JAVIER LÓPEZ
El veterano y modesto torero zaragozano Ricardo Torres se
reivindicó hoy en Madrid con una actuación más que notable, a pesar de que el
presidente le ninguneara una oreja de ley en el cuarto toro de una importante y
buena corrida de El Ventorrillo.
La primera corrida de toros del mes de agosto en Las Ventas,
y la primera también que acoge la Monumental madrileña desde San Isidro, dejó
varias y muy gratas sorpresas.
La primera fue la de Ricardo Torres, un veterano y modesto
torero de Zaragoza, muy poco placeado desde que tomara la alternativa allá en
el año 2001, y que hoy demostró en Madrid que puede funcionar si se le da
sitio. Ojalá tenga suerte. Ahí, al menos, quedó su reivindicación.
Pero asimismo hay que elogiar la extraordinaria corrida que
lidió El Ventorrillo. Loor, por tanto, también para el ganadero. Circunstancia
sobresaliente que no suele darse en la canícula madrileña.
Ricardo Torres sorteó en primer lugar un toro noble y de
buena condición con el que anduvo muy desigual, quizás atenazado por la
oportunidad que tenía hoy por delante para tratar de encaminar sus designios en
la profesión. De ahí que en este toro lograra muletazos de buen trazo por
el derecho, pero le faltó hacerse con la situación para acabar de aprovechar
convenientemente a su antagonista.
En el cuarto, sin embargo, enmendó la plana Torres con una
faena templada y de buen gusto por los dos pitones. Todo lo que no fue capaz de
desarrollar en el que abrió plaza lo hizo en éste, con el que estuvo
francamente bien por el asentamiento, la seguridad, el aplomo y el desparpajo
que mostró, muy de verdad y muy valiente también. Conectó con todo el mundo menos uno, el presidente, que
decidió birlarle una oreja más que merecida y que, a buen seguro, le hubiera
valido, y mucho, para relanzar su carrera. No obstante, pero hay que quedarse
con el toque de atención que dio.
Con una larga cambiada recibió David Galán al segundo de
corrida, toro muy justo de raza, frenado y de viaje corto al que planteó una
batalla firme y sincera, aunque de poco eco en los tendidos. Quiso mucho el de
Fuengirola, e incluso robó algún pase suelto de buena compostura por el
derecho, mas el conjunto no acabó de despegar en ningún momento por culpa de la
extrema sosería del animal.
El quinto fue un toro noble y manejable con el que Galán se
perdió en un toreo "al hilo", sin apreturas y poco mandón. Faena
aseada, correcta sin más, pero de poco argumento artístico. Lo mejor, como en
su anterior oponente, fue la estocada final.
Soberbio fue el saludo a la verónica de Pepe Moral a su
primero. Lances mecidos, cadenciosos y ganando terreno hasta los medios, y
abrochados con una media a pies juntos de auténtico cartel de toros. Pero muleta en mano no hubo sintonía entre toro y torero, y
eso que el de El Ventorrillo fue excepcional para el toreo, pero el defecto de
Moral fue el no someterle en ningún momento, el no bajarle la mano y hacerlo
todo a media altura, y así no hubo tampoco comunión con los tendidos en una
faena a menos y mal rubricada con los aceros.
En el sexto apuntó bien Moral sobre todo en los comienzos de
faena, pero diluyéndose también a medida que avanzó el trasteo. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Toros de El Ventorrillo,
bien presentados, muy nobles y de buen juego en su conjunto, sobre todo
tercero, cuarto y quinto. Primero y sexto estuvieron en la frontera, mientras
que el segundo fue el único que desentonó.
Ricardo Torres, de verde y oro: tres pinchazos y estocada
atravesada y descabello (silencio tras aviso); y estocada atravesada y
descabello (vuelta al ruedo tras petición).
David Galán, de blanco y oro: estocada (silencio);
estocada (silencio tras aviso).
Pepe Moral, de ceniza y oro: tres pinchazos, metisaca
y nuevo pinchazo (silencio); y estocada desprendida (silencio tras aviso).
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del
taurino Miguel Flores, recientemente
fallecido.
La plaza registró un cuarto de entrada en tarde de mucho calor.
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