En la
familia Llaguno
El 5 de febrero de 1946, con ganado de San Mateo, “El Soldado”, “Manolete” y Procuna inauguraron la Plaza México / ADARBO |
Los
triunfos siguieron a San Mateo cuando lidiaba, pero por desgracia don Antonio,
afectado de salud, dejó de existir el 15 de enero de 1953
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial
para VUELTA AL RUEDO
Continuamos con la narrativa histórica del colega
y amigo Eduardo Castillo García, en su obra “Nuestro Toro”, sobre la célebre
familia Llaguno y sus dehesas, San Mateo y Torrecilla, una de las cuatro que
han dado soporte a la crianza de las reses bravas en toda la geografía taurina
del país.
“En 1937, el incomparable diestro Luis Castro ‘El
Soldado’ le cortó el rabo al toro ‘Pajarito’ en el coso capitalino El Toreo de
la Condesa. El año de 1938 fue extraordinario para la mancuerna formada por
Llaguno-Garza, pues el 6 de febrero Lorenzo se encierra con seis toros en el
mismo ruedo cortando siete orejas y tres rabos: las dos y el rabo de
‘Desertor’, las dos y el rabo de ‘Peregrino’, una oreja de ‘Campanillero’,
dando varias vueltas al ruedo, una de ellas con don Antonio Llaguno y las dos y
el rabo de ‘Príncipe Azul’ para salir en hombros junto con el ganadero.
En 1941 correspondió el triunfo al ‘Faraón de
Texcoco’ Silverio Pérez, en el mismo escenario, con ‘Cantinero’ y en 1942 al
diestro David Liceaga tras estoquear a ‘Zamorano’. En 1946, Luis Procuna corta
el último rabo de un San Mateo, a ‘Currito’, en El Toreo de la Condesa. Ese
mismo año tuvo el honor de presentar los toros para la corrida inaugural de la
Monumental Plaza México, la tarde histórica del martes 5 de febrero en que
partieron plaza Luis Castro ‘El Soldado’, el cordobés Manuel Rodríguez ‘Manolete’
y Luis Procuna, siendo el toro ‘Jardinero’, marcado con el número 33, el
primero en saltar a la arena del nuevo coso. Los demás astados fueron, por
orden de salida: ‘Fresnillo’, número 3, al que ‘Manolete’ le cortó una oreja,
la primera en la historia del coso de Insurgentes; ‘Gavioto’, número 55, al que
Procuna le ‘tumbó’ una oreja, la primera para un torero mexicano en tal ruedo;
‘Gallito’, número 14; ‘Peregrino’, número 10, que fue sustituido por
‘Monterillo’, número 13 y ‘Limonero’, marcado con el número 82.
Los triunfos siguieron dándose cuando San Mateo se
lidiaba, haciéndole honor a su afamada divisa en rosa y blanco, pero por
desgracia don Antonio se encontraba muy afectado de salud y ya no pudo
disfrutarlos, así que después de incontables vueltas al ruedo, deja de existir
el 15 de enero de 1953 y vistió de luto la Fiesta de Toros en México, pero
dejando el gran legado y las grandes esperanzas de un México Taurino que cada
tarde de toros en silencio le rinde un homenaje a uno de los más grandes ganaderos
mexicanos.
Al mirar al pasado podemos ver nuestro origen,
quienes y porque somos los que somos, al hablar de la crianza de toros bravos
en México, es hablar de una de las raíces fundamentales que han hecho posible
el milagro del toro bravo mexicano, de aquellos hermanos de origen zacatecano
que, al igual que el poeta sevillano Antonio Machado, con fe ciega siguieron el
‘caminante no hay camino, se hace camino al andar’, dejando a su paso una honda
huella como estelas en la mar que guían y vigilan el andar del campo bravo
nacional.
En el año de 1932, fundó don Julián Llaguno la no
menos célebre casa ganadera de Torrecilla, la cual tomó el nombre de los
terrenos de su propiedad de San Antonio de la Torrecilla, llevando el ganado a
la Hacienda de El Sauz. En la antigua casa se conserva un viejo mapa donde se
aprecia con detalle como estaban los terrenos donde se asentó la ganadería.
Don Julián fue siempre un hombre de campo, donde
dejó su entrega y afición pues la mayoría del tiempo lo pasaba recorriendo sus
potreros y trabajando de sol a sol, meticuloso y detallado en la forma de
llevar sus libros, realizando sus empadres con gran cuidado y conocimiento,
logrando así, en muy poco tiempo, poner en el más alto nivel los colores verde
y blanco de su divisa”.
Cabe señalar que al fallecer don Julián en 1956,
la dehesa pasó a manos de sus hijos Ana María, José Antonio y José Julián,
siendo pero José Antonio quien conservó el nombre y el hierro hasta que murió
en 1990, por lo que sus hijos José Antonio, María del Carmen y María del
Rosario Llaguno Sesma, ante la falta de atención no lograron mantener el nivel
de la ganadería y la dejaron caer.
Entonces, fue en 2004 cuando don José Luis Bonilla
Lizalde se echó a cuestas la nada difícil tarea de continuar con la historia de
esta ganadería adquiriendo la Hacienda de El Sauz, con vacas y sementales de
Torrecilla.
Sin duda, el señor Bonilla se ha esmerado en su
labor al frente de esta casa ganadera, pero al final de cuentas decidió acabar
con su historia y la rebautizó con el nombre de Luis Bonilla, pero conservando
la afamada divisa en verde y blanco. En nuestra siguiente entrega abordaremos
el tema sobre la cuarta familia, la de los Madrazo, estirpe que fue básica en
la crianza del ganado bravo mexicano.
DATO
En 1932 fundó don Julián Llaguno la no menos célebre casa
ganadera de Torrecilla, tomando el nombre de su propiedad, San Antonio de la
Torrecilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario