Tres de los llamados toreros
emergentes harán doblete en el abono de las Corridas Generales. *** López Simón,
José Garrido y Roca Rey. Protagonistas de la semana, los tres, ante el examen
más riguroso del curso.
BARQUERITO
POR PRIMERA VEZ en muchos años –tres lustros y pico- el peso de las Corridas Generales no recae
sobre los dos toreros campeones de Bilbao en cifras, registros, gestas y
gestos. O sea, Enrique Ponce y El Juli, que son, aunque no lo parezca, toreros
de generaciones distintas. La escala que mide las generaciones oscila entre los
cinco y los siete años de diferencia, sea en edad, sea en antigüedad de
alternativa. Se cumple esa ley en este caso.
Los dos se anuncian juntos el martes 23 con toros de
Garcigrande/Domingo Hernández. Dos hierros de una misma familia –Domingo padre,
Justo Garcigrande hijo- y una versión oficial que sostiene que las dos
ganaderías son de un solo y mismo encaste.
“Por absorción”, según la fórmula notarial de la Unión de Criadores.
Garcigrande, de línea pura Juan Pedro Domecq Solís –compra de primera mano-, y
Domingo Hernández, no tanto.
Solo la semana pasada, en la corrida estelar de San
Sebastián, “la corrida del año” para muchos pese a tratarse de un festejo
combinado (Pablo Hermoso, José Tomás y El Juli), se jugaron tres toros de Domingo Hernández y
dos de Garcigrande. Fue devuelto uno de los de Domingo –la funda de un pitón
colgando tras un trastazo, las fuerzas justas, una sentada- y acabaron
repartidos y separados los cuatro restantes en lotes distintos. Para José
Tomás, los dos de Domingo, descolgados de cuerna, no tanto gachos como
acapachados, uno de ellos ligeramente cornipaso. Para El Juli, los dos de
Garcigrande. Un bravo sobrero veleto y muy peleón y, en fin, un toro colorado,
rollizo, desganadísimo.
También los dos toros de José Tomás fueron distintos. De uno
hubo que tirar del hocico mismo a partir de los diez viajes; al otro hubo que
tragarle más de un regate o renuncio. Sin ser una de las mejores corridas de
los dos hierros –ni del absorbente ni del absorbido- sirvió un espectáculo de
primer orden. José Tomás en estado puro y grave, infinita sutileza, dos faenas
de profundo calado, singulares, privativas. Muchos muletazos, pero ni uno de
más. No entró la espada. Pero…
Y El Juli, desatado desatadísimo en un trabajito, con el
sobrero veleto, de los que solo pueden llevar su firma: su carácter, su
resolución, su profusión de ideas, su autoridad y su gobierno. Un volcán. En
constante tormenta de ideas, El Juli le ha añadido a su repertorio una pieza
nueva que estrenó en San Sebastián: el medio circular cambiado en solo dos
tiempos, y solo medio, que es, toreo de media altura, de plástica bastante más
gozosa que el circular entero, y alivia y da ventaja al toro. El final de faena
de El Juli en el mismo platillo fue apoteósico. Trenzas enroscadas en la cadera.
Había en Illumbe el pasado domingo bastante gente de Bilbao.
No para ver a El Juli ni tampoco para dejar de verlo. El reclamo era José
Tomás. Reclamo de corrida y de abono, como ha venido siendo norma desde su
última reparación. Del abono de Bilbao –nueve fechas, ni las diez de Pamplona
ni las cuatro de San Sebastián - cuesta tirar bastante más. La Junta de Vista
Alegre y la casa Chopera llevan tratando por activa y por pasiva de convencer a
José Tomás un año sí y otro también, y casi. Para torear en Vista Alegre.
Dentro del abono o fuera de él. Fuera o dentro. Habría sido
misión estratosférica vender de una tacada las nueve corridas de abono de
Bilbao con el solo anuncio de la comparecencia de José Tomás, que ha llevado
este año su toreo de sentimiento a oníricos niveles. El toreo como un sueño o
una nube.
En Bilbao habrá bastante más toro que en San Sebastián –es
de ley, no se espera menos- pero se ha roto este año con el planteamiento
digamos clásico, antiguo o periclitado de poner a Ponce y a El Juli a tirar del
carro, juntándolos un día y separándolos en dos, y haciendo entonces que toreen
en al menos dos de las fechas difíciles de la semana, que son martes y miércoles.
