ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Foto: EFE
No hay Dios que entienda a la presidencia de Las Ventas.
Dicho así en general y en particular con don Javier Cano. Que ayer se anotó la
machada de negarle una oreja a un novillerito de Venezuela que se entregó en
cuerpo y alma. Como antes se reclamaba a un debutante. Aquello de "estar
en novillero". Y Colombo lo estuvo. Y hecho un tío. Toda la tarde. Y
cuando atacó con la espada el volapié recto como una vela también. Del embroque
salió rebotado y cojitranco el venezolano y rodado el toro. Una pañolada inmensa,
mayoría absoluta, sin resquicio a la duda, despreció el señor Cano. Que se
saltó el Reglamento como si fuese Yelena Isinbáyeva. Y lo más grave es que
además había motivos para no hacerlo. Los que dio Colombo con este cuarto
novillo de El Montecillo de enorme movilidad. Muy de público. Que ya creyó
descubrir la bravura en los estruendosos estrellones contra el caballo y en su
velocidad vertiginosa en banderillas.
Al chaval le exigió todas las facultades físicas de sus 19
años. Y firmeza en la muleta con aquellas acometidas rectas y tralleras. Por
dentro siempre. Aguantó el tipo todos los envites. Cuando el utrero redujo su
ímpetu fronterizo entre la casta y el genio, se defendió. Y desarmó a Jesús
Enrique Colombo, que se recompuso en unas impactantes bernadinas de ataque en
tromba. De moneda al aire. De todo o nada. Y, cuando iba a salir cara tras el
inapelable espadazo, va el usía, se ofusca y se la roba.
Todavía el otro día con El Fandi se podría discutir sobre el
número de moqueros. Pero ayer se hacía tan abrumador el porcentaje que habría
que hablar de incompetencia, mala fe o voluntad secuestrada... El ministro del
Interior, Juan Ignacio Zoido, presente en el callejón para apoyar a dos
promesas de Sevilla como Aguado y Serna, tomaría nota del latrocinio.
Como en los toros no existe la nevera futbolística para los
árbitros, al tal Cano se le verá tan campante presidiendo próximamente y
concediendo entrevistas como estrella de rock.
José Enrique Colombo ya había dejado muestras de su
facilidad capotera con el novillo que estrenó la tarde. Suelto de caballos,
alocado en banderillas y veloz como una flecha. Otra vez la quietud de Colombo
en el tercio de muerte, su actitud, su asentamiento como principal arma. Y de
nuevo el enemigo disminuyendo marchas una vez perdido el motor, la raza o el
genio. Raza de verdad la de Colombo.
Volvía Pablo Aguado a Madrid. Cayó inconsciente en la
novillada de apertura de la temporada en una escena dramática. Por la violencia
de la voltereta y el golpe contra el ruedo, las cuadrillas le tuvieron que
sacar la lengua que se había tragado. Ayer lo que se le atravesó fue el novillo
de El Montecillo. En sentido literal. Ya se le vino cruzado, midiendo, por
dentro y sin humillar en el capote. Seguiría la guasa en la muleta. Especialmente
por el pitón derecho. Resolvió con oficio los problemas sin que su esfuerzo,
ciertamente contenido pero generoso en el tiempo, trascendiera a la parroquia.
Un bajonazo y un aviso no ayudaron.
La única vez que apareció la entrega, esa cosa olvidada en la
novillada de El Montecillo, fue en el pitón derecho del grandón quinto y sólo a
ratos. Intratable el bruto por el izquierdo, orientado con instinto de tiburón.
Aguado cumplió con las opciones ofrecidas.
También Rafa Serna sabe lo que es sufrir sobre esta arena.
Su cornada de 2016 sería de las más graves de la temporada. El burraco, montado
y grandón utrero de Paco Medina declaró pronto su estilo en los capotes y en el
peto. Nada bueno a su favor. Manso y rajado desde el principio de faena, las
dos series que embistió fueron de mentira. Sin empuje. Al menos Serna dejó
entonces constancia de su concepto. Perdió el celo y el interés el novillo. Si
es que alguna vez los tuvo.
Y el alto sexto fue una prenda infumable. Lo de El
Montecillo está en un punto como para hacérselo mirar.
EL MONTECILLO | Jesús Enrique Colombo, Pablo Aguado y Rafael Serna
Novillos de El Montecillo,
bonitos de cara, desiguales de hechuras, cuajados y montados 3º, 4º y 5º; con
mucha movilidad, sin entrega y con complicaciones de genio.
Jesús Enrique Colombo, de grana y oro. Pinchazo y estocada
trasera (saludos). En el cuarto, estocada (mayoritaria petición y vuelta al
ruedo).
Pablo Aguado, de verde botella y oro. Bajonazo, estocada
atravesada y descabello. Aviso (silencio). En el quinto, estocada (saludos).
Rafael Serna, de fucsia y oro. Estocada tendida
(silencio). En el sexto, estocada atravesada y tres descabellos (silencio).
Monumental de las Ventas. Lunes, 22 de mayo de 2017. Duodécima de
feria. Tres cuartos de entrada.
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