Formada
en 1522
El
licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo hermano de Hernán Cortés, la fundó
con ganado español de Navarra y del que llegó de Las Antillas
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial para
VUELTA AL RUEDO
Luego de abordar los interesantes temas sobre las
cuatro familias que han sido pilares en la crianza de ganado bravo en el país,
los Barbabosa, los González, los Llaguno y los Madrazo, gracias a las
investigaciones de los señores Eduardo Castillo García y Heriberto Lanfranchi
en sus respectivas obras especializadas en el tema, vamos ahora a recordar cómo
es que se formaron a detalle esas próceres ganaderías como Atenco, Piedras
Negras, San Mateo y La Punta, así como Santo Domingo y, para ello, nos meteremos
al libro de don Agustín Linares García, “Los Toros en España y México”, editado
en 1968, para ver como referenciaba cada una de las historias de dichas casas
ganaderas, empezando por la de Atenco, las antigua en registro del Orbe
Taurino, de divisa en azul celeste y blanco.
Empieza apuntando que “A mediados del siglo XVI,
en 1552, siendo don Luis de Velasco el primer virrey de la Nueva España, el
licenciado don Juan Gutiérrez Altamirano, primo hermano de Hernán Cortés, formó
la vacada de Atenco, que está considerada como la primera existente en el país,
entre las que subsisten”. Aquí habría que precisar el año de antigüedad de la
dehesa pues de acuerdo con la Asociación Nacional de Criadores de Toros de
Lidia es de 1522.
Continúa Linares García: “Gutiérrez Altamirano,
quien acompañó a Cortés en la conquista, obtuvo del mismo, como conde, el
pueblo de Calimaya, adquiriendo otras propiedades en el Valle de Toluca y
formando la Hacienda de Atenco, así llamada en la lengua náhuatl al significar
su nombre ‘junto al río’, con ganado traído de Las Antillas y España, entre el
que abundaba el bovino, lanar y caballar, más toros y vacas de Navarra, en un
total de 24 y por ello se tiene la impresión de que fue esta vacada la primea
que dio toros de casta para los festejos que se celebraban en México.
Los buenos pastos de la región y la abundancia de
agua proporcionada por el río y la laguna de Lerma, dieron ejemplares
magníficos, donde su casta se acentuaba por la buena cruza con los toros de
Navarra. Eran de poca alzada, abundando los de pelo castaño, color que fueron
perdiendo al avanzar las cruzas.
De Gutiérrez Altamirano pasó la Hacienda de Atenco
a los familiares de Cervantes, oriundos de los condes de Santiago y barones de
Calimaya, los que refinando la selección, mejoraron notablemente las
condiciones del toro de lidia.
Al último conde de Santiago, llamado José Juan, le
heredó la Hacienda a su sobrino Ignacio Cervantes Ayesterán, quien la vendió en
1877 a don Rafael Barbabosa Arzate, fundador de San Diego de los Padres y
Santín, las dos ganaderías que siguen en antigüedad a la primogénita de Atenco.
Posteriormente, los herederos de don Rafael,
reorganizaron la vacada trayendo de España sementales de Zalduendo, los que
dieron mal resultado, originando una escrupulosa selección y aumentando el pie
de simiente con dos sementales y 10 vacas españolas de don Felipe de Pablo
Romero, que dio excelentes crías.
Más tarde, don Manuel M. Barbabosa hizo nuevas
cruzas con sementales ibéricos del Marqués de Saltillo, mismos que cambiaron la
pinta castaña para convertirlos con esta cruza en negros, cárdenos y salineros,
de gran codicia y bravura.
Se encuentra esta célebre ganadería enclavada en
el Valle de Toluca, en Tenango del Valle, perteneciente al municipio de
Santiago Tianguistenco, en el Estado de México.
En ella se tentó a campo abierto hasta 1905,
haciéndolo después en plaza durante el mes de octubre”. Continuará…
DATO
Gutiérrez Altamirano, durante la conquista, fue conde de
Calimaya y formó la Hacienda de Atenco, que en lengua náhuatl significa “junto
al río”
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