El lunes podría entrar en esa categoría. La dificultad de tirar de la taquilla,
que es en Bilbao cuestión capital. Solo hay dos abonos que en las plazas
españolas se mantienen ajenos a los imponderables: el de Pamplona y el de
Madrid. Si un abono no basta para sostener una feria, que es lo que está
pasando en plazas como Sevilla o Zaragoza, no tanto en Valencia o en Nimes, no
hay fecha que no sea difícil.
La solución inesperada de la incógnita ha sido la de
programar en Bilbao siete corridas que suponen un golpe de timón. Un golpe
sensible, insólito. Ninguno de los siete carteles se ha anunciado nunca antes
en Bilbao. Los hay de coincidencias inevitables u ocasionales: la corrida de
Ponce y El Juli, o la de Castella y Perera, que tantas veces han sido rivales,
o la del difícil lunes, con Joselito Adame y Juan del Álamo, y toros de Puerto
de San Lorenzo, un cartel casi calco completo de la del lunes de hace un año.
La gracia no estriba en la baraja de carteles nuevos sino en
el protagonismo de tres de los toreros del recambio que se han ganado el título
de toreros emergentes. López Simón, José Garrido y Roca Rey. Los tres, de
trayectoria, concepto, estilo y proyección bastante diferentes, van a torear
dos tardes. Una de ellas, la del viernes 26, festivo en Bilbao, en terna y con
toros de un hierro de tanta tradición en plazas de primera como el de
Torrestrella. Tradición, pero irregularidad. Una corrida de notable movilidad
el pasado abril en Sevilla es su aval reciente más fiable. Ese cartel del viernes
es, con diferencia, el que mejor representa la idea matriz de las Corridas
Generales de 2016. Funcione o no en taquilla y en la arena, la fecha va a
marcar un hito en la temporada. ¿Otra corrida del año?
Son de interés particular las segundas corridas de los tres
toreros nuevos. No tan nuevo Garrido en Bilbao, donde llegó a torear de
novillero una matinal de seis toros como único espada. El año pasado debutó
como matador en Vista Alegre, un debut prometedor, y ha pasado esta temporada
los exámenes de Sevilla y San Isidro por partida doble en ambos casos. Solo un
día después de la corrida novísima, Garrido alterna con Castella y Perera, y
toros de Fuente Ymbro. López Simón es el tercero de terna con Ponce y El Juli.
Roca Rey, también tercero con Morante y Diego Urdiales el miércoles 24 y la
corrida de Alcurrucén.
Imposible hacer pronósticos. Con todos los toreros mayores
del escalafón han alternado este año López Simón y Roca Rey. A principios de
curso, El Juli toreó en Valencia mano a mano con el uno –duelo ganado por
Julián con ventaja- y en Arles con el otro, y resultado casi idéntico. Bautismo
de humildad antes de arrancar la larga marcha. Lección bien aprendida.
No el peso de la semana pero sí una responsabilidad muy
acentuada recae sobre el gran triunfador de Bilbao la pasada temporada: el
riojano Diego Urdiales, para quien Vista Alegre ha pasado a ser plaza talismán.
No solo cuando estuvo enrolado en duras victorinadas de domingo más agrias que
sabrosas. También con toros guerreros de Alcurrucén como los de su éxito
clamoroso de hace un año. Con la corrida de Alcurrucén repite Urdiales ahora –y
Morante por delante- y con la de Jandilla cerrará el domingo semana y abono.
Los tres emergentes y el Urdiales olímpico ocupan ocho de
las veintiuna plazas de matador. Más de una tercera parte del pastel. Las doce
restantes –hay programado un mano a mano pero peligra el cartel- se las
reparten toreros de tres generaciones. Un cupo de cuatro veteranos: Ponce,
Padilla, Morante y El Juli. Cuatro del ciclo siguiente: Castella, Perera,
Escribano, Fandiño. Y otros cuatro de la penúltima quinta: David Mora, Ureña,
Joselito Adame y Del Álamo. Dos ausencias llamativas: Manzanares y Alejandro
Talavante.
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