No funcionaron los festejos del
lujo. Los cuvillos en Sevilla, lejos de su calidad; los juampedros que todavía
no nos enseñan el objetivo de Juan Pedro hijo, que siempre aseguró que iba a
estar más cerca de la bravura de Parladé que de la nobleza, o falta de casta,
de lo que heredó del padre. Fallaron también los de Montealto en Madrid y
coincido con José Luis Benlloch en que estamos ante uno de los ganaderos que
más vive y sufre por su ganadería. Pero la hechura, el volumen, la apariencia,
no tuvo relación con el motor tan escasito. A la postre, en las tres plazas el
banquete acabó casi en luto. Pero siempre está ahí Francia para echarnos un
capote.
El inicio de la primavera ha puesto más tardes de toros en
Francia que en España. Y con algo fantástico: la gran corrida se lidió allí, en
las arenas galas de Arles donde Juan Bautista se ha convertido, no solo en el
empresario de moda, sino también en un torero más maduro y capaz, gustos
personales aparte, que ha dado Francia en muchos años. El maestro Chenel ya lo
predijo una tarde en Vitoria en la que Juan reaparecía de otro ciclo en la
oscuridad con una gran corrida del Conde de la Corte creo recordar. La última
que hizo honor a un hierro que hizo más ganaderías que ninguno. Ahora en las
orillas de Jerez de los Caballeros, un pueblo bellísimo y recomendado, los
mozos y la chavalería ya no se acercan a los predios del viejo conde ganadero y
señor. Aquí fumigamos hasta el Vaticano y nos quedamos tan panchos.
A lo que iba. En Francia, que no para de dar festejos y,
ojo, toreros, hay un puñado de novilleros que están pidiendo paso y guerra. La
corrida del fin de semana fue la Pedraza de Yeltes, toros para la emoción y
para torearlos coño, que ya hay que reconocerle a este ganadero y a su equipo
que ha logrado el toro que gusta al aficionado, que da espectáculo en el
caballo y que luego embiste, y el que no embiste: pues pide papeles. Me alegro
de que el beneficiado fuera Iván Fandiño. Joder: ha pasado de rey de Madrid a
lacayo en este desorden de afectos. Aquí, en estos parajes hispanos, le han
casi sentenciado. Ni puto caso. Francia, sin embargo, tiene memoria y dos
siglos largos de revolución. Y le respetan y le esperan. Y Fandiño volvió en
Arles y salió a hombros. Aquí le dan por visto, y la historia tiene grandes
capítulos de resucitados porque como cantaba Peret: “No estaba muerto, no, que
estaba tomando cañas”. Yo me alegro de quien cuando baja, o le bajan, tiene lo
que hay que tener para no entregar la cuchara. Me alegra verlo en volandas y
chapó al respeto del aficionado francés. Memoria y sentimiento.
VILLASECA, RARA AVIS EN ESTOS TIEMPOS POLÍTICOS
Pocos pueblos hay en este país como Villaseca de la Sagra:
tentaderos, novilladas y un pueblo muy limpio y un alcalde muy querido por sus
votantes. Rara avis en estos tiempos políticos. Pero si tienen un día libre
vayan para allá. Estoy con Paco Mora, él fue siempre desde el diluvio universal
partidario declarado de Finito de Córdoba. O sea, partidario del buen gusto y
ese punto de torería que es lo único que no podrás comprar en El Corte Inglés.
La torería todavía no se fabrica. Y Juan la tiene. Y es verdad. Ese torero es
un lujo para el buen aficionado. Y los últimos años se le ve preparado, con
capacidad, esa personalidad que solo pasean los elegidos. Claro que erró y se
equivocó más de una vez. Pero el que no lo haya hecho (lo de errar) que tire la
primera piedra. Y el Fino tiene más gusto que muchos de los que están, como
dijo Sofía Mazagatos en el antiguo palco del Plus, en el “candelabro”. Finito
de Córdoba, Curro Díaz, Juan Mora, hay toreros de culto y Simón Casas, que fue
su apoderado, debería encontrarle un sitio en algunas plazas suyas. Un día en
Zaragoza tembló hasta el cañón de Agustina. En fin: que este sabe torear, que
no es ninguna broma.
ESCRIBANO SE HA GANADO EL DERECHO A SER FELIZ
De casta le viene al galgo. Y el gran maestro, don Pablo
Hermoso de Mendoza, ha sacado a su hijo Guillermo a la pelea de los ruedos en
San Miguel de Allende, que está justo allí, allende los mares, en tierras de
México lindo y querido. El hijo dejó al padre a pie y la puerta grande fue para
el futuro. De todos modos: mucho padre lo que tienes en casa, Guillermo. Y me
alegro por Pablo porque grabando en su enorme finca repleta de caballos y
futuro me decía: “Manolo, menos mal que mi hijo se dedica a esto, si no, cómo
cierro todo este tinglado que tengo montado en la finca con tanto caballo y
tantos sueños”. La saga continúa. Y esa foto a hombros marca el inicio de un
hijo que quiere seguir los pasos del padre. No es fácil.
Tampoco lo es lo de Escribano. Le ha echado narices, por no
decir lo otro, y su retorno a la Francia que no cesa le ha premiado con el
éxito y la puerta grande. Digan lo que digan, el mejor bálsamo para curarse un
torero es ese: no salir a pie. No concebiría a un solo aficionado que no se
sienta satisfecho por la recuperación y vuelta al tajo de un torero que se ganó
el derecho a ser feliz tras muchos años de torear sueños. Y poco más. Pero este
sueño no acabó en pesadilla. / Redacción APLAUSOS
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