El diestro Enrique Ponce cortó tres orejas en la corrida
celebrada hoy en Gijón, donde volvió a encandilar a los tendidos con una
lección magistral, especialmente en su primer toro, al que desorejó después de
una faena sublime.
La tarde de hoy en Gijón no pudo tener mejor comienzo con
una primera faena de Ponce más que sensacional, sublime, evocando su tarde de
Santander, pues volvió a inspirarse con la música de Ennio Morricone para
firmar una obra de las de antología. Suavidad, temple, desmayo y, sobre todo,
suma belleza fueron las cualidades de tan magna labor del torero de Chiva, que
cortó las dos orejas.
Otra oreja logró Ponce del cuarto, toro que se sujetaba con
alfileres y al que el valenciano instrumentó una faena de mucha delicadeza y
sutileza, haciendo labores de enfermero para sujetar al astado, al que acabó
robando pases de muy buena firma. Otra vez anduvo eficaz con la espada y paseó
su tercera oreja en la tarde.
El primero de Talavante, blando también, marcó pronto su
querencia a tablas. El extremeño le consintió terrenos en todo momento, y así
logró pasajes de lo más emotivos, desde un inicio de hinojos a un grueso de
faena en la que toreó con mucho aplomo sobre ambas manos, e improvisando
también en la cara del animal. Le faltó contundencia con los aceos, pero así y
todo cortó una oreja,
El sexto fue, junto al primero, el toro más toreable del
envío, y frente a él se vio a un Talavante espléndido sobre todo al natural,
por donde dejó muletazos de exquisita y honda ejecución. Muy bien nuevamente el
extremeño, que, sin embargo, se cerró la puerta grande con los aceros.
A Castella le tocó bailar con la más fea. El de Beziers se
estrelló de bruces con un primer de su lote que fue un inválido total. El
francés lo probó brevemente antes de desistir definitivamente ante la
imposibilidad de estructurar de faena de ningún tipo.
Y algo similar le ocurrió al francés con el quinto, otro
toro sin fuerzas y muy apagado con el que nuevamente optó por abreviar. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de Juan Pedro Domecq,
bien presentados pero flojos y de poco juego en conjunto. Las excepciones
fueron el primero y el sexto, los mejores del envío, mientras que segundo y
quinto (el lote de Castella) fueron los más deslucidos por su manifiesta
invalidez.
Enrique Ponce: estocada ligeramente caída (dos orejas); y
estocada (oreja).
Sebastián Castella: estocada desprendida (palmas); y metisaca,
pinchazo y media (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo hondo y descabello (oreja); y
pinchazo y estocada (silencio).
Antes de empezar la corrida se le hizo entrega al ganadero Juan Pedro Domecq de la distinción al
toro más bravo de la feria de Begoña 2015.
La plaza registró casi tres cuartos de entrada en los tendidos.
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