Las
tradicionales revistas impresas 'Aplausos' y '6 Toros 6' sobreviven en la red;
los portales informativos digitales 'Mundotoro' y 'Cultoro' afrontan ERTES con
angustiosas perspectivas
MARÍA
VALLEJO
@m_vallejo_
Diario EL
MUNDO de Madrid
La pandemia que ya no necesita apellido golpea la
línea de flotación de la prensa especializada taurina. Precisa como un gancho
de Joe Frazier en busca del K.O. técnico del sector. La regla de tres es
sencilla: sin festejos, no hay ingresos. El resultado también. Los semanarios Aplausos
y 6TOROS6 han dejado de salir en papel ante la imposibilidad de llegar al
kiosco y los portales taurinos de referencia, Mundotoro y Cultoro, se han visto
abocados al ERTE por la caída de las cifras y la publicidad, que se desploman
de la mano por un precipicio sin ayudas. Entre la asfixia económica y el
desamparo sectorial y estatal, la difícil tabla de salvación de no dejar de
funcionar. En números rojos y desde casa, las rotativas no pueden parar:
"Intentamos seguir porque sabemos que el que cierre ahora no abrirá
nunca", dice el director de Mundotoro, Carlos Ruiz Villasuso.
Aplausos resiste el azote del COVID-19 aferrado a
su web, "con algún anunciante no taurino, un poco de músculo y la voluntad
inequívoca de que la retirada del papel sea coyuntural", dice José Luis
Benlloch, director del semanario. "Tenemos el compromiso de prolongar las
suscripciones cuando esto se recupere", continúa. Aunque el medio "se
nutre principalmente de las ventas en el kiosco y la publicidad de los
festejos", no ha habido recortes de plantilla hasta el momento. Tampoco en
6TOROS6, que ha cambiado el satinado por las tabletas y cada domingo llega
gratis a sus lectores en forma de revista digital. Así han sacado ya cinco
números desde el inicio del confinamiento (disponibles en:
https://www.revista6toros6.es/) que rompen la numeración tradicional del
semanario. "Paramos en el 1.341 y queremos volver a salir en papel con el
1.342. Algo similar al famoso 'Como decíamos ayer' de Fray Luis de León.
¿Podremos hacerlo? Quién sabe...", dice su director, José Luis Ramón, con
una única certeza: los ingresos son cero.
La previsiones no son más optimistas en la cara
digital del sector. "Salvo un par de contratos de venta de contenidos,
nuestra única fuente de ingresos son las ferias. Desde que se decretó el estado
de alarma, la facturación es nula y la supervivencia como medio taurino
peligra. Creo que estamos abocados a dos salidas: la desaparición o la
reinvención", dice Marco Antonio Hierro, al frente de Cultoro. Villasuso mandó
a la gente a sus casas el 9 de mayo, antes de que el Gobierno lanzara las
primeras medidas. "Por salud. Tienen familia, hijos y abuelos". Para
poder seguir publicando, él se ha quedado fuera del ERTE por el que sigue en
liza: "No nos lo quieren dar porque nos piden el cese de la actividad, es
decir, dejar de publicar. Intentamos explicar a la administración que no hay
actividad porque nuestros ingresos son cero, pero que eso no significa que
podamos parar, porque parar significa echar el cierre y eso sería definitivo".
El caos del coronavirus diezma las escuálidas
reservas de un sector que ya tenía manzanas podridas. La endogamia
(des)estructural del mundo del toro lleva mucho tiempo carcomiendo su propio
músculo. La prensa no iba a ser la excepción que saliera indemne de un afán
autodestructivo casi tan viejo como el arte de torear. El año pasado, la
facturación de Cultoro cayó un 30% porque los empresarios decidieron pagar
menos por anunciar las ferias. "Te recortan y te recortan hasta que llega
un momento que aceptas lo que te quieran dar por la publicidad. Es lo que tiene
la endogamia. Y tampoco van a venir a anunciarse de fuera, porque estamos mal
vistos por no haber hecho el trabajo. Esto no sólo tiene que ver con el
coronavirus", dice Hierro. Google se ha sumado a esas filas del rechazo a
la tauromaquia. A finales de 2019, cerró la cuenta de Cultoro en AdSense (la
plataforma del gigante tecnológico que inserta publicidad web) por
"contenido violento". "Concretamente, se trataba de una foto de
Galdós pegando un trincherazo", cuenta Hierro, que no ha tenido forma de
arreglarlo "a pesar de que nuestro webmaster es partner de Google".
La cuenta generaba al portal unos ingresos mensuales de 900 euros, también
perdidos.
El rechazo es la consecuencia lógica del
hermetismo actual del sector. De una ruptura del torero con la vida pública
impensable en las fotografías roídas por el tiempo que otrora inmortalizaron a
las figuras del momento junto a estrellas de Hollywood y grandes personajes del
mundo de la cultura. "Antes el toreo y el torero se exponían a lo público.
