Áspera y sin atisbo alguno de clase. Así fue la novillada de
Sánchez Herrero que abrió la feria de La Comunidad. Seis ejemplares que no
compusieron una novillada sino una suma de novillos que puede parecer lo mismo
pero no lo es.
En Madrid, los encierros deben tener parejas hechuras, cosa
que no tuvo el basto encierro salmantino. Tampoco acompañó el juego merced a un
sexteto manso y descompuesto que desarrolló genio y complicaciones.
De la terna, el más comprometido y el que más actitud puso
fue Daniel Menes que afrontó la tarde con firmeza y la gallardía de quien
necesita el triunfo a toda costa. Metido y valiente, Menes superó al deslucido
tercero y exprimió la embestida temperamental y mansurrona del que cerró
función.
Y frente al sexto, Menes puso de nuevo toda la carne en el
asador, logrando instrumentar pasajes de toreo asentado que surgió a base de
determinación y la ambición de quien se quiere abrir paso.
El extremeño Tulio Salguero cumplió con el primero que quiso
más que pudo. El novillo sacó cierta nobleza que sirvió para que Salguero
atisbara el oficio que se presupone a un novillero cuyo debut con picadores se
remonta a 2009. Aseado sin más. Y frente al cuarto, un novillo complicado que
desarrolló peligro y que se quedaba corto por ambos pitones, pasó de puntillas
y sin lograr domeñar a su oponente.
Tampoco tuvo más opciones ni una actuación más brillante el
madrileño Álvaro García que sorteó dos novillos tan inciertos como deslucidos y
complejos. La mala lidia contribuyó a acrecentar las dificultades de sus dos
contrincantes. El segundo de la función llevó siempre la cara alta y sacó
aspereza. Y el quinto fue toda mansedumbre, esperando para atacar con violencia
y feas intenciones.
Álvaro García tuvo aplomo frente a su primero que se vino a
menos y estuvo más a la deriva frente al quinto que fue de pasar un trago. Al
menos, con la espada se mostró premioso y fácil. / Diario
EL MUNDO de Madrid
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