miércoles, 24 de agosto de 2016

ASTE NAGUSIA –TERCERA CORRIDA: Urdiales y 'Atrevido' sobreviven a un naufragio

Puerta grande para el torero de Arnedo y vuelta al ruedo para el toro de Alcurrucén, que reeditan el triunfo de 2015 pero no lo empatan pese a la ayuda del presidente. *** Morante desata una bronca monumental con la complicada mansedumbre del cuarto. *** Ginés Marín se gana una vuelta al ruedo de peso con su brava apuesta.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid
Foto: Arjona

El alma de Diego Urdiales se insufló de vida. Una sonrisa interior que inflamó su pecho torero con la ovación. Vista Alegre recordaba como si fuera ayer su faena inolvidable al inolvidado toro «Favorito» de Alcurrucén. Flotaba en el aire la gloria presentida. Ni siquiera había comenzado la corrida. «Atrevido» no se parecía en nada a su "hermano" consagrado. Berrendo en colorao, careto, calcetero, cerrado de cuerna, casi cubeto, un tanto bizco, una bella pintura lejana a aquellas redondeces de apretada perfección. Otra armonía de hechuras.

Sus embestida también fue otra. De salida sin terminar de humillar. Urdiales por delantales conjugó los brazos y la cintura acompañando con el cuerpo. Hasta la media arrebujada a pies juntos. Cobró sus puyazos el alcurrucén en orden y fijeza en el peto. Ginés Marín se apretó en el quite por chicuelinas como carta de presentación en Bilbao. «Atrevido» pasó a su altura, obediente al cambio, al remate de la media verónica. Diego Urdiales brindó con fe a la plaza que tanto le ha dado. Como ninguna otra. Y tanteó el fondo de «Atrevido» mientras caminaba hacia los medios. Ofrecida la mano derecha, la nobleza siguió la ruta de torería. El clasicismo de Urdiales empataba con su inteligencia para no apretar la embestida y dejarla concluir al aire que su naturaleza pedía. Tan buena y sin ese punto de humillación final que conquista la excelencia. Tres series como tres pizarras de una escuela perdida. Tan fácil Urdiales como el toro se lo hacía. Los detalles salpicaban como pinceladas impresionistas el lienzo.

Pero «Atrevido» reservaba una profundidad mayor al natural y Diego, el embroque. Y esa manera de colocarse que no se ve. Los tendidos coreaban con ronca voz. Los muletazos morían donde el pulso de la muñeca los dormía. A veces ayudados, siempre a compás. La penúltima salida de la cara del toro se antojó pura orfebrería. Los detalles del cierre, aquel cambio de mano, aquella trincherilla, este cambio de mano que te vuelve del revés. Cuando ya empuñó la espada de verdad, se enfrontiló a pies juntos Diego Urdiales, la muleta en la izquierda, tan Manolo Vázquez que el corazón de los nostálgicos se volteó. Qué puñado de naturales. Qué belleza. Y qué forma de tomarlos el toro. Definitivamente el izquierdo había sido el pitón. Diego hundió la espada con el corazón. La plaza se desató en una berraquera de pañuelos y voces. Y el presidente Matías se calentó de tal modo que sacó los suyos a la vez. Y seguidamente el azul de la vuelta al ruedo para «Atrevido».

De repente el fantasma del toro y la faena de 2015 regresó de su limbo para reivindicar lo que era suyo por contraste... La sonrisa de Diego Urdiales alzando las orejas se cruzó con la de José Luis Lozano de oreja a oreja. Y ese momento ya no se lo quita nadie. A fin de cuentas para malos ratos quedaría el resto de la corrida.

La devolución del quinto y el juego manso y frenado del sobrero; las ganas de Diego abortadas por aquellas medias embestidas que revoloteaban por debajo.

A Morante desde que se le emplazó el acucharado cinqueño de apertura se le atravesó la tarde. Carretero tomó los mandos de la lidia de la mansedumbre. No habrá otro que toree por el palo de los grandes nombres de plata. El alcurrucén se escupió del caballo, se dejó pegar en un segundo puyazo de salida tapada y pasó de perfil en el tercer refilonazo de por si acaso. Pero no había fondo ni voluntad en el toro. Un apagón total en la muleta. José Antonio de La Puebla hizo el último mohín antes de perfilarse con la espada.

Esa que ya llevó montada cuando principió la faena al cuarto de cables cruzados. Desde que intentó saltar al callejón. Manso de aristas cortantes. Un desarme de viaje torcido en el capote, otro en la muleta con mirada desparramada. La brevedad de Morante y la bronca monumental. Amplificada en cada pinchazo. Otro atasco sin pasar.

Si Ginés ya había justificado el porqué de ser llamado para sustituir a Roca Rey con el descastado tercero, que se venía andando y remoloneaba en las suertes con ojito de tiburón, ante el cinqueño sexto dio una dimensión más allá de su brava actitud. Aguantó Marín a puro huevo el desafío de tirar del renuente manso. Desde la espaldina con la que captó la atención de la plaza entera, nunca un paso atrás. Siempre rompiendo el toro hacia delante. Las zapatillas asentadas en tierra de fuego. De cada pase de pecho trepaba una emoción contenida. Un pinchazo hondo y un descabello redujeron la cosa a una vuelta al ruedo. Pero de esas que vienen con la llave de Bilbao.

Flotaba a hombros Diego Urdiales. Un final feliz para aquel naufragio de mansos ariscos. Con perdón de «Atrevido» y su pañuelo azul.

Postdata: La inclusión de Ginés Marín por Roca Rey en Bilbao junto a Morante de la Puebla y Diego Urdiales convirtió el cartel del 66,666 por ciento FIT en 100 por 100 FIT. La Fusión Internacional de Tauromaquia de Alberto Baillères apodera a los tres matadores. Un acto de justicia derivó en una casualidad para el anecdotario de las Corridas Generales.

Para quienes crean en las casualidades también se daba que ayer en Almería, otra plaza de la Casa Chopera, se lidiaba una corrida de Zalduendo, propiedad también de Baillères. Como el concurso por Las Ventas se encuentra a la vuelta de la esquina de septiembre y la rumorología alguna vez ha perfilado a los Chopera y al magnate mexicano como aliados por la primera plaza del mundo, ahí queda el hilván de coincidencias para alimentarla.

ALCURRUCÉN | Morante de la Puebla, Diego Urdiales y Ginés Marín
Toros de Alcurrucén, incluido el sobrero (5º bis); serios, 1º y 2º cerraban más la cara; el 2º premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; conjunto manso, frenado, complicado en conjunto.
Morante de la Puebla, de verde botella y oro. Tres pinchazos y otro hondo (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y pinchazo hondo (bronca).
Diego Urdiales, de berenjena y oro. Estocada (dos orejas). En el quinto, pinchazo, pinchazo hondo y tres descabellos (silencio). Salió a hombros.
Ginés Marín, de celeste y oro. Pinchazo hondo y estocada corta (saludos). En el sexto, pinchazo hondo y descabello (vuelta al ruedo).
Plaza de toros de Vista Alegre. Miércoles, 24 de agosto de 2016. Quinta de feria.

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