domingo, 21 de agosto de 2016

Orellana – Esaú: quien lanza la primera piedra…

En el marco de la Feria de Tovar 2016
Esaú Fernández, espigado sevillano que el año pasado fue protagonista de una gran tarde al lado de Orellana. Se ven de nuevo las cara, mano a mano. Foto: EFE 
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz

Es la Feria de Tovar, que anualmente desde hace 173 años se lleva en honor a la Virgen de Regla, una de las citas de referencia de la temporada taurina venezolana. Desde hace varios años viene a ser el pistoletazo que anuncia el arranque de aquel periplo que le seguían citas como Valencia y Maracaibo (de las cuales poco o nada se sabe su inmediato y triste futuro). De todas estas, incluyendo las rimbombantes de Mérida y San Cristóbal es la que tiene mayor arraigo, tradición y peso en el pueblo que anualmente se reine en torno a ella y su influjo.

Este año nuevamente Tovar cobra protagonismo en virtud del abono que desde hace varias semanas se anunció con carteles donde priva la juventud y ansias de triunfos por parte de los toreros que la conforman. Otro caso lo será el tipo de toro que se lidie, pues atento estaremos a lo que los tres hierros más representativos de nuestra limitada cabaña brava nacional.

Y a todas estas tenemos un cartel (tres corridas y una novillada) que nos llena de ilusión y marca un punto y aparte de lo que en el ruedo del Coliseo El Llano estaremos viendo. Lo es el cartel del mano a mano de triunfadores que tiene como nombres al ya curtido diestro local Rafael Orellana, y el sevillano Esaú Fernández, dos toreros de concepto distinto pero con la “hierba en la boca” para dirimir el sitial de privilegio ante una afición que les ha visto triunfar en los últimos par de años. Razones se tienen ambos, cuando se juega además el encender la chispa de una rivalidad que es elemento fundamental en este lio del toro.

Será la tarde de cierre, domingo 11 de septiembre, ante toros que ojala y sean eso, toros con todo el sentido estricto de la palabra, que reúnan el trapío y bravura que bien lo sabe el elocuente ganadero tovareño Ricardo Ramírez debe de llevarse a Tovar, la plaza que su padre, el recordado Don Cheo, hizo andar sus primeros capítulos de historia por allá un ya lejano 1992, como empresa y ganadero.

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