La
historia de Casa Neus. De La Escala a Rosas, de punta a cabo de la bahía.
Pleitos griegos. Un suquet de pescado
Ignacio Álvarez Vara “BARQUERITO”
Especial para VUELTA AL
RUEDO
ANTES DE LA GUERRA CIVIL, el restaurante, con su bodega y su
fonda, al lado del puerto viejo, se llamaba Casa Neus, o Ca la Neus. Su
traducción al castellano es sencilla: Casa Nieves. Al suavizarse la persecución
del catalán en las rotulaciones, los topónimos y en la onomástica también, pudo
haberse recuperado el nombre original pero no se hizo. Cuando el destino me
llevó en 1965 a La Escala, la gente lo seguía llamando Ca la Neus. Y así fue entiendo
que hasta 1976. Cerraron.
No sería por falta de fama o clientes,
sino por exceso de demanda. O porque el puerto nuevo –dos puertos, el pesquero
y el deportivo, uno enfrente del otro, compartiendo aguas dormidas y mansas- se
había convertido en el centro ¿neurálgico? de La Escala moderna. Ahí se instaló
en 1986 la Neus remozada, las riendas en manos de otra Neus, nieta de la
primera, Neus Suñer, y camuflada la casa con el nombre de Navili.
Desde el Navili, es decir, desde el
puerto de La Escala, confín sur de la ciudad, hasta las ruinas de Ampurias y la
desembocadura del Fluviá hay una larga caminata de tres cuartos de hora o algo
más. Depende del paso. Si el camino se hace bordeando la orilla del mar,
siguiendo el paseo marítimo -el Passeig
del Mar- , se acaba pasando por delante del hotel Neus Mar, abierto diez años
antes del Navili.
La historia de la partición de la
herencia no la conozco. En la red descubrí al mediodía los datos elementales,
las fechas fundamentales y hasta la de la fundación de Ca la Neus: 1916. Una
bodega y a la vez taberna que en esa fecha compró Arquímedes Ballester, el
marido de la Neus. Cocinaba él y no ella, y por lo leído y sabido más que bien.
En sus dietarios Josep Pla, que tan
encendidos palabras dedicó a la casa, de la que fue asiduo, nunca menciona el
restaurante por su nombre. Se limita a escribir en las anotaciones
telegráficas: “voy donde Arquímedes, como con Arquimedes…”, etcétera. Y esta
mañana, leyendo en la edición de Destino las “Notes per a un diari de 1965” en
el último tomo de sus Obras Completas, me ha llamado la atención justamente ese
dato: la mención de Arquímedes tantas veces repetida. No caía en la cuenta y me
puse a indagar. Encontré pistas fiables.
No entra en detalles una página
sencilla –Antics hostals del camí ral- de un bloguero ilustrado y anónimo que
acompaña la entrada dedicada a Casa Nieves de imágenes suculentas: el carrer
del Port en los años 60, calle estrechita, un seat 600 estacionado a la puerta,
el portón tachonado de bodega vieja –la recuerdo bien-, las brigadas de
camareras, cocineros y camareros uniformado posando en la playa, hasta tres
etiquetas o tarjetas publicitarias muy de época, una perspectiva del Neus Mar
tomada desde altura y con teleobjetivo en día claro y soleado. He reconocido la
habitación de la última planta, justo la de esquina al mar, donde estuve alojado.
Por curioso, he buscado en la red
razón del Neus Mar, el hotel cerrado y supongo que vendido en 2016, reapertura
en 2019, y he leído comentarios negativos sobre su cocina y su menú. De manera
que la familia, los Ballester, se llevaría consigo la rica cocina y sus
secretos, la vitrina, las fotos y los cuadros del nieto de Arquímedes, por él
pimtados, que estaban colgados por el vestíbulo y los salones. Y, curiosidad
inmediata y satisfecha en la propia red, he visto que el Navili, sillas de anea
y brazos en el comedor, sigue honrando la leyenda de la dinastía: cuatro o
cinco estrellas del trip advisor, nunca menos, y comentarios más que elogiosos.
Todo a pedir de boca.Y hasta el aviso
de que, a pesar de la fidelidad a los guisos tradicionales –los suquets de
Arquímedes, es decir, sus principios, y los arroces, y las zarzuelas de
marisco-, se han incorporado a la carta aventuras de vanguardia. Lógico: justo
en la otra punta de la bahía de Rosas estuvo abierto hasta la hora de su cierre
El Bulli, el laboratorio culinario de Ferrán Adriá, la revolución del gusto,
una investigación alimentaria sin límites ni precedentes. De El Bulli al Navili
median por la costa veintitantos kilómetros a vuelo de pájaro o a pie.
La ruta por carretera es quebrada y
por carreteras secundarias. Sant Pere Pescador es u pueblo castizo. Vale la pena volver a
Figueras para enfilar sin una sola curva el camino de Rosas. Suponiendo que ese sea tu destino. En
aquella época –in illo tempore- había
entre La Escala y Rosas una visible rivalidad. Dos colonias griegas en guerra
al cabo de los siglos, pero el beneficio de Ampurias inclinaba inevitablemente
la balanza. Y, luego, la escollera griega, no intacta pero preservada aunque sea
tan solo un trechito de no más de veinte metros. ¡Para qué más!
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