La
Maestranza mantiene el cierre en el emblemático Domingo de Resurrección
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
Este Domingo de Resurrección (taurinamente) no ha
sido tal. Velos de incertidumbre cubren arenas y palcos. Nubes negras en el
horizonte. Candados en las puertas de chiqueros. No hay toros. Los miedos los
traen otros vientos y los sueños... los sueños, sueños son. Hay luto y pesar en
lugar de gloria. Pasadas las Fallas y la Magdalena, las ferias de la apertura
grande de la temporada, hoy tocaba la gran gala de la Maestranza de Sevilla. El
Domingo de Resurrección es Sevilla, no hacen falta más apelativos. Tiene
difícil, imposible, comparación y también vocación de apertura oficial
impulsada por la magia del escenario, gran teatro, eso, más que plaza teatro, y
por ese sentido patrio de los sevillanos que tanto admiro y tanto echo a faltar
demasiadas veces en mi Valencia.
La del Domingo de Resurrección no es ningún año
una corrida de toros más desde que Diodoro y Curro, empresario poco apegado a
los dividendos y por tanto rara avis entre los de su oficio, y torero en este
caso no menos singular en su gremio, decidieron que ese era su día y su
creación, su legado a mucha honra y ya nadie ha querido apearse de ese altar
costase lo que costase, que había años que costaba lo suyo sin que pareciese
importar, lo que sale por lo que entra y lo que entraba era mucho para la
ciudad, para la categoría de la plaza, para las biografías de ambos y para el
toreo en general. Hoy, maldito virus, las puertas de la Maestranza, lo mismo
que ha ocurrido a lo largo de la Semana Santa con la capilla del Baratillo, la
de los Marineros, la basílica del Cachorro y la de tantos otros templos
religiosos de la ciudad, permanecerán cerradas a cal y canto y no habrá
divinidades paganas que portear por su glorioso pórtico ni vanidades que pasear
en sus aledaños.
"Velos de incertidumbre cubren arenas y palcos. Nubes
negras en el horizonte. Candados en las puertas de chiqueros. No hay toros. Los
miedos los traen otros vientos y los sueños... los sueños, sueños son"
No ocurría nada parecido, ni siquiera los años de
la guerra en los que no hubo feria aunque sí toros en abril. Algo parecido a lo
que sucedió en Valencia con las Fallas, que desde que las fiestas josefinas son
feria solo se dejaron de dar los tres años de la Guerra Civil aunque sí se
dieron toros durante la temporada -salvo en 1938-. Es evidente, o eso me temo,
que esta no es menos guerra, al menos en lo que se presume que va a ser la
salida, que ya muchos llaman posguerra. Así que esta mañana soleada en el
Arenal, cuando ya han desaparecido túnicas y capirotes de los balcones, qué
remedio, los blazer azules, las corbatas primaverales, las rayas bien hechas y
la gomina de los jovencitos y menos jovencitos con las que todos los años
vestían las vísperas feriales, tendrán que esperar. ¿Hasta San Miguel?... Y lo
dicho de Sevilla sirve para Madrid, para Arles, para Málaga… para todas las
plazas que celebraban con toros la salida de la Cuaresma.
LA ILUSIÓN DE SAN MIGUEL
Yo firmaría ya mismo que por septiembre hubiese
que engrasar los goznes de los chiqueros y los de la Puerta del Príncipe para
que entrasen los aficionados y para que saliesen los matadores. Soñar es bonito
y también difícil porque hay que ver lo que estamos pasando con este toro
marrajo por incierto y traicionero que se nos ha venido encima y también, sin
que suene a política, por la impericia de los peones y lidiadores en los que
confiamos la brega, que no aciertan a sujetarle ni mucho menos a dominarle.
"Hoy era la vuelta de Talavante en España, que ayer
debía haber toreado en Arles, ciudad camarguesa que anda queriéndole quitar la
capitalidad taurina a Nimes"
El cartel de hoy estaba cargado de interés. Tenía
de todo, incluido polémica, más interesada, digamos pasional, que argumentada,
que tampoco está mal. Debía abrir terna Morante, cada día más heredero del
padre Curro en cuanto a pasiones y singularidad. Morante es Morante. A saber
qué vestido habría preparado para la ocasión, él, tan dado a la originalidad
indumentaria y tan atrevido, tendría preparada su sorpresa o no sería Morante.
Y a partir de ahí lo seguro es que nos habremos perdido cuanto menos un mazo de
verónicas mecidas, muy reunido, muy acompañadas de la pasión de los tendidos,
que esperan lo sublime y lo contrario para enaltecer lo primero y abroncar lo
segundo, sin ira naturalmente y sin que nunca se pierda la esperanza de que en
el siguiente cambien la tornas y venga a visitarle la santa inspiración y
entonces... Son los privilegios de determinados artistas. Claro que para
tenerlos hay que ser muy artista.
Hubiésemos visto a Talavante en su vuelta en
España, porque ayer debía haber toreado en Arles, ciudad camarguesa que anda
queriéndole quitar la capitalidad taurina a Nimes. Las competencias en buena
lid nunca fueron malas. Una de las desgracias que ha traído el virus ha sido
ponerle sordina a la vuelta del extremeño, uno de los toreros con más misterio
de los últimos años y en estos momentos más necesario. Difícil de encajar en
ningún apartado que no sea el talavantismo. Rara avis en la plaza y en la
calle. Con el secreto inescrutable de las emociones...
"Yo firmaría ya mismo que por septiembre hubiese que
engrasar los goznes de los chiqueros y los de la Puerta del Príncipe para que
entrasen los aficionados y para que saliesen los matadores. Soñar es
bonito..."
Y hubiese estado Roca Rey, al que ya apuntan los
rifles de la oposición, duro privilegio de los líderes pero privilegio al fin y
al cabo. Que hablen de uno aunque… pues eso. Dicen que ha impuesto la
ganadería, sería el primero que mandando en las taquillas no impusiese
ganadería a su gusto y si esta es la triunfadora de los últimos años cabe poco
que objetar. Y en este caso los toros debían haber sido de Garcigrande, divisa
a la que pertenecía el famoso toro Orgullito indultado en esa misma plaza en la
feria de 2018.
Ahora, es evidente, lo primero es lo primero, toca
esperar a descorchar tantas ilusiones. Quizás en septiembre, por San Miguel…
Ojalá.
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