Andy Younes |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Por el día de San Fernando, allá por los 90, quienes no
peregrinábamos a Aranjuez, ni a los toros de clavel, ni a las megafiestas
reventonas de Pedro Trapote, fardábamos con recochineo de la novilladas
triunfales que se perdían los de la beautiful en Madrid. De nuestra derrota de
tiesos hacíamos victoria de ricos. Cuando hoy vuelvan los peregrinos
arancetanos, de Leo Valadez contaremos poquito.
A su novillo de Montealto, de amable expresión, un punto
montado y una bondad simplona, le faltó humillar algo más en los finales de
muletazo. Como se abría y se desplazaba tanto, Valadez y todo su resuelto
oficio se quedaban descolocados. Aunque cuando más se descoloca el mexicano es
con la espada, como ya le sucedió en la extraordinaria novillada de Fuente
Ymbro que levantó el telón en Madrid.
Con una larga cambiada de rodillas y un ramillete de
enfibradas verónicas, recibió Diego Carretero al castaño y guapetón segundo.
Los estatuarios del prólogo de faena y un par de tandas de templados derechazos
prometieron. La obediencia del utrero de Agustín Montes se veía ligeramente
frenada de manos. Sincera y fácil hasta ese punto de menos. La buena planta de
Carretero creció con los pases de pecho. Bajó la intensidad en los viajes
zurdos que se venían por dentro. Y bajó todo a la vez. Novillo y novillero, que
siguió el camino de Valadez con la espada.
Debutó en Madrid Andy Younes con su sereno desparpajo de
niño bueno. El burraquito de Montealto se empleó en el caballo. Pero a partir
de ese momento mostró escaso interés. Suelto y mirando las telarañas de Las
Ventas, que hay unas cuantas. Younes le puso la chispa de un jaleo de cambiados
en el principio de faena. Y educada voluntad por extraer lo que no había.
Leo Valadez amplió con el altón cuarto su repertorio con el
capote: si ya había participado en otros turnos por chicuelinas, crinolinas y
caleserinas, ahora se aplicó por zapopinas. Recitan los alumnos de las escuelas
taurinas las suertes como se cantaba en el colegio la tabla periódica de los
elementos. Como en tiempos de Manu Llorente la lista de los reyes godos. Como
casi siempre, se ponía desde los tendidos el acento en las carencias del
ganado, que si no había ritmo, que si no descolgaba lo suficiente, que si el
fondo... Lo cierto es que Valadez le pegó 80 pases.
A la agradable cara del amelocotonado quinto no le
respaldaban sus bastas hechuras. Embestía bruto. Desarmó a Diego Carretero del
cartucho de pescao de la obertura de faena. Cuando le exigía por abajo, se
tragaba los derechazos a regañadientes. Más raza en Carretero que en el
apretado novillo. En la despedida por bernadinas, el volteretón le partió la
taleguilla. Envuelto en una toalla por pudor, repitió con redaños la invención
del maestro Bernadó. Y saludó la única ovación.
En el loable esfuerzo de la nueva empresa por buscar
novilladas bonitas no debería confundirse la afabilidad de las caras con las
hechuras. Porque la clave está en las hechuras. En el tipo.
Y el sexto, pese a su cara, tampoco era bonito. Manejable y
sin clase por dentro. Topón. Andy Younes sorteó el peor lote. Quiso de nuevo
con su valor y frescura. La frescura que se marchitó con la embestida
mortecina.
La tarde de San Fernando no fue como aquellas de los 90. Y a
los de Aranjuez hoy les preguntaremos por la fresas.
MONTEALTO / Leo Valadez, Diego Carretero y Andy Younes
Novillos de Montealto,
bonitos por delante, de desiguales hechuras; manejables, de contado fondo y
bajos de casta.
Leo Valadez, de rioja y oro. Dos pinchazos, media y
tres descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, estocada honda rinconera y
descabello. Aviso (silencio)
Diego Carretero, de grana y oro. Dos pinchazos, estocada
atravesada y descabello (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada
(saludos).
Younes, de malva y oro. Estocada defectuosa y dos
descabellos (silencio). En el sexto, estocada defectuosa (silencio).
Monumental de las Ventas. Martes, 30 de mayo de 2017. Vigésima de
feria. Tres cuartos de entrada.
Leo Valadez |
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