MANOLO
MOLÉS
@ManoloMoles
Redacción APLAUSOS
Esta peste ha sido una cornada mortal en el
corazón de la fiesta del toro. Y duele todo: la cabeza para pensar, las piernas
para buscar una tarde de toros y el corazón de aficionado que se queda sin lo
que ama. De repente vivimos en un país donde el toro bravo seguramente apenas
existirá o morirá sin gloria en los mataderos; vivimos en un país que de
repente cerrará sus plazas, donde los toreros no se vestirán de luces, un país
en el que un batallón de toreros de los que teniendo mucho mérito todavía no se
han podido comprar el mejor coche y menos aún el sueño de una finca, que
seguirá siendo una quimera inalcanzable.
Todo ha cambiado. Todo se ha venido abajo. Los
toreros, sin torear. Un año en blanco. Gente que se levantará cada mañana y no
sabrá si vale la pena vestirse y salir en busca de lo que no existe. Todos
pierden pero el dolor brutal es el del ganadero. Tanto esfuerzo, tanta
selección, tanto pienso, tanto gasto, tanto mimo… ¿y qué hacemos con los toros?
Los utreros pueden esperar. Lo absurdo es lo de los cinqueños y una estúpida
regla que impide -¿por qué?- que se lidie un toro con seis años. La rutina del
toreo tiene muchos cantes baratos: “El toro de cinco y el torero de
veinticinco”. Sería en otra época. Ahora Ponce gobierna con cuarenta y tantos,
no con veinticinco. Ahora pueden seguir toreando porque la vida y el cuidado
personal (y el toro de ahora) así lo permite.
En esas camadas de seis años hay mucho toro con temple y
buena embestida. Yo no los mandaría al matadero, por eso deberían salir unos
cuantos toreros figuras y un puñado de toreros que aspiren a ello a pedir
públicamente que están dispuestos a torear a los toros con ese año de más
El toro paga el pato. Claro que se puede lidiar el
toro con seis años. Pregunten a Victorino Martín, pregunten a los Lozano,
pregunten a los ganaderos. Con seis, es verdad, está más hecho, más cuajado,
¿con más sentido?, posiblemente sí, en algunos. Sin embargo, los hay que ese
año de más les da una madurez muy toreable. Hoy en día los ganaderos seleccionan
mucho y en esas camadas de seis años hay mucho toro con temple y buena
embestida. Yo no los mandaría al matadero, por eso deberían salir unos cuantos
toreros figuras y un puñado de toreros que aspiren a ello a pedir públicamente
que están dispuestos a torear a los toros con ese año de más.
Jodidos estamos todos, lo que pasa es que se puede
estar jodido pero no entregado. La temporada se esfuma. Además, escuchas a
ministras y ministros del año de los muertos y se te encoge el corazón. No
sabes qué hacer y dónde esconderte para estar un poco seguro. Seguramente lo
sensato es que no haya festejos taurinos ni ahora ni más adelante. Pero lo que
no puede ser es que te digan que te vayas comiendo los toros con patatas porque
no va a haber posibilidad, aunque escampe, de dar una tarde de toros.
Podrían hacer como en Francia. Mont de Marsan, una
gran feria, se daba en el mes de julio. Vale. Pues se ha retrasado al mes de
agosto, ganando un mes para que se pueda dar y si no, se suspende. Eso es lo
lógico. Se espera, se mide y se da o no; pero todo el pelotón a tomar por saco
aunque salga el sol por Antequera es un “ordeno y mando”. Así se quitan un
problema de encima. Y algo más: ¿habéis oído hablar con normalidad de la fiesta
de los toros a alguno de este gobierno? Yo no digo que hable bien, solo digo
que hable con normalidad. Cero patatero. Deben ser órdenes de arriba porque
aunque no se diga, hay una gran aficionada llamada Carmen Calvo, vicepresidenta
que peleó por la Fiesta, que fue a Cataluña a ver toros cuando ya perseguían a
los taurinos como perseguían a los cristianos en tiempos del Imperio Romano.
Lo malo de todo esto es la desconexión con la gente. Un año
de silencio va a dañar gravemente a la Fiesta. Y, además, tampoco está claro
cómo va a ser el retorno. De todos modos, yo creo en la ilógica del mundo del
toro. La afición es tan de verdad que es capaz de volver y hacerlo con más
ganas, más fe y más ilusión
Lo malo de todo esto es la desconexión con la
gente. Un año de silencio va a dañar gravemente a la Fiesta. Y, además, tampoco
está claro cómo va a ser el retorno. De todos modos, yo creo en la ilógica del
mundo del toro. La afición es tan de verdad que es capaz de volver y hacerlo
con más ganas, más fe y más ilusión. Hay que regresar con más fortaleza, más
orgullo, demostrando que somos millones de personas buenas y normales (por
encima de muchísimos políticos de ocasión que como dice la copla “se lo llevan,
se lo llevan…"). Nos quieren quitar una pasión que compartimos. Yo me
quedo con ellos: con Sabina, con Calamaro, con Serrat, con Murillo, con Goya,
con Picasso, con Dalí, con Chaplin, con Orson Welles, con Buñuel, con Lorca,
con tantos que no caben aquí.
En una plaza de toros hay de todos los colores.
Una plaza de toros es mucho más democrática que una formación política, porque
caben todos y el carnet es la entrada. Que quede claro: no debemos nada ni a la
derecha ni a la izquierda. La política está para otras cosas. Pero estamos
jodidos. Va a ser un año duro. Sobre todo para ganaderos, subalternos,
aficionados y toreros que pelean por su futuro. ¿Qué hacemos? No bajar la
guardia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario