El novillero venezolano José Enrique Colombo, que ha
realizado lo más destacado del festejo de hoy en Las Ventas, ha confesado a Efe
al finalizar la tarde que, a pesar de que el presidente no ha querido atender
la fuerte petición de oreja que tuvo, al menos: "Madrid ha visto que no he
venido a pasar la tarde".
"El novillo no me ha regalado nada, ha sido muy
exigente y había que estar ahí con él para tratar de sacarle todo lo que tenía.
La gente así lo ha entendido. Por eso, aunque la oreja me hubiera venido
fenomenal, y más aquí, pero lo importante es que la afición de Madrid ha
valorado que ahí había un torero dispuesto a jugarse la vida", confesaba
el joven espada de San Cristóbal (Venezuela).
Sobre su primero, en cambio, su valoración era otra:
"tenía buen son, la verdad, sobre todo por el pitón izquierdo. La pena que
se ha parado enseguida. Así y todo creo que me han visto también la actitud y
la entrega con la que afrontaba mi primer paseíllo en esta plaza, Ojalá pueda
volver pronto, concluía Colombo.
El primero de los dos sevillanos del cartel, Pablo Aguado,
destacaba igualmente al término del festejo "la entrega" mostrada
durante sus dos faenas, aunque el balance final "no era el deseado".
"Mi primero ha sido un novillo 'revoltosillo', de esos
que no te permiten estar a gusto en ningún momento; y el otro solamente se ha
dejado por el derecho, y creo que por ese lado he logrado cosas buenas, al
menos he podido escuchar los olés de Madrid, cuya afición pienso ha sabido
captar las ganas con las que afrontaba esta tarde", declaraba Aguado.
Y el otro torero hispalense de la terna, Rafael Serna, que
volvía a hacer el paseíllo en la plaza donde hace once meses sufrió una
gravísima cornada (aunque ya había reaparecido aquí en la pasada Feria de
Otoño) se lamentaba de las "pocas posibilidades" brindadas por su
lote de utreros, de la ganadería de El Montecillo.
"No ha podido ser. Pero de verdad que ninguno de los
dos -novillos- se ha prestado lo más mínimo. El primero porque, pese a moverse,
me tenía todo el tiempo enfilado, buscándome, sin clase alguna y metiéndose por
dentro; y este último ha sido simplemente imposible meterle mano",
concluía un resignado Serna. / EFE
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