Alejandro Talavante corta una
oreja y David Mora da una vuelta al ruedo con el mejor lote de una desigual
corrida de Núñez del Cuvillo.
Morante de la Puebla |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Sevilla
Foto: EFE
Afrontaba Morante de la Puebla su último compromiso en
Sevilla. Con la expectación de que fuese, como la temporada pasada, a la última
la vencida. El paladar todavía no saciado con la hermosa profundidad del otro
día. Cuando la espada no ayudó. A ayudar tampoco venía el toro de Cuvillo,
tocado arriba de pitones, bajo y hechurado.
No se prestó con el capote. Suelto y apuntando escasa
humillación. Los puyazos traseros no corrigieron, por lógica, nada. Carretero
trabajó en serio. Morante abrió faena a media altura. Genuflexo y pasando al
toro por alto. Muy gallista. Pronto la izquierda. Entre las rayas también. No
se hacía fácil cogerle el aire al cuvillo, que estiraba la gaita en los finales
de viaje. Por abajo debía ser. Un natural bueno, dos extraordinarios luego y
cuatro esculturales después. En algún pase de pecho rebañaba el toro por el
derecho. De la técnica de José Antonio se habla poco. Como de la cabeza. Como
del valor. Hasta desbrozar el bosque y alcanzar el agradecimiento del cuvillo
hubo enganchones. A las teclas de la embestida costaba hallarle el ritmo que no
tenía. Desengañó al toro en aquellos naturales limpios y cristalinos para
hacerle lo propio por el derecho en principio hostil. Gobernó la embestida con
lentitud, cosida en los flecos, aguantadas las miraditas. Faena de fondo más
allá de la estética morantista. Sevilla lo valoró. No el presidente. La larga
agonía, por la colocación trasera de la estocada, acarreó dos avisos. Eso fue
todo lo que envió el palco. Nunca la oreja. Morante se enfadó.
Alejandro Talavante sí que se embolsó un trofeo. Simplón el
recortado toro. Por fuera y por dentro en su bondad. Talavante se dobló por la
derecha con plasticidad. Y alternó las manos a continuación. Ligados los largos
trazos. Fácil, vertical y ligero. Escaso poso dejaban tras de sí. Coreada la
faena con la misma corrección. El atracón a la hora de matar, casi a
topacarnero el chocazo, aportó la cuota de emoción que disparó la pañolada.
El salpicado y guapo tercero se movió revoltoso en los
tercios previos. Un puntito de genio en Novelero entonces. Travieso en
banderillas. Pero rompió en la muleta de David Mora de manera sensacional. Por
cómo colocaba la cara. Mora le consintió de inicio. E hilvanó una faena de
tintes desiguales. A los tendidos llegaba por igual el muletazo en el que
corría la mano, el desmayado o el lambreazo acodado. Los tres se podían dar en
una misma serie.
Como la distinta velocidad. El empaque parecía unificarlo
todo. En un natural mirando al tendido, si no antes, Novelero se rajó. El
triunfo presentido se evaporó por un pinchazo y se redujo a la vuelta al ruedo.
A Morante de la Puebla se le notaba la tensión para que la
feria no se le fuese de vacío (en el marcador). El colorao cuarto lo desarmó
cuando se mecía a la verónica e increíblemente se rajó en el apunte de un
hermoso quite por chicuelinas. Antes del segundo puyazo. La huida embestida
también se llevó el capote en una intervención más a la verónica. Todo quedaba
inconcluso. Morante agarró los palos aunque no era toro para banderillear por
su descompuesta embestida. El tercer par, al quiebro y por los adentros, reunió
el calambre que sintió la Maestranza. En la muleta no pudo ser en ninguno de
los terrenos sondeados como un zahorí: el cuvillo se fugaba constantemente y
escapaba de najas. Desde chiqueros al Tendido "10". Otra vez en el
tercio la ovación de consolación. La Puerta del Príncipe soñada habrá de
esperar un año más.
Manseó un quinto que nunca quiso romper hacia adelante.
Siempre andando a la hora de tomar la muleta de Talavante, siempre gazapón al
salir de ella. Sin maldad ni lucimiento. La obra talavantista se extendió con
excesivo metraje.
El alegre sexto apuntaba notas extraordinarias y confirmaba
dos cosas: la desigualdad de las hechuras de la corrida de Cuvillo y el buen
bajío de David Mora. La forma de coger los vuelos y salirse de ellos de
Barrilero prometía. Mora principió de rodillas, ligó las dos tandas en redondo
más uniformes de su actuación, siempre unos grados encorvado, y cuando parecía
seguir al natural la tónica de la faena el toro se desentendió. Aquellos 20
pases en los que se entregó no pasaron a mayores. La faena de Morante quedó
como recuerdo de fondo.
NÚÑEZ DEL CUVILLO | Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y
David Mora
Toros de Núñez del Cuvillo,
de diferentes hechuras, líneas y seriedades; estupendo el 3 hasta que se rajó;
bueno el 2º; con sus claves pero finalmente agradecido el 1º; rajado el 4º;
gazapón y sin romper el 5º; el alegre y buen 6º también se rajó.
Morante de la Puebla, de carmesí y oro. Estocada trasera. Dos
avisos (petición y saludos). En el cuarto, estocada atravesada que escupe
(saludos).
Alejandro Talavante, de nazareno y oro. Estocada pasada
(oreja). En el quinto, media que escupe y tres descabellos. Aviso (silencio)
David Mora, de rioja y oro. Pinchazo y estocada
contraria. Aviso (vuelta al ruedo). En el sexto, estocada pasada y tendida y
descabello (saludos).
Plaza de la Maestranza. Jueves, 4 de mayo de 2017. Décima de feria.
Lleno.
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