El extremeño construye una
notable faena al natural y se queda a las puertas del trofeo con el mejor toro
de la desigual y deslucida corrida de Fuente Ymbro. *** Entrega total de El
Fandi con el otro toro de opciones del sexteto. *** Gloria y honor de Fuente
Ymbro en el estreno de la era de Simón Casas.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Foto: EFE
Foto: EFE
Otra tarde de clima bochornoso. Regresaba Fuente Ymbro con
el aura de la grandiosa novillada que levantó el telón de la temporada en
Madrid. Contra esa inercia de esperanza jugó el primer toro. Tan montado y alto
de agujas como escarbador. Con tan poco dentro. Por fondo y por fuerza. El
Fandi libró largas cambiadas de rodillas y jugó los brazos a la verónica. Mejor
a izquierdas el fuenteymbro en la
nada que regaló. La brevedad se impuso en la muleta. Cuando todavía duraba el
raro eco de la negativa presidencial a que Fandi clavase un cuarto par de
banderillas tras haber fallado el anterior. Ni siquiera debió pedir permiso el
matador, a quien le corresponde la potestad y la decisión. Al menos así era
antes. Salvo que la nueva reglamentación haya aumentado los parámetros
invasivos.
Sin vida alguna apareció el castaño segundo de extrañas
hechuras. Aquellos andares al paso los mantuvo durante toda la lidia. Un
incómodo gazapeo dormido que Miguel Ángel Perera consintió y esperó siempre. A
su favor contaba con la humillación como máximo argumento. Perera extendió la
faena por las dos manos con toda la voluntad de romper hacia delante de su
parte. Un sartenazo como un inmenso despropósito echó aún más tierra que el fuenteymbro caminador y letárgico.
Otras líneas traía el tercero. Bajo, armónico y entipado.
Una seriedad más prometedora. Y así fue. José Garrido cumplimentó al Rey
emérito como sus compañeros. Y justo enfrente del Monarca se clavó por
estatuarios. Una corta intervención como carta de presentación. Una declaración
de intenciones antes de presentar la zocata. Esa fue la mano del toro. Garrido
se acinturó, hundió los riñones y bajó la mano ahondando en el profundo fondo
del toro. Cuando se daba y cuando no tanto. Los pases de pecho a la hombrera
contraria sublimaban cada tanda ligada y maciza. Aunque en redondo hubo en los
albores de la obra notables rondas, fueron las últimas de arrastrados naturales
las que sacudieron la plaza. Como las bernadinas de impacto súbito. Un pinchazo
agarrado en firme y el descabello enfriaron el ambiente y el más que probable
premio. Que según está el patio nunca se sabe.
El cuarto y colorao fuenteymbro
desbarató todas las teorías de las hechuras con su cuerpo de caballo: que
embistiese como embistió por el pitón derecho no atendía a la lógica (si la
hubiere en el toreo). El Fandi se desquitó del agravio dictatorial y clavó
cuatro pares, el último como un dos en uno. Explosivo el tercio con una reunión
por los adentros de tremenda exposición. La sorpresa del fuenteymbro sobrevino cuando Fandi citó de rodillas casi en la boca
de riego. Y el toro descolgó su embestida en un circular sin solución de
continuidad. Aquella nobleza la aprovechó Fandila, muy despatarrado y encajado,
más en su corte de siempre que como en Sevilla. Pero dándolo todo. Tanto que,
cuando el toro se negó por el izquierdo a la defensiva y perdió el celo, El
Fandi volvió a la guerra de rodillas y por manoletinas. Entre el torero
postrado y la cabeza del uro cabía un rascacielos. Como ofendido por el trato
de la afición, se volcó en un espadazo de rabia incontenida. Quizá levemente
rinconero pero ejecutado con una sinceridad que caló en los tendidos. La
pañolada, tal vez insuficiente, no aflojó a la autoridad. Que le devolvía así
al granadino sus reverencias versallescas.
Imposible encontrar peor suerte que la de Perera. Como
gafado. El rebrincado, geniudo y saltarín quinto de Gallardo había sido
protestado por su aniñada expresión. Y, sin embargo, fue un cabroncete en fase
de desarrollo.
Para terminar de completar la desigualdad de hechuras, el
basto sexto vino a poner la guinda. Otra conformación de encornadura. Más
playera. Respondió con nula clase y entrega a todas las voluntariosas
propuestas de José Garrido. Y, para colmo, se puso gazapón. Como para sumar a
sus cabezazos.
Qué lejos de la novillada de apertura. A última hora se le
fundieron los focos a la plaza. Como los plomos a la corrida de FY. Sólo
Garrido encontró una rendija de luz entre la grisalla.
FUENTE YMBRO | El Fandi, Miguel Ángel Perera y José Garrido
Toros de Fuente Ymbro, de
muy desiguales hechuras dentro de la seriedad, más lavado el 5º; desfondado el
1º; dormido el 2º; de notable fondo el 3º; noble por el derecho el 4º;
rebrincado y geniudo el 5º; deslucido el 6º.
El Fandi, de azul marino y oro. Pinchazo, pinchazo
hondo y dos descabellos (silencio). En el cuarto, estoconazo pelín rinconero
(petición y saludos).
Miguel Ángel Perera, de azul turquesa y oro. Sartenazo en los
bajos (silencio). En el quinto, estocada (silencio).
José Garrido, de rioja y oro. Pinchazo hondo y dos
descabellos. Aviso (saludos). En el sexto, dos pinchazos y media estocada
defectuosa. Aviso (silencio).
Asistió el Rey emérito en
una barrera de Preferente.
Monumental de las Ventas. Miércoles, 17 de mayo de 2017. Séptima de
feria. Tres cuartos de entrada.
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