Tomás
Rufo, Francisco de Manuel y Diego San Román se quedan sin saltar de un
escalafón imposible; Fernando Molina, sin presentación en Madrid. Habla el
escalón más débil del toreo.
MARÍA
VALLEJO
@m_vallejo_
@m_vallejo_
Diario EL
MUNDO de Madrid
La cantera del toreo no es ajena a la debacle que
siembra la pandemia del coronavirus hasta en el último rincón de la piel de
toro. Entre la incertidumbre que asola al mundo y unos inicios de temporada que
ya no serán, vivir en blanco y entrenar a ciegas es el día a día de la savia
nueva. El virus deja en el aire un año clave para muchos novilleros: fechas
para debutar en los grandes escenarios, alternativas proyectadas y contratos
cerrados para saltar de escalafón que ahora tienen el suspense de una película
de Hitchcock. Ellos son los más débiles de la pirámide invertida del toreo: las
cifras de novilladas de 2019 ya fue para llorar. Como en los últimos años. Sin
doctorado ni Madrid, casi no hay donde caerse muerto. Otro curso más en un
escalafón imposible sería insoportable.
El bautismo de Tomás Rufo en Mont de Marsan -la
bella Francia también golpeada- era, o sigue siendo, una de las escalas del
esperado regreso de Alejandro Talavante. Con Roca Rey y los jandillas del
llorado Borja Domecq. La clarividencia ganadera que nos arrebató el
coronavirus. El 22 de julio se ve aún lo bastante lejano como para soñar con
que La Madelaine esté sea territorio liberado. "Hasta ahora es el día más
importante de mi vida. Con un cartel soñado y privilegiado. Sigue adelante y
tengo fe en que llegaré, pero me inquieta el parón previo. Aún necesito torear
9 novilladas para cumplir con las obligatorias antes de tomar la
alternativa".
"Supongo que buscaremos otra plaza importante
para tomar la alternativa este año, pero es imposible concretar un planteamiento",
dice Francisco de Manuel. El Covid-19 cogió a su apoderado negociando la
alternativa en una de las 34 tardes de San Isidro mandadas al desolladero. Y
una novillada para despedirse de Madrid. Como arranque del que "iba a ser
un año crucial para mi carrera". También el nombre de Diego San Román
hubiera colgado posiblemente de los carteles que Plaza 1 no pudo presentar.
Como lo hacía en Valencia y Sevilla. Prometedor inicio de una temporada que
esperaba culminar convertido en matador de toros: "Los planes de Dios al
final son perfectos. Tarde o temprano todo se volverá a cuadrar". En el
México de Diego iba a debutar José Fernando Molina, el novillero que dirige
Manuel Caballero, el 5 abril: "Después de Aguascalientes y Valencia,
esperaba por fin hacer mi presentación en Las Ventas. Era un inicio ilusionante
en un año clave".
Cuando se decretó el estado de alarma, San Román
cogió el primer vuelo que encontró a México. Dos días antes del cierre de
fronteras. "De repente te ves solo, lejos de tu país, sin nadie que te
arrope, sin nada con lo que distraerte. Hasta sin espacio para entrenar. Y
empiezas a comerte la cabeza con las desilusión por las fechas que se han
perdido, con los contagios y la letalidad del virus... Me vine a casa. Aquí
tengo a mi familia y espacio para entrenar", cuenta la joven promesa
azteca. Molina y Tomás Rufo entrenan también desde sus casas. Intentan suplir
con disciplina y toreo salón la falta de toro y campo: "Todo se encuentra
y se matiza en el toreo de salón. Pero luego hay que llevarlo a la cara del
toro. Eso te lo dan los tentaderos. Estamos perdiendo una parte muy importante
de nuestro entrenamiento", dice Tomás. De Manuel, que pasa los días de
confinamiento entre los santacolomas de su apoderado, tampoco huele una embestida.
"Sería una irresponsabilidad. Bastante tienen los sanitarios con salvar a
la gente de este virus como para que llegue yo con una cornada porque me he
puesto a torear".
"Es una papeleta difícil. Los inicios de
temporada son claves para cualquier torero, pero para los novilleros quizá sea
más complicado porque, al haber menos festejos, es probable que no se
recuperen", cuenta Tomás. A San Román le dijeron "que las Fallas de
Valencia se darían más adelante, pero las novilladas de Sevilla seguramente se pierdan".
Con sus carreras en el limbo, sus ánimos no
doblegan ante la pandemia que todo lo arrasa. "Se suspenda o no la
alternativa, no puedo dejar de pisar el acelerador. Mi meta no es tomar la
alternativa sino ser figura del toreo. Con alternativa o sin ella, pueden
adelantarte en cualquier momento y a nadie le gusta que le bajen del carro. La
gente tiene memoria, pero como dejes de golpear, te quitan rápido. Así que mi
única certeza es que seguiré dando lo máximo de mí pase lo que pase con esta
temporada", dice Rufo. San Román mantiene la "fe en que públicos y
empresarios recordarán lo que cada uno ha dejado en la plaza cuando pase la
tormenta. Hay que ver novilleros para sacar toreros". Mientras entrenan
sin tregua para que "cuando el novillo o el toro salgan, me pillen con los
deberes hechos", asegura De Manuel. No hay descanso ni excusas para
quienes viven con la hierba en la boca y el corazón cargado de sueños toreros:
"Que venga cuando quiera. Estaré preparado y al máximo", sentencia
Molina antes de volver al televisor. La llamada le había interrumpido la
repetición de una corrida de Fallas.
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