Surrealista concesión de una
oreja a David Mora, que sortea el mejor lote de una muy desigual corrida de
Parladé.
Iván Fandiño |
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Levantaba el viento las esclavinas de los capotes de paseo.
Curro Díaz vestía el mismo terno rosa palo y oro con el que descerrajó la
Puerta Grande en 2016. Como pretendido imán de la suerte fracasó. El toro de
apertura de Parladé, carifosco, astracanado, parco de cuello y astifinísimo,
tan sólo se prestó en las verónicas de caro dibujo de Díaz. Perdida la inercia
del galope inicial, midió y se frenó por delante de los capotes. A Curro lo
desarmó en un extraño y le persiguió hasta que alcanzó sin aliento el callejón.
El genio afloró también en el caballo, quitándose el palo. No mejoró en la
muleta. Tan frenado y remiso. Tan alerta el sónar del instinto. CD cumplió
valeroso y breve.
Perdió las manos el siguiente toro de Parladé con su cara
lavada a cuestas. No había abandonado el segundo encuentro con el caballo
cuando asomaba el pañuelo verde. Tal vez con premura. Iván Fandiño corrió turno
y apareció un cinqueño largo como un tren, sacudido de carnes, inmensa su caja.
Fandiño ofreció al Rey un brindis que sonó a disculpa por el omitido en la
Beneficencia de 2014, la última que Don Juan Carlos presidió antes de la
abdicación. "Yo nunca he sido hombre de protocolos, pero este brindis lo
hago de corazón (...)", dijo el torero de Orduña. Corazón, fuelle y empuje
es lo que faltó a la embestida del juampedro,
que apuntó buena condición. Como un guiso sin sal quedó la tesonera faena.
Un toro de 487 kilos provocó un guirigay considerable con su
cuerpo recortado y enano. La armada testa como máximo argumento de trapío. En
las antípodas de la corrida de Parladé de la pasada isidrada, que dio un
promedio superior a los 600 kilos y pico. Ni una cosa ni la otra. Pero este
Lustroso se movió con chispa y codicia y a aquellos zambombos no se les
recuerda más que el tonelaje parado. David Mora se inyectó moral después del
naufragio del otro día. El quite por ajustadas gaoneras tuvo descaro y deseos.
Como la faena. Sólo que el toro necesitaba algo más que descaro y deseos. Un
poquito más de temple, por ejemplo, para que no derrapase como si fuera Marc
Márquez. El viento también incomodó lo suyo, y el público jaleó todo con
cariño. Los trazos más alargados y los recortados como un latigazo. Mora se
tiró a matar con el alma entre los pitones. Y enterró un espadazo.
Al cuarto, parche de El Montecillo, un burraco de imponente
trapío, Curro Díaz le esbozó un prólogo de faena preñado de torería. Fue todo
lo que tardó el montecillo en desinflarse. O quizá una tanda más. Y ya se
defendió con cabezazos tan desabridos como Eolo.
Fandiño se había dejado como quinto el sobrero. De El
Montecillo también. Un tigre de Bengala más que un toro. Al pecho de Iván se
lanzó como una fiera. Desde la mansedumbre se peleó con el caballo como si
quisiera comerse al picador. La gente de plata pasó un quinario con los palos.
Las pasadas en falso se sucedieron. Cuando el matador ya había pedido el cambio
de tercio, que por sensibilidad se debió producir, aunque no se hubieran clavado
los cuatro palos reglamentarios, sobrevino el volteretón de Víctor Manuel
Martínez. Un milagro que escapase. La faena ni siquiera fue de poder o
macheteo. El toro no tenía un pase. A por la espada se fue Iván Fandiño. Con la
mala fortuna de que atravesó el acero los costillares. Se complicó la cosa con
el descabello. Nada fácil. Algo le recriminaban al torero desde el '7'. O
viceversa. Una última trifulca.
Otra vez Ángel Otero montó un lío con las banderillas. El
cinqueño castaño de Parladé quiso hacerlo bien en la muleta de David Mora. En
el prólogo y en las tres tandas que duró su humillada nobleza. Y se vino abajo.
Mora se cobró un espadazo soberano con el que se resarcía de todas las
deficiencias técnicas. Surrealista la petición de oreja, y abstracta su concesión.
El palco de Madrid camina sin brújula. Ni criterio. O fue para compensar los
tres avisos que el propio presidente Jesús María Gómez envió puntual y
justamente el otro día. O, sencillamente, porque los pañuelos sumaban mayoría y
tan atados al Reglamento como estamos...
PARLADÉ | Curro Díaz, Iván Fandiño y David Mora
Toros de Parladé dos
cinqueños ( 2º y 6º), y dos de Montecillo
(un 4º que se defendió y un 5º como sobrero, manso, avisado y montaraz); de muy
desiguales hechuras; destacaron el 3º y el 6º sin duración sobre un conjunto de
pobre fondo.
Curro Díaz, de rosa palo y oro. Media estocada
(silencio). En el cuarto, pinchazo hondo (silencio).
Iván Fandiño, de malva y oro. Estocada honda (silencio).
En el quinto, estocada que hace guardia y varios descabellos (silencio).
David Mora, de verde manzana y oro. Espadazo
atravesado (saludos). En el sexto, estoconazo (oreja).
Monumental de las Ventas. Jueves, 18 de mayo de 2017. Octava de feria.
Tres cuartos de entrada.
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