RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: José León
La parca se lo ha llevado hace pocos días. Aun se
resiente el hecho que no esté en el reino terrenal. Se ha ido al reino
celestial donde estará, de seguro, muy pendiente de lo que de aquí en adelante
ocurra para bien y para mal en el toreo emeritense. Fue un visionario de la
grandeza y potencial que podía tener la fiesta brava emeritense de llevarse a
cabo bajo una gestión atractiva de carteles y ganaderías, en una época donde
también la economía venezolana se prestaba para ello. Fue cuando la Feria del
Sol pasó a tener carácter de acontecimiento a nivel nacional e internacional.
Nacido en la ciudad de Mérida, se rodeó desde el
seno de su familia del ardua y laborioso trabajo de campo y ganado, pues su
padre, del mismo nombre, poseía grandes extensiones de tierras en El Vigía, a
mediados del siglo pasado, donde grandes piaras de ganado de leche y ceba se atendía
en sus productivas fincas. Ello le marcó su contacto directo con el ganado
bovino y el coleo, lo que no fue óbice para que también la pasión por la fiesta
brava le naciera cuando para ese entonces estaba en sus inicios la naciente
Plaza de Toros Monumental de Mérida.
Todo derivaría que primero, tanto Don Fabio padre
como Fabito se hicieran ganaderos de reses bravas cuando a mediados de 1974
fundaran la ganadería La Carbonera, en predios de Jají, y en El Vigía la vacada,
en la hacienda El Morichal, producto de un lote de vacas y sementales
colombianos en primeras instancias, que luego con adquisiciones puntuales de lo
más selecto del encaste Santa Coloma y Parladé darían origen a una de los
hierros de toros bravos más importantes de finales de los ’70 y los ’80 en
Venezuela, lidiando en todas las plazas de toros más importantes del país,
incluyendo por supuesto el redondel emeritense donde se convirtió en ganadería
puntual por varios años, lidiando en numerosas ocasiones durante el abono, que así
mismo se nutría, bajo su ambiciosa organización empresarial, en éxito artístico
y económico para el toreo y la economía merideña, que se rebozaba de turistas
para estar presentes en las puntuales cinco tardes de toros que también hizo
del “Carnaval Taurino de América” -como
se le dio denominación de origen al serial emeritense- en referencia para el
toreo en toda la América Taurina.
Producto también de una personalidad marcada por
la gentileza, agudeza visión empresarial y en especial un manejo exitoso de las
relaciones con los distintos medios de comunicación de todos los ámbitos, se
convirtió en nombre de referencia para la fiesta brava merideña y nacional, a
tal punto que con solo su nombre y palabra se podía armar ferias donde el éxito
económico y artístico estaba asegurado.
No solo fue la Plaza de Toros de Mérida y su
ganadería referencia para la fiesta brava, pues también se encargó de
promoverla con la modernísima y funcional Plaza de Toros Portátil que se trajo
de España para sembrar la fiesta brava en el resto del país, una apuesta que no
del todo le tributó satisfacciones económicas.
Tras varios años gestionando el ciclo ferial
merideño lo dejaría en la cúspide de su consolidación, valiendo para ello que
pasaran varios años para que su trabajo y esfuerzo de nuevo se viera reflejado,
tras los baches que posterior a su paso por la plaza de toros emeritense se
vivieron; luego vendrían otros tiempos, otros momentos sociales y económicos,
donde ya no sería ni igual ni superior, pero sí diferente…
Estos últimos años los pasó un poco alejado del
lio de toro, más no ajeno de su actualidad, a pesar de que aun su nombre y
legado quedaba en el recuerdo. Incluso hizo mancuerna con su hermano Nelson
Grisolia para organizar la Feria de San Sebastián (2014-2018) bajo el nombre de
la empresa que le dio renombre hacía varios lustros atrás. Pero las cosas en el
país y en especial las exigencias de afición y público no eran las mismas a la
que fueron a su paso por Mérida.
Una agresiva enfermedad neurodegenerativa le
confinó meses atrás, bajo el cuido de su señora esposa, lo que muchos quienes
le conocíamos desconocíamos, bajo petición propia y sus mismos familiares. Al
final esta pudo con él, hasta que este pasado domingo, descansaría en paz su
alma, también por las complicaciones de un cuadro respiratorio agudo, y con
ello nacería el perenne legado de quien hizo mucho por la fiesta brava, que no
del todo se le reconocería. Pero allí queda su obra y en especial la
transcendencia, de quienes de verdad aún estamos en deuda de agradecimiento por
quien fue, tanto dentro como fuera del mundo del toro.
QEPD, si puso muy en alto el nombre de nuestra Mérida
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