DARÍO
JUÁREZ
@dariojuarezc
www.porelpitonderecho.com
Hablar con Ricardo Gallardo en vísperas de lidiar
en una feria supone, muchas veces, quedarte sin titulares por la dificultad de
palabra con la que los nervios tienen costumbre de envidarle a grande. Ahora,
en pleno confinamiento, el dueño enérgico de los toros que pastan en las
dehesas gaditanas de San José del Valle, dice sentirse dolido y muy preocupado
por la repercusión negativa con la que la crisis del coronavirus ha incidido en
el mundo del toro. Los fuenteymbro con destino Valencia, Sevilla y Madrid
-plaza donde tenía cerradas seis tardes en la temporada, una de ella con la
presencia de Roca Rey en San Isidro- siguen rumiando en 'Los Romerales',
incrementando el gasto y con un futuro tan negro como incierto por delante. De
momento, entre 30 y 40 animales de la divisa verde no han sido embarcados hacia
las plazas.
La evidente preocupación está haciendo que el
ganadero no pueda mantener intacta la esperanza de poder dar salida a esas
reses, con la suspensión de las primeras ferias del circuito y a golpe de
teléfono para buscar nuevos clientes. Sin embargo, su pérdida más dolorosa de
esta crisis ya la ha vivido con el adiós de su amigo, el genio de Jandilla,
maestro y mentor en esto de ser ganadero, Borja Domecq. Hasta el punto de
negarse a hablar de él en estos momentos.
Ricardo Gallardo dice haber sentido de cerca el
aliento del virus, pero por suerte para él ya ha pasado de largo. Un duro
trance que lleva de mejor manera o de manera menos mala, que ver a diario en el
campo los toros y novillos que tenía reseñados para las primeras grandes
ferias, sin poder darles salida de momento: «ahora mismo tenía que tener cuatro
festejos lidiados y cobrados, y no tengo ninguno», señala. De Valencia, Sevilla
y Madrid, Gallardo cuenta con entre 30 y 40 animales -hasta el momento- que no
se han subido al camión y que siguen en la dehesa comiendo y generando gastos:
«hemos pasado de tenerlo todo hecho a tener que buscar nuevos clientes, tal y
como está el panorama... Terrorífico, vaya».
Las empresas tampoco le han dejado la puerta
abierta para hacer efectivo el contrato en otra fecha. Cuenta que la novillada
de Valencia viajó, pasó el reconocimiento y al día siguiente estaba de regreso
en la finca: «No han adoptado ninguna postura. Simplemente nos dijeron 'esto se
ha suspendido, llévate los toros que son tuyos'. Y punto. No me ha dicho nadie
nada de ningún plan para posponer los festejos. No sé la credibilidad que puede
tener ese rumor, si no sabemos cómo vamos a estar de aquí a un mes», comenta
Gallardo.
Comparto con él que ojalá «Dios, la Virgen o quien
sea» logre encontrar la vacuna certera para frenar esta pandemia. Volviendo a
la crisis que habita en la dehesa y con la lógica delante, tiene claro que un
ganadero cría toros para venderlos, pero no aprobaría que se lidiasen con seis
años, al contrario que algunos aficionados que lo verían positivo: «Sería
ruinoso. Si tú tienes que tener un cuatreño dos años más y no se ha lidiado, el
toro adquiere mucho más sentido y eso puede generar problemas en la plaza, en
el manejo del campo y con los demás toros, además del gasto que eso supondría.
Yo no lo llegaría ni a sopesar: el toro tiene su tiempo y creo que debemos
hacernos a la idea y aclimatarnos a lo que se pueda dar».
Mandar reses al matadero es un temor para
cualquier ganadero y, lamentablemente, ya una realidad también en Fuente Ymbro:
«Yo tenía vendidas 12 novilladas y otras 12 o 14 corridas de toros para este
año. Me duele mucho pero, si no voy a lidiarlas, ¿para qué las quiero aquí? Y
ya no sólo lo que pierdes por no venderlo, sino la receta de más que te
supondrá mantenerlo. Yo sé que a muchos aficionados les gustaría pero, si con
cuatro años no somos capaces de rentabilizar un toro, ¿cómo vamos a hacerlo con
uno de seis?», cuestiona.
Tras la misiva enviada por la UCTL (Unión de
Criadores de Toros de Lidia) al Ministerio de Cultura para que palie o supure
de alguna manera las pérdidas que está ocasionando esta crisis en la cabaña
brava española, equiparando la tauromaquia a otras disciplinas, Ricardo
Gallardo sólo confirma sus renglones y espera que se «tenga consideración a la
hora de valorar el toreo como las demás artes. Para Cultura, un bailador debe
ser lo mismo que un torero, o un banderillero que un músico», señala Gallardo.
Se dice que fueron los ganaderos los que,
prácticamente, salvaron la tauromaquia tras la crisis de 2008, ya que el resto
de la pirámide que come y vive del toro no estuvo por la labor de ser
condescendiente con la situación, rebajando sus pretensiones: «Yo aportaré todo
lo que pueda y sólo espero que el año que viene se pueda estar hablando de esto
como algo que pasó. ¿Que hay que reestructurarlo reduciendo festejos? Pues a lo
mejor sí. En tiempos de Ordóñez, en Sevilla sólo se daban 7 u 8 corridas de
toros en abril…», concluye.
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