El
ganadero de Garcigrande, que este domingo lidiaba en Sevilla, analiza la
situación en el campo bravo: «He vuelto al sistema de manutención de los años
80»
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC
de Madrid
El COVID-19 ha golpeado con ímpetu a la temporada
taurina 2020. No se libra ni un sector de esta industria cultural, con el campo
bravo como el más perjudicado. Todo son gastos, aunque una mente privilegiada
como la del ganadero Justo Hernández busca las vueltas para aminorar los
costes: «Intento ahorrar con una manutención parecida a las de los años 80.
Antiguamente, el campo vivía de lo que daba la finca, no se desaprovechaba
nada. Había más austeridad en todos los sentidos, y a eso hay que volver, con
el aprovechamiento máximo de todo».
Su preocupación galopa al mismo ritmo que la
incertidumbre. Falta un «Orgullito» entre los mandamases políticos para lidiar
la crisis de coronavirus. «Ha habido total incompetencia e irresponsabilidad
por parte del Gobierno. Han mandado al ejército a pelear sin armas en esta
guerra. ¿Cómo puede ser que nuestros sanitarios, nuestros militares, nuestros
policías, se hayan visto sin el material necesario para combatir este virus del
que venían avisando desde enero?», se lamenta. Como tantos, como cada uno de
los héroes que hoy se juegan la vida para sanar la de los infectados: desde
médicos a personal de limpieza.
«Ha habido total incompetencia e irresponsabilidad por parte
del Gobierno. Han mandado al ejército a pelear sin armas en esta guerra»
Frente a «ese ejemplo de incompentencia», al otro
lado de esta pandemia se alza «el admirable ejemplo de todos los que luchan
para combatir el virus». El ganadero de las divisas de Domingo Hernández y
Garcigrande, predilectas por las figuras y presentes en los carteles de
relumbrón, conoce de cerca el caso de una mujer que se la juega para curar a
otros: su esposa, que trabaja de enfermera. «No nos vemos desde que empezó todo
esto, ella está sola en casa para evitar posibles contagios».
El criador de «Atajante», un gran toro indultado
por Antonio Ferrera en la única feria que de momento se ha celebrado, la de
Olivenza, continúa con sus labores diarias en su finca salmantina. Allí no hay
teletrabajo posible. Allí hay que cuidar del ganado, más de dos mil cabezas,
jornada tras jornada. «Hay mucha preocupación, ninguna ganadería es comparable
a otra y ya veremos qué pasa...», dice. ¿Cree que alguna ganadería quedará por
el camino con este «crash»? «Es muy probable, esto es dramático para mucha
gente».
Aun así, Hernández prefiere no perder la fe y
confía en que «España salga adelante, no por los que nos gobiernan, sino por
los propios españoles». Resurgir y resurgir: «España es un gran país», subraya.
A Justo Hernández se le han quedado ya, de
momento, ocho corridas en el campo: Castellón, Valencia, Arles, Nimes, Madrid,
dos en Sevilla... Matemáticamente, 48 toros, y según el presidente de la
Fundación del Toro de Lidia, Victorino Martín, cada toro cuesta criarlo unos
5.000 euros. Más lo que no se ingresa. Más lo que cada uno de esos toros
lidiados ayuda a sostener el resto de la ganadería.
Sin Domingo de Resurrección
Esta tarde, Garcigrande hubiese lidiado en la
corrida más esperada del calendario, la del Domingo de Resurrección en la
Maestranza. Después de tanta polémica desencadenada, el cartel no se celebrará,
a la espera de que pueda aplazarse a octubre a la vera de la Feria de San
Miguel. «Yo no sé lo que va a pasar. No me atrevo a pronosticar nada, y tampoco
me parece fiable ningún pronóstico. Esto ha pillado al Gobierno desprevenido y
sin las sufientes provisiones». Salvo las humanas: «La gente es la que ha
estado de verdad a la altura».
Más allá de cuándo pueda volver a prenderse el
motor de la temporada taurina, «lo verdaderamente importante ahora es la salud
de las personas, han muerto ya más de quince mil... Esas familias son las que
están totalmente destrozadas, sin poder ni despedirse de los suyos. Es muy
triste». Y añade: «Si yo fuera el presidente del Gobierno, no dormiría
tranquilo».
«Los que gobiernan no han estado a altura, pero los
ciudadanos, sí. España es un gran país y saldremos adelante»
De repente, al otro lado del teléfono se hace el
silencio. Respira. Recuerda al padre que le enseñó el oficio ganadero. ¿Qué
pensaría de todo esto? «Eso mismo me pregunto cada día. Cómo lo afrontaría él,
e intento hacer lo que creo que él haría para sostener del modo más austero la
ganadería».
Sobre las posibles pérdidas, que a ojo
periodístico en solo estas ocho corridas podrían rondar el medio millón de
euros, dice: «De verdad, no he hecho cálculos. Quiero esperar a que todo pase y
entonces echaré cuentas. Ahora no me queda otra que ajustar gastos».
Oferta y demanda
Para estas primeras corridas, contaba con unos 18
cinqueños. Y sobre la opción de poder lidiar toros con seis años en 2021
argumenta: «No sé, habrá más oferta que demanda y los precios bajarán. No es
fácil». La opción del matadero y la de las calles también están, «pero ese
mercado también tiene su demanda». Sobrarán toros y habrá que reajustar. «El
toreo, como todo, se mueve por la ley de la oferta y la demanda». Ese es el
resumen, como aquella otra crisis (pero de otro modo) de 2008 tras los años de
vino y rosas.
Cuando este filme de terror termine de rodarse,
con toda su cruda realidad a cuesta, Justo Hernández cree que los toros saldrán
a flote. Por un motivo: «Los toros son del pueblo, un espectáculo de masas
capaz de competir con un sector superorganizado como el fútbol y por encima de
otros espectáculos culturales. Aquí no es dueño de la tauromaquia ni una figura
del toreo, ni el mejor empresario ni el mejor ganadero. El dueño es el pueblo».
Y los pueblos, con todo lo que representan, serán un punto a recuperar, como en
otra época, como en las guerrillas de Palomo y El Cordobés. «Las ciudades son
claves, pero cuando todo arranque considero, como otros profesionales con los
que he hablado, que será importante recuperar los toros también en los
pueblos». «Ahora -continúa- estamos deprimidos y la crisis económica y
psicológica es dura, pero llegará un momento en que volveremos». Volver a vivir.
Los que puedan contarlo.
Por los que están y por los que se fueron, Justo
Hernández lanza un mensaje de ánimo: «España es un gran país. Hay auténticos
genios. No será fácil, pero saldremos adelante». La bravura de una piel de toro
que se crecerá con el castigo que cambió el ruedo de la vida.
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