El torero de La Puebla vuelve a
escandalizar a La Malagueta tras dejarse el jueves un toro vivo; Perera se va
de nuevo de vacío.
CARLOS CRIVELL
@carloscrivell
Diario ELMUNDO de
Madrid
El terral caldeó las calles y en la plaza el vendaval movió
los engaños toreros. Fue una tarde incómoda para los matadores. Se toreó cerca
de las tablas a toros que hubieran lucido más en los medios.
Morante centró todas las miradas. Venía del escándalo del
jueves con toro al corral en tarde de inhibición absoluta y era el día para
restablecer las relaciones con esta afición. La tarde fue mala para el de La
Puebla. Mal amigo el viento para torear. Su actitud no ayudó a la
reconciliación. Dejó que el primero recibiera cuatro puyazos, lo que indica que
hubo falta de atención en la lidia. El toro, que lo tenía todo bajo mínimos, se
murió en los primeros compases de la faena. No hubo faena, sino unos tímidos
intentos desanimados. El animal se acogotó, metió la cabeza entre sus manos y
se tumbó tras dos pinchazos. La bronca fue monumental, de las que ya no se
escuchan en una plaza de toros.
Se supone que la esperanza final era el cuarto, un toro sin
fuerzas, nobilísimo y que iba y venía sin vida. Morante comenzó por alto junto
a las tablas. Allí siguió con derechazos muy bonitos pero en los que faltaba la
emoción del toro. Por la izquierda el toro acortó más el viaje. Todo quedó en
un quiero y no consigo nada. Y de nuevo se enredó con la espada para escuchar
dos avisos. Cuatro toros y casi nada en el recuerdo.
Miguel Ángel Perera tapó con su muleta al segundo, que llevó
la cara a media altura y remató por arriba sus viajes. El viento arreció más
que nunca. Muchos derechazos y una de naturales en los que le pudo a todo sin
llegar a completar nada. Más de lo mismo con el descastado quinto, que acabó
metido en las tablas después de una labor en la que bajó la mano sin lograr
ningún eco en el tendido. Perera ha matado cuatro toros, ninguno ha sido bueno,
pero su talante no ha sido el que se podía esperar.
Alejandro Talavante se lució en un precioso quite por chicuelinas
en el segundo. El tercero era una especie sospechosa, blandita y sin fuelle. En
las tablas le dio varios naturales muy lentos, soberbios. No era posible
ligarlos. Un cambio de mano completo levantó la admiración. Faena bonita sin
toro. Sacó al sexto al centro, casi un milagro tal y como estaba la tarde. Fue
otro toro noblón que se dejó sin humillar. Talavante meció la derecha con
temple. No se acopló con la izquierda entre toques violentos y la búsqueda de
la distancia. Otra tanda, con más fibra y coraje, tuvo más fondo, así como un
circular muy celebrado. Remató con manoletinas. La oreja alivió una tarde de
pocos contenidos.
CUVILLO/ Morante, Perera y Talavante
Plaza de toros de La Malagueta, 20 de agosto de 2016. 7ª de Feria. Tres
cuartos de plaza.
Seis toros de Núñez del Cuvillo,
terciados de presencia, nobles, justos de raza y carentes de fuerzas. Mejores
cuarto y sexto. Saludó en banderillas Javier
Ambel.
Morante de la Puebla, de negro y oro. Dos pinchazos y el toro se
echa (bronca). En el cuarto, pinchazo, estocada y dos descabellos (palmas tras
dos avisos).
Miguel Ángel Perera, de pizarra y oro. Estocada trasera y
atravesada (saludos). En el quinto, media estocada atravesada (silencio).
Alejandro Talavante, de marfil y oro. Pinchazo y estocada
trasera (saludos). En el sexto, estocada y tendida (una oreja).
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