Hoy han formado una especie de burbuja alrededor de sí, en la que cuando torean
se exponen pero después desaparecen. Es un error. Han perdido pegada social y
es como si no existieran. Y más en España. Es con diferencia el país taurino
menos introducido en el calado cultural. Por eso, siendo más fuertes
económicamente y con el mismo número de detractores, aquí no logramos la
permeabilidad social de Francia y de Latinoamérica", dice Villasuso. "Qué
potencial no tendrá el espectáculo, que el sector lo hace todo al revés y, aún
así, sobrevive. El problema no es del toro si no de los zoquetes que hay a su
alrededor", apostilla Hierro.
La prensa especializada es el sostén de esa
mermada presencia de los toros en la sociedad. Exiliado de las escaletas y una
gran parte de medios generalistas, el toreo debe sus glosas al periodismo
taurino. "Los grandes medios audiovisuales sólo se acuerdan del mundo del
toro cuando hay una cornada o se divorcia una figura, pero no siguen su día a
día y, por supuesto, no llegan a todas sus realidades. Es fácil colar a José
Tomás en un telediario pero ¿qué hay del torero humilde, del festejo del
pueblo, del becerrista?", dice Benlloch. "Si tú no lo hubieras
escrito, no habría pasado", le dijo Perera a Marco Antonio Hierro hace dos
años, en agradecimiento por dedicarle su crónica de una tarde en la que Roca
Rey cortó dos orejas en Bilbao: "Esa es la importancia de la prensa
taurina".
Retratan al periodista taurino como un romántico
en tierra hostil. Un Romeo Capuleto del toreo que se mantiene por vocación en
una profesión maltratada. "Como si con la vocación pudieras pagar en
Mercadona. La picadura del toreo es peor que el coronavirus". Su
sintomatología es desoladora. Vive de la lidia con las malas cifras "para
sacar adelante el medio un año más", desoye a la razón que, dice Hierro,
"aconseja que nos piremos de aquí" y es visto "como una espinita
en el zapato del propio sector". "El As y el Marca no tienen que
contar a diario las bondades del fútbol porque nadie quiere prohibirlo.
Nosotros nos pasamos el día contando que esto es muy bueno y tiene que seguir.
Sólo por eso deberían entender que somos necesarios, pero se reúnen para pedir
ayudas y, como siempre, se olvidan de la prensa taurina. Echo de menos alguna
palabra de ánimo por parte del sector", dice Villasuso. El problema,
apunta Benlloch, "es que nunca les ha gustado la crítica ni la pretensión
de objetividad".
La falta de actividad taurina que contar es otro
de escollo del COVID-19 que, por el momento, parece un mal menor. "El
toreo es mucho más que la actualidad de los festejos", dice José Luis
Ramón. A nivel de contenidos, la pandemia sólo ha prolongado sus meses de frío:
"Es como hacer una revista de invierno. Nuestra filosofía es ser una
revista de actualidad, pero somos conscientes de que hace mucho tiempo que
estamos superados por las webs de periódicos y portales y no podemos tener una
necesidad informativa perentoria. Considero que 6TOROS6 es una revista mucho
más cultural que informativa". La fidelidad, casi fetichista, de ese
aficionado que peregrina de plaza en plaza, colecciona carteles de toros y
guarda la crónica de aquella tarde para sus nietos ofrece al sector un clavo
ardiendo. "Llevamos años vendiendo las mismas revistas. Eso quiere decir
que tenemos un público fiel que seguramente está sufriendo porque la revista no
sale, pero intuyo que el impacto va a ser muy negativo para todos. Y dentro de
ese todo quizá seamos de los más vulnerables", dice Ramón. Marco Antonio
Hierro se declara "escéptico de la pervivencia de todo esto".
"De hecho [afirma], hemos abierto una línea de negocio aparte, porque como
esto siga así nos vamos a morir de hambre".
El futuro del sector, señala Benlloch, está ligado
a la suerte que corra la toreo tras la pandemia: "Si la tauromaquia se
recupera, la prensa especializada funcionará. Pero si queda marginada o
apartada, iremos en paralelo". Villasuso augura al espectáculo una gran
depresión: "La gente va a salir a la calle con muchas ganas y poco dinero.
El bolsillo vacío se anima bajando precios y costes. El toreo tendrá que
inventar una economía de guerra, porque saldrá de esto en una situación muy
parecida a la que se vivió al final de la Guerra Civil".
Los cuatro coinciden en que la pandemia, no dará
la puntilla a un arte que ha sobrevivido a papas y reyes que la prohibieron. Y
resiste al animalismo imperante. Lo contrario, subrayan, tendría consecuencias
fatales para la civilización occidental. "Estamos enterrando en fosas
comunes. Sin dar un abrazo o llorar en el hombro de nuestros muertos. No lo
dicen en la tele, pero esta crisis puede acabar con nuestra civilización y,
como España pierda otro de los resortes que le quedan de verdad, de humanismo,
lo tendrá muy difícil para salir adelante. No dijo Ortega, el que quiera saber
cómo está el pulso de España que mire cómo está el del toreo".
Ese pulso se cuela en la llamada. Es el aplauso de
las 20.00 horas que llega con dos minutos de adelanto. "Cada día empiezan
antes y acaban más tarde", dice Villasuso. "Muchos de los que baten
las palmas renegarán de nosotros. Ellos no lo saben, pero los españoles
llevamos el ADN de la gente del toro, que es la más sufrida y la más cojonuda
que existe".
No hay comentarios:
Publicar un comentario