por ambos pitones, sin cargar la suerte, tiró
por la calle de en medio.
Ni eso en el encastado sexto. La casta desembocó en genio,
toro de apuesta, de lanzar la moneda al aire, pero el sobrino nieto de Curro no
está para este tipo de envites. Más bien... Para replantearse todo. Ni un pase
le pegó. Dos probaturas, un desarme y a por la tizona. No sabía por dónde
meterle mano al novillo. Desbordado como hacía mucho no se veía a nadie en este
ruedo y con un adversario que tampoco es que fuera una alimaña. Presa del
pánico. Atenazado hasta terminar con un sainete esperpéntico con la espada.
Bronca gorda y muchas almohadillas. Oscuro tránsito hacia quién sabe dónde.
FICHA DEL FESTEJO
Las Ventas (Madrid). Novillos de Antonio
Ordóñez, Toros de la Plata (3º)
y Martín Alonso (5º bis), bien
presentados, destacó la nobleza del manso primero y la casta del sexto. Menos
de un cuarto de entrada.
Mario Sotos, de marino y oro, estocada casi entera
perpendicular (silencio); estocada contraria y perpendicular (vuelta al ruedo).
Gerardo Rivera, de turquesa y oro, estocada baja, aviso
(silencio); estocada baja (vuelta al ruedo).
Ruiz Muñoz, de marino y oro, estocada atravesada
(silencio); tres pinchazos, media atravesada, nueve descabellos (bronca).
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