JAVIER LÓPEZ
@Javierlopez01
Una novillada inválida y sin clase alguna de El Risco y la
falta de criterio de un palco sin sensibilidad hacia los de luces se cargaron
la tarde de hoy en Las Ventas, en la que David Martín saludó la única ovación
de la función en el sexto. Una tarde de sueños rotos por la manifiesta
invalidez y falta de clase de la novillada de El Risco, ganadería que acabó
tomando antigüedad en Las Ventas gracias a la falta de sensibilidad y criterio
de un palco que fue también cómplice de tan triste y anodino espectáculo.
El indecente primero, cariavacado, sin remate y tapándose
por la cara, buscó con saña las hombreras de Diéguez en el capote, aunque
pronto perdería todo el fuelle en el caballo, derrumbándose cada dos por tres,
un inválido total. Las protestas del tendido, para qué contar, mientras el usía
miraba para otro lado. Qué vergüenza y qué falta de sensibilidad y de respeto
hacia el joven sevillano, que, como no pudo ser de otra manera, se estrelló
contra un imposible.
El astifino cuarto fue el más descarado del envío, y, aunque
tampoco iba sobrado de fuerzas, se movió revoltosito, pegando tornillazos y un
punto pegajoso. Diéguez quiso mucho en todo momento, pero otra vez no pudo
sacar nada en claro de tan incómodo antagonista, que acabó también pidiendo la
hora.
El primero del debutante Sebastián Cáqueza, más aparente que
su hermano anterior, sin embargo, tuvo el mismo defecto, es decir, muy pocas
fuerzas. Ya en banderillas empezó a pararse y a marcar la querencia,
y en la muleta duró dos series, donde, al menos, pudo verse el sentido del
temple del joven colombiano, que puso mucha voluntad en su quehacer aunque sin
poder llegar a resolver nada del otro mundo por la absoluta falta de
colaboración del utrero.
El quinto, el de más presencia de los seis, fue novillo de
lo más claudicante; no podía ni con la penca del rabo el "animalito",
pero el presidente se volvió a guardar el pañuelo verde para ahondar más en una
actitud de lo más reprochable.
Qué manera de cargarse las ilusiones de un novillero,
Sebastían Cáqueza, al que, al menos, se le vio otra vez reposado y seguro, pero
nuevamente sin llegar ni tan siquiera a rozar lo que seguramente había soñado
antes de hacer el paseíllo en Madrid.
El otro debutante en la tarde, David Martín, se las vio con
un primero sin clase alguna, muy informal, moviéndose sin humillar, soltando la
cara, venciéndose y quedándose también corto. Novillo que, por si fuera poco, le midió también mucho al
joven sevillano, que, aunque se le vio aún demasiado bisoño (debutó con
caballos hace dos meses y medio en Sevilla), resolvió con dignidad y tremenda
voluntad tan desagradable papeleta.
El que cerró plaza no podía tampoco ni con su sombra, muy
frenado y volviéndose, además, en un palmo, con el que Martín anduvo todo el
rato en el filo de la navaja. Hizo un tremendo esfuerzo el sevillano, total,
para una ovación con saludos. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis novillo de El Risco,
muy desiguales de presentación, entre el indecente primero a los
"pavos" que hicieron quinto y sexto, sin fuerzas ni clase, de juego
muy deslucido en conjunto, sobre todo los inválidos primer y quinto, que el presidente
decidió mantener injustificadamente en el ruedo.
Mario Diéguez, de verde hoja y azabache: pinchazo y otro
hondo (silencio); y pinchazo, media caída y atravesada (silencio tras aviso).
Sebastián Cáqueza, de grana y oro: estocada (silencio tras aviso);
y dos pinchazos (silencio).
David Martín, de rosa palo y oro: bajonazo (silencio
tras aviso); y bajonazo (ovación).
La plaza registró menos de un cuarto en tarde calurosa.
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