MANOLO
MOLÉS
@ManoloMoles
Redacción APLAUSOS
Estamos viviendo tiempos de dolor y tiempos
estúpidos. El dolor nos viene de la naturaleza, posiblemente maltratada y
clarisimamente vengativa. De todos modos la historia, si te vas a Grecia, a la
Roma de los César, el esplendor de Egipto, sus pestes y sus lujosos mortuorios,
que en definitiva es para lo que construían las pirámides con sus tumbas
milenarias. Dolor en las pestes y estupidez en los políticos de cualquier
tiempo.
Es un milagro encontrar un político sensato,
preparado, justo y equilibrado. Porque ahora mismo, cuando la vida de tanta
gente de este país, y de todos los países, está en el aire que necesitamos
respirar, no tienes claro de quién fiarte. Porque cambian como veletas según el
viento que les conviene
Ahora, encima, lo tenemos todo: la pandemia, el
dolor de los muertos, el horror de los políticos, y su incapacidad, y muy pocos
motivos para sentirse bien, protegido, no engañado o, simplemente, respetado.
Ha cambiado todo para peor. Además, no hay memoria ni pudor, lo que importa es
un asiento, una pasta y salir de ese túnel tan adinerado como aquellos que eran
tu diana preferida. Es un milagro encontrar un político sensato, preparado,
justo y equilibrado. Porque ahora mismo, cuando la vida de tanta gente de este
país, y de todos los países, está en el aire que necesitamos respirar, no
tienes claro de quién fiarte. Porque cambian como veletas según el viento que
les conviene. Coño, el coletas puso a Felipe González (un político que buscó la
modernidad y la convivencia tras años de dictadura de ordeno y mando) como un
asesino de cadáveres de cal viva. Nadie sacó la cara por el político que apoyó
la concordia de este país. Coño, hasta Carrillo y la Pasionaria, que también
tenían sus cuentas en el aire, bajaron a la sensatez y la concordia. Ahora todo
es mentira. Nadie puede aguantar a nadie. Pero todo vale. “Con ese quién duerme
tranquilo”, dijo un día el presidente por Pablo Iglesias. Pues duermen juntos y
no pasa nada.
Yo era un niño que lo tenía todo a favor, familia
con negocios, ricos, los mejores profesores para que a los cinco años y medio
ya supiera leer para contarle al abuelo, exportador de naranjas a Europa, la
historia de Grecia y Roma, que eran su sueño histórico. Y dos colegios de
curas. Y la rebeldía lógica de los quince años hasta la muerte de Franco.
Raimon, el de Xàtiva, era mi espejo y mi amigo, y compartí años el sobresalto
de la policía y el desalojo, o al censor que pedía dinero para que el de Xàtiva
pudiera cantar “Al vent” a “su madre, que siempre espera allá en Xàtiva en la
calle blanca”. Luego, la madurez y a trabajar. Me tocó la llegada del Rey y la
parodia peligrosa del asalto al Congreso del ínclito Tejero, un iluminado en
una tragicomedia.
Hubo gente buena y limpia como Juan Carlos en
aquel día clave, como un honrado y sufridor Adolfo Suárez, como Calvo Sotelo. Y
llegó Felipe González, socialista de verdad, que gustaría a unos más y a otros,
menos. Pero comparado con la tropa de hoy… Aznar, que gustará a muchos y a
otros, no, estuvo ahí sin cataclismos. Y hasta Zapatero era mejor cuando
gobernó que cuando compartió cama con el de Venezuela, país tan bello y tan
hermoso como puteado. Y si me apuras, hasta Rajoy, cuando lo veía hacer sus
caminatas en chandal y los pantalones más horribles del mercado, tenía su
gracia y su flema. Y lo contrario también.
Mira, en los que he nombrado los hay que no te
gustarán ni a ti ni a mí, pero comparados con los de ahora hasta se podían
aguantar. Tú, piensa: están los que se quieren separar para llevarse la
morterada, los catalanes (allí hay gente amiga y fantástica), pero lo de “la
patria y la pela” algún día habrá que contarlo bien y solo apunta una cosa.
Toledo, que era la capital del país, tiene que ver. Y no cuento más, que no es
hora. Los que quieren separarse, los brotes fuertes del País Vasco, Navarra,
que siempre tuvo personalidad propia y no anexionada, tierras que amo y me
duelen. Yo canté mil veces aquella canción de “todos los colores del verde en
aquel País Vasco”, pero en valenciano, y está pendiente Galicia y lo que haga
falta en lugar de un país unido, fuerte y respetando las culturas y la
variedad.
En tiempos en que la gente pelea por un sueldo mínimo, el
sueldo de los políticos está a una altura importante. Sobre todo si la
comparamos con los que se ganan el pan trabajando, inventando, escribiendo,
informando o toreando. Sí, toreando. Toreando a un toro, no a un contribuyente
Esta pandemia está siendo dura para mucha gente.
Esta pandemia, esta guerra del enemigo invisible, nos va a hacer mucho daño y
cada vez da más miedo pensar que puede ser posible que no haya toros este año y
esta temporada. Yo quiero creer, con el sueño de los enamorados, no con el
sueño de la razón, que ese septiembre, coño, y ese cachito de octubre ya haya
llegado la salud y largado el miedo y el horror. Benlloch y todos los
compañeros de esta casa de resistencia que es APLAUSOS sabemos que no nos van a
regalar nada y que a lo peor, casi no me atrevo a escribirlo, este año taurino
puede quedar en blanco. Yo no pierdo la mínima esperanza. Yo no quiero aceptar
que este año ni yo tenga nada que decirte ni tú que tengas nada que contarme. Todo
esto me jode más porque cuando habla un político, y volvemos a las andadas,
dicen en alto que van a apoyar al cine, al teatro, al deporte, a los circos, a
la cultura y a la cultureta, a la música y el que canta a su mal espanta. Pero
ni una palabra, señoras y señores políticos, ni una puñetera mención, al mundo
de los toros. ¿Dígame quién se lo prohibe o si es usted la que no quiere que
vote al partido socialista que tanto amé durante los años en que trajeron la
democracia, la libertad y el respeto? En tiempos en que la gente pelea por un
sueldo mínimo, el sueldo de los políticos está a una altura importante. Sobre
todo si la comparamos con los que se ganan el pan trabajando, inventando,
escribiendo, informando o toreando. Sí, toreando. Toreando a un toro, no a un
contribuyente.
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