Protagonista
de la Fiesta
Desapareció
de los bosques de Europa Central en el siglo XVII, pero no sucedió así en la
Península Ibérica donde permaneció de forma ininterrumpida
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial para
VUELTA AL RUEDO
Sin duda, el protagonista de la Fiesta Brava es el
toro de lidia desde su crianza, cuidado por llegar plenamente puro y en óptimas
condiciones a los corrales y al ruedo donde se le toreará, convirtiéndose así
en un ser vivo casi perfecto, bello de lámina, de impecable morfología, con
bravura y a la vez nobleza, condiciones que únicamente en este tipo de
animales.
Así que de acuerdo con los estudiosos del toro de
lidia, también denominado toro bravo, designa a los especímenes macho de una
heterogénea población bovina 1 desarrollada, seleccionada, y criada para su
empleo en diferentes espectáculos taurinos, como las corridas (de novillos y
toros) o los encierros. Procede de las razas autóctonas de la península
ibérica, conocidas como “tronco ibérico” que, desde tiempo inmemorial
propiciaron las formas más primitivas de la tauromaquia.
Se caracteriza por unos instintos atávicos de
defensa y temperamentales que se sintetizan en la llamada bravura, así como
atributos físicos tales como unos cuernos grandes hacia delante y un potente
aparato locomotor.
El toro procede del Uro, tipo vertebrados; clase
mamíferos; subclase monodelfos o placentarios; orden ungulados; suborden
artiodáctilos o paradigitados; sección rumiantes; familia cavicórnidos;
subfamilia bóvidos; genero Bos L.; Especie Bos Taurus L.; raza Bos Taurus
africanus, es una res de gran tamaño que en sus tiempos fue cazado en toda
Europa Central y del Norte, quedando diferentes y numerosos testimonios
plásticos a lo largo de todo el continente europeo, incluida España, desde el
periodo paleolítico. Si bien el toro desapareció de los bosques de Europa
Central en el siglo XVII, no sucedió lo mismo en la Península Ibérica donde el
toro permaneció de forma ininterrumpida según los testimonios documentales que
avalan que los toros seguían existiendo y que estos eran empleados en corridas
de toros durante los siglos XVII y XVIII, como en las fiestas de toros en
Cuéllar (Segovia) en el año 1215 o en las fiestas populares de Portugal durante
el reinado de Alfonso III en las que se celebraron fiestas y bodas en las que
se corrían toros.
Uno de los aspectos de la historia del toro de
lidia que más se presta a discusión es la determinación sobre la aparición de
la crianza del mismo con fines de lidia, seleccionando ejemplares y razas, con
fines comerciales o destinados a los espectáculos taurinos de toda índole. No
parece que existiera una selección especial durante la Edad Media, en la que,
sin embargo, los toros, como otros animales salvajes, eran mantenidos en
cautiverio y protegidos por los señores feudales para propósitos de cría o de
caza.
En tiempos de los Reyes Católicos se empezaron a
conocer, así que los primeros indicios de selección del toro bravo apuntan a
los siglos XV y XVI en la provincia de Valladolid, donde la proximidad a la
Corte, aún itinerante en esa época, hizo que se criase en amplios terrenos una
vacada que pudo sentar las bases del toro de lidia actual.
Desde los términos de Boecillo, La Pedraja de
Portillo y Aldeamayor de San Martín partían los toros para las fiestas de los
pueblos, de la Corte o para las eclesiásticas. El nombre de esta pretendida
ganadería primigenia fue Raso de Portillo y fue conocida hasta finales del
siglo XIX. Existe la creencia de que estos toros fueron los primeros empleados
en festejos reales.
Paralelamente comenzaron a desarrollarse
ganaderías en otros lugares de España, siendo Andalucía la que se pusiera a la
cabeza en la cría de toros. Si bien también tuvieron su importancia los que se
criaron a orillas del Jarama, los llamados Jijones de Villarrubia de los Ojos,
los navarros y aragoneses.
Fue entonces en la segunda mitad del siglo XVII
cuando las vacadas de toros bravos empezaron a organizarse, aunque todavía sin
fines claramente comerciales. Tuvo que pasar un siglo más para que el
espectáculo taurino cobrara auge y aparecieran las ganaderías orientadas
claramente a los espectáculos taurinos ya con fines comerciales.
Así pues, el toro actual puede considerarse el
resultado del trabajo de selección efectuado desde principios del siglo XVIII
mediante la prueba de la tienta a fin de elegir para su reproducción ejemplares
en los que concurrieran determinadas características, aquellas que permitieran
el ejercicio de la lidia; es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en
las corridas de toros desde que el toro sale al ruedo hasta que, una vez que el
diestro le ha dado muerte, es arrastrado por las mulillas.
Por otra parte, el trapío de un toro de lidia es
el conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple
vista. Existe un riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes
aspectos de la morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene
trapío cuando reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la
lidia, determinando que el concepto “trapío” viene del velamen o con conjunto
de trapos de un barco que extienden por completo dándole así mucha presencia a
la embarcación al estar navegando. Según el historiador catalán Pedraza
Jiménez, los principales rasgos morfológicos para determinar el trapío de un toro
son:
Tamaño y peso. Estatura. Conformación del tronco.
Conformación de las extremidades. Conformación de la cabeza y el cuello.
Conformación de la cornamenta. Piel, pelo y capa, añadiéndose a estos tres
últimos detalles la rama de la zootecnia taurina que se encarga de la manera de
apreciarlos, llamada faneróptica. Contnuará…
DATO
El toro actual es el resultado del trabajo de selección
efectuado desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta a
fin de elegir para su reproducción
En Mérida,
Yucatán: Operan al rejoneador Cuauhtémoc Ayala
El rejoneador yucateco Cuauhtémoc Ayala fue
intervenido quirúrgicamente con éxito la mañana del reciente jueves en el
Centro de Radiología y Teleradiología Diagnostica (CERTD), de la ciudad de
Mérida, como debido a las secuelas del grave percance que sufrió el caballista
en diciembre pasado donde sufrió fractura de cráneo, rotura de tres costillas y
fractura en el tobillo y pie derecho.
La intervención corrió a cargo del doctor
Francisco Díaz y su equipo de colaboradores, los galenos Alberto Alcocer y Gabriel
Alonzo, quienes realizaron una reparación percutánea ecoguiada con plasma, como
parte del tratamiento para acelerar el proceso de los tejidos lastimados en el
pie y ayudar al cuerpo a sanar otros tejidos acelerando el proceso de
recuperación.
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