El
Faraón de Camas se recupera en su domicilio de un tumor maligno que ha estado a
punto de costarle la voz.
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
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Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
No era un secreto pero tampoco habían trascendido
demasiados detalles. Desde hace meses se sabía que Curro Romero andaba peleando
con algunas dolencias de esa garganta castigada a golpe de Malboro y cargada de
más de ocho décadas de vida. Pero su última aparición pública, sin poder
pronunciar una sola palabra, había constituido un baño de tranquilidad. Curro
recogió el nombramiento de ‘Hijo Predilecto’ de Andalucía en el teatro de la
Maestranza. Ya ha pasado más de un mes y entonces no se sabía: lo peor había
pasado.
“El presidente de la Junta nos había llamado el
viernes anterior”, relata Carmen Tello que acompaña a su marido en su domicilio
sevillano saliendo lo justo y sin recibir visitas. “En ese momento ni siquiera
sabía si iba a poder recoger el nombramiento; había terminado la radioterapia
el lunes anterior y lo ha pasado muy mal con los efectos secundarios de esas
sesiones, más que con el tumor en sí”, precisa.
El proceso ha sido doloroso pero, afortunadamente,
ha podido rematarse con éxito. Pero la dolencia tenía antecedentes: “En
diciembre ya le habían quitado un tumor malo que le había salido en la cuerda
vocal derecha” relata Carmen Tello. “Después de Reyes fuimos a pasar la
revisión de ese nódulo maligno, iba todo perfecto, pero el doctor Esteban
encontró algo nuevo”, añade la esposa del Faraón de Camas. Era un cáncer de
laringe, aún incipiente y superficial. Romero fue ingresado en Viamed y fue
sometido a una biopsia que arrojó el resultado más temido. “Era un tumor
maligno pero no había traspasado aún ni se había expandido. La operación era
muy agresiva y podía suponer la pérdida de voz así que se decidió hacer este
tratamiento”, precisa su mujer.
Recuperación
Los médicos habían advertido a Curro Romero que el
tiempo era oro. Había que ponerse manos a la obra lo antes posible. “Empezó en
enero y le han dado 38 sesiones de radioterapia”, añade su esposa. “Lo ha
pasado mal; los efectos secundarios le han agotado. Llegó a tener que
interrumpir las sesiones y así llegamos hasta ese lunes en el que recibió la
llamada de Juanma Moreno” recuerda Carmen. “Le tuve que transmitir que él
pensaba que podía asistir pero todo dependería como se encontrara en el
momento. El tumor ya había desaparecido y avisamos que estaba mucho mejor.
Apareció en el teatro pero no pudo hablar ni siquiera quedarse a la copa”.
Ya lo hemos dicho. Lo peor había pasado y el
veterano diestro camero ya encaraba su definitiva recuperación. “El día 11 (de
marzo) estuvimos en el médico y está recuperado por completo. Ha empezado a
recuperar la voz y ahora se encuentra confinado en casa, con un poco de miedo
por lo que está pasando”, señala su esposa sin separarse de su lado. “La edad
es un factor de riesgo pero se encuentra muy bien; es super fuerte y aunque ha
perdido algunos quilos le vienen muy bien para sus pies. El tumor en la
garganta ha desaparecido. Lo cogimos a tiempo...”, concluye.
Algunos datos biográficos
Francisco Romero López nació en Camas el 1 de
diciembre de 1933. No fue un torero precoz. Antes de decidirse a tomar la
espada y la muleta trabajó como jornalero en el cortijo Gambogaz, de Gonzalo
Queipo de Llano, y en la farmacia de Camas. El boticario fue, precisamente, uno
de sus primeros valedores. Tenía casi 19 años –una edad muy tardía para le
época- cuando debutó en público en la placita de la Pañoleta, una edad tardía
para la época.
Tomó la alternativa en Valencia 18 de marzo de
1959 de manos de Gregorio Sánchez y en presencia de Jaime Ostos con toros del
Conde de la Corte. Confirmó el 19 de mayo de ese mismo año. Su padrino fue el
mismísimo Pepe Luis Vázquez. Completaba el cartel su hermano Manolo.
Curro ha sido torero de abismos y cimas, de largas
travesías del desierto y luminosas resurrecciones, tan odiado –de boquilla-
como amado, la trascendencia de su paso por los ruedos desborda ampliamente lo
estrictamente taurino, para convertirse en un auténtico acontecimiento, un hito
más del calendario festivo de Sevilla, una figura más de la mitología del ser
más íntimo de esta ciudad.
Paradójicamente, su leyenda comenzó a forjarse
cuando ganó la irregularidad; espaciando hasta la quimera el famoso tarrito,
materializado las más de las veces en un solitario lance, en un fogonazo fugaz
que devolvía la ilusión a sus partidarios. En la fase final de su larga
andadura por los ruedos hubieron de llegar los noventa para que la demostración
de su arte se hiciera más frecuente, siendo su última gran apoteosis la vivida
en Sevilla, la temporada del 99 al cortar dos orejas a un gran toro de Juan
Pedro, al que toreó de manera excepcional con capote y muleta.
Su leyenda permanecerá siempre en la historia
sentimental de la ciudad de la Giralda, especialmente desde que,
inesperadamente, concluida la temporada del 2000 y al término de un festival
benéfico celebrado en La Algaba anunció su retirada del toreo activo en los
micrófonos de Radio Nacional. Convertido en un personaje popular, vive la
actualidad entre un reconocimiento generalizado, que ya se vio materializado en
una estatua junto a la plaza de la Maestranza.
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