José Antonio Salas |
KIKE ROSALES
@kikefutbol
Esto de estar en el
mundo de los toros en Venezuela es una lucha denodada contra decepciones unas
tras otras, ir a las novilladas se volvió para muchos una especie de decepción constante,
un asistir como para demostrar que se es “aficionado”.
En muchas la mala presentación
de los novillos es materia común, pero los aficionados taurinos militan en una
esperanza inocultable, siempre en espera que saldrá una mejor, como en este
caso la del sábado 13 de agosto en Táriba.
Novillos de La
Consolación y El Palmar de la Sierra salieron al ruedo bien presentados y
además mostrando cosas de bravura por lo demás interesante. Lo otro es que los
novilleros nuestros torean muy poco, y lo más común es pensar que por razones
lógicas andan “faltos de oficio”, pero hay cosas que están por arriba de eso y
se llaman ganas –las cuales sobran-.
José Gómez “El Gato”
abrió plaza con un novillo de La Consolación, con cara, que infundía respeto y
con bravura demostrada, estuvo el joven torero tachirense con aseo en la faena
y sin “quitar la cara” despachando con un espadazo que le permitió pasear una
oreja.
El segundo de la
misma ganadería correspondió al merideño José Antonio Salas, con un poco de más
complicaciones que el primero -incluso por momentos defensivo- obligó a José
Antonio a mostrar lo que tiene, que además de valor es arte, pudo con torería
sacar la casta del novillo y a pesar del infortunio de la espada (pinchó)
recibió el aplauso de reconocimiento a su torería.
También hay que
decir que debutaban tres alumnos de la Escuela Taurina “César Faraco” lo hacían
vestidos de luces y con caballos, es decir ya son profesionales.
El primero de los
debutantes fue Curro González, quien en días anteriores en un festival y
trajeado de corto había mostrado cosas interesantes, hoy le correspondió uno De
El Palmar de la Sierra que mostraba hechos que ameritaban tener más oficio. La
primera vez de González nos dice a las claras que “eso” todavía no anda por allí, banderilleó
con más entusiasmo que certeza y después con la muleta sufrió revolcones; lo
más destacable hoy es que el valor, no se le fue de la cara.
El cuarto le correspondió
a Jonathan Ortega, quien dicho sea de paso es Bionalista de profesión, cuya historia
es de publicar; se acercó un día a la Escuela Taurina para hacerse aficionado practico,
le dio por debutar como novillero en Táriba y el cuento además está lleno de
buen torear, el cuarto novillo de la ganadería de El Palmar de la Sierra fue bravo,
noble, fijo, con transmisión y recorrido que además fue bien toreado, con
tandas de derechazos que obligaron a sacar el ole de las pocas personas que fuimos;
un espadazo, dos orejas para Ortega y vuelta al ruedo para el novillo.
Cerró Rando Miguel,
con poca oportunidad para el lucimiento.
La novillada de
Tariba nos muestra cosas importantes, dos jóvenes ganaderos sacan novillos bien
presentados sin buscar excusas para no hacerlo, los novilleros piden más
festejos a gritos, ver lo de “El Gato”, Salas, González, Ortega y Miguel
quienes con honestidad y torería demuestran que están solos en un país donde
taurinamente muchos tienen miedo de dar festejos menores, este Sábado a dios
gracias Táriba deja muchas cosas llenas de emoción y esperanza, eso sí con la
fe que no todas se queden solo metidas en la memoria.
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