Un
empeño común para todos los sectores
Dando
por perdida en una gran medida la temporada de 2020, es momento para que todos
los sectores taurinos –aficionados incluidos-- nos pongamos a trabajar en el
plan de reconstrucción del mundo del toro para los próximos años. Como estudió
hace unos años el profesor Juan Medina, a la economía y la actividad taurinas
les cuesta bastantes años volver a niveles anteriores. Solo el trabajo bien
hecho, sin particularismos ni banderías, nos permitirá volver a la plena
normalidad. Si queremos ser realistas, "el día después" se comienza a
reconstruir hoy.
Ahora, cuando el coronavirus tanto daño va a
causar a todo el mundo del toro, qué oportuno resulta volver a leer el
extraordinario informe que elaboró en 2013 el profesor Juan Medina --¡cuánto se
echan en falta los trabajos de su blogs!-- sobre el impacto que históricamente
han tenido las grandes crisis económicas sobre la Fiesta.
Se refería allí a los efectos que tuvieron para la
Fiesta de la gran depresión del 1929, la
crisis del petróleo y la más reciente
crisis iniciada en 2008. Lo que venía a explicar el profesor Medina es que de
todas estas situación la Fiesta se había recuperado, pero para volver a los
niveles anteriores las actividades taurinas necesitaron de un amplio periodo de
tiempo, que en alguna ocasión ha llegado a ser de 20 años. “Las 300 corridas
que se dieron en 1929 –escribía Medina-- no volvieron a celebrarse hasta 1957.
Las 678 corridas de 1974 sólo regresaron en 1994”.
Y no fue menor el impacto en el caso de la ultima
crisis. Si a raíz de esa etapa de 2007 hubiéramos regresado, por ejemplo, “a los niveles de 1986, justo al comienzo del
despegue económico-taurino, deberían organizarse 11,4 corridas por millón de
habitantes. Eso significa, teniendo en cuenta la población actual, dar 536 corridas
al año. Sobrarían, por tanto, aún unos 120 festejos”, como estimaba el profesor
Medina. Pues bien, superada aquella última crisis en 2019 se celebraron 450
corridas de toros en España, esto casi cien por debajo de la estimación
estadística. Quiere decir que aun recuperando terreno, dejamos mucha actividad
en el camino.
Ahora hay quien incluso pronostica que el impacto
de la actual crisis del coronavirus puede ser mayor que en todas las
anteriores. Parece obvio que el número de espectáculos, de toda condición, va
reducirse en 2020, desde el momento en que las plazas y las actividades
taurinas están incursas por no se sabe cuanto tiempo en las ordenes de
prohibición por el estado de Alarma.
Pero a este respecto, no conviene vivir en un
mundo irreal: aunque las Fallas se trasladen a julio, no será posible alcanzar
el número de festejos y espectadores de las Fallas más la Feria de julio; otro
tanto va a ocurrir en Sevilla con las fusionadas Feria de abril con la de San
Miguel; y si San Isidro tropieza con dificultades, la estadística a la baja ya
se dispararán.
Sin embargo, esos retrocesos pueden ser puramente
circunstanciales, debido simplemente al menor de días hábiles para celebrar
festejos. Lo más grave es que las economías familiares y empresariales no se
van a recuperar porque se le acabe ganando la batalla al virus; esas se
prolongarán por mucho más tiempo, al mismo ritmo que se reduzca la actividad
económica y crezca el paro. Y esta realidad, que será dura, repercutirá de modo
directo e indirecto en toda la actividad taurina.
Por eso, el día después es lo que más nos debiera
preocupar a todos, desde las Corporaciones públicas y sus cánones de
arrendamiento hasta el espectador de la última andanada para la temporada de
2021, de 2022…. En ese después la Fiesta
nada va a ser lo mismo en cuanto se
refiere a su organización y a su economía. Como del Estado cabe esperar eso que
vulgarmente se denomina lo justo, es decir: poco, será responsabilidad de
cuántos de una forma u otra viven alrededor de la Fiesta. Hay que comenzar desde ya a trabajar para
reconstruir en todo lo más posible los cambios que vendrán impuestos desde
fuera. Es lo que urge en estos momentos.
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