Lejos
de caer en la insistencia del pesimismo, razones hay, creo que es momento de
abordar lo que nos va a suceder, no en un futuro próximo, sino desde un futuro
próximo
CARLOS RUIZ
VILLASUSO
@CRuizVillasuso
Redacción APLAUSOS
La palabra reinventar se aproxima a la necesidad
de actuación de los españoles cuando esta crisis sanitaria pase. Se aproxima.
Pero, lejos de caer en la insistencia del pesimismo, razones hay, creo que es
momento de abordar lo que nos va a suceder, no en un futuro próximo, sino desde
un futuro próximo. Nada será igual porque la recesión económica se calcula
mucho peor que la última crisis. Se habla de una especie de posguerra. Pues si
es así, vamos palante.
Si se puede dar algo de temporada, oro en paño.
Dar una temporada con dos propósitos. Uno, dar salida al “producto” todo lo que
se pueda y, dos, dar esperanza al aficionado con el mensaje de que estamos
vivos y vamos a seguir siendo una actividad importante. Para lograr estos dos
objetivos es necesario tomar medidas de posguerra. Es decir, medidas
coyunturales urgentes y medias estructurales importantes para el medio y largo
plazo.
Es necesario tomar medidas de posguerra. Cuando dejen hacer
espectáculos con reunión de un público reducido, hay que hacer montones para
repartir entre los que han trabajado. Lo mío y de cada uno va a ser lo que
haya. O eso, o nada
En cuanto se pueda concentrar a público en una
plaza, olvidémonos de los santos patrones. Ciudad que aún case patrono y fiesta
con feria, adelante. Las demás, las que no han podido celebrarse, que traten
por todos los medios de dar toros, los que sean, cuando sean. Sin otra
finalidad que sacar el producto y aliviar el “hambre de toros”. Usar las plazas
cubiertas de forma valiente y en fechas inusuales. Porque cuando podamos salir
a la calle las ganas de ocio serán inmensas, quizá paralelas a la falta de
dinero en el bolsillo.
Yo pregunto. ¿Se sabía lo que ganaba Manolete? ¿Se
sabían los honorarios de los que sean en la posguerra de nuestra Guerra Civil?
No. De la taquilla se hacían montones, literal. Montones para repartir entre
los que habían trabajado, toreado, organizado, puesto los toros… Pues hagamos
lo mismo. Lo que se ingrese en el festejo, dinero de todos sin la base a priori
de “esto es lo mío”. Lo mío y de cada uno va a ser lo que haya. O eso, o nada.
Supongamos que dejan espectáculos con reunión de
un público reducido, mil, dos mil personas. Pues a dar toros para mil o dos mil
gentes. Y a hacer montones. Con racionalidad, con equilibrio. Porque es eso o
no es nada. Y lo que sucede después de la nada es la nada perpetua. Cuidado con
los sitios donde no se den toros, a ver si mañana no se dan y no pasa nada.
Se necesitan medidas estructurales para ir
creciendo de nuevo. La reducción de costes ha de ser absoluta
Lógicamente, esta forma urgente de posguerra es
solo una medida transitoria. Se necesitan medidas estructurales para ir
creciendo de nuevo. La reducción de costes ha de ser absoluta. Pedir un canon
cero por uno o dos años, o un año y un porcentaje el siguiente, sumar la
reducción de costes organizativos y fiscales, poner sensatez en los honorarios,
rebajar el precio de las entradas de forma proporcional a la reducción de
costes, facilitar el pago de la forma que sea a abonados…
Las gentes de el fútbol dicen que jamás se volverá
a ver una “compra” de jugadores a los precios desorbitados y hasta inmorales
que había ahora. En realidad esta crisis que nos lleva a una economía
desconocida para casi todos, nos pone en el fondo de la piscina para invitarnos
a tirar hacia la superficie. Todo lastre que tengamos va a hacer que no podamos
salir a flote.
O es todos juntos o no será. Por primera vez es así. Si
alguien trata de salvar su economía particular sin mirar en paralelo a la
economía de todos, ganaderos, toreros, empresarios, público, posiblemente ni
siquiera salve su negocio
Y eso no se logra con la forma de actuar de
siempre. O es todos juntos o no será. Por primera vez es así. Si alguien trata
de salvar su economía particular sin mirar en paralelo a la economía de todos,
ganaderos, toreros, empresarios, público, posiblemente ni siquiera salve su
negocio. Y, sinceramente, creo que hay forma de sobrevivir y, más tarde, de
crecer. Porque posiblemente seamos el sector que tiene más “cintura” al no ser
sector que viva o dependa de las subvenciones.
Es ahora cuando solo el hecho de reducir los
costes de explotación impuestos en los pliegos, nos llevará a certificar que
son los más altos que jamás haya tenido actividad económica alguna. Pedir
condiciones de explotación a modo de estos tiempos es tarea de todos, no solo
de los empresarios. De todos juntos. Porque a todos nos va la vida en ello.
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