Lanzadas
a caballo
Los
jinetes que realizaban estas suertes con el toro tenían una técnica, aunque se
basaba más en la fuerza para utilizar la lanza para no quedar a merced de la
bestia
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial para
VUELTA AL RUEDO
Continuamos en este recorrido histórico sobre el
origen de la tauromaquia en el continente americano a través de la nutritiva
obra del analista Heriberto Lanfranchi en su tomo I de “La Fiesta Brava en México
y en España”, ahora para recordar cuáles eran las dos maneras de realizar la
lanzada a caballo, frente a frente y al estribo en el siglo XVI.
“En la suerte frente a frente, el caballero hacía
la herida en el lado izquierdo del cuello del toro. Cuando el animal empujaba
con mayor furia, el caballero, apoyándose con todas sus fuerzas en la lanza,
trataba de echarlo por delante del caballo y evitar que las cornadas dieran en
el pecho del noble bruto. La situación era muy peligrosa, ya que si el jinete
empujaba con demasiada fuerza podía romper la lanza y si por otro lado no lo
hacía con bastante, los pitones del toro quedaban exactamente frente al pecho
del caballo. Por su mismo peligro, esta manera de dar la lanzada fue la
principal a principios del siglo XVI.
Por lo que se refiere a la suerte al estribo, el
caballero se colocaba casi perpendicularmente al toro para herirle en el lado
derecho del cuello. Mientras se apoyaba en la lanza, hacía avanzar su
cabalgadura para que toro y caballo, al desviarse el uno del otro, no pudieran
chocar, con lo cual el peligro era menor, mas no inexistente.
Algunos caballeros consideraban de más mérito dar
la lanzada yendo a galope al encuentro del toro. La suerte era más vistosa,
pero los accidentes eran también más frecuentes, pues a menudo el caballero no
resistía el duro encontronazo y caía al suelo, solo o con su cabalgadura. Como
encontrarse tirados en la arena fue considerado siempre por los jinetes una
gran ofensa, debían incorporarse rápidamente, cuando las consecuencias de las
caídas no eran trágicas y tenían la obligación de enfrentarse al toro en una
suerte conocida como empeño a pie, suerte que les permitía recobrar el honor
perdido”.
Precisamente de esa suerte del empeño a pie
estaremos haciendo remembranza en nuestra siguiente entrega.
DATO
Las suertes de la lanzada a caballo frente a frente y al
estribo tenían mucho peligro y para el caballero que cayera a la arena era una
deshonra
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