El diestro Curro Díaz triunfó hoy a lo grande en Zaragoza
(noreste de España) merced a una faena de altas cotas artísticas, premiada con
las dos orejas, después de que cayera también herido grave al entrar a matar al
toro con el que alcanzó la gloria.
Curro Díaz encandiló a los tendidos del coso de Pignatelli,
merced a dos faenas de alta nota artística, especialmente la segunda, cumbre por
la torería, el aroma y la plasticidad que imprimió el singular torero de
Linares para cortar dos orejas sin discusión.
Antes, en su bonancible primero, dejó Díaz momentos
sublimes, fogonazos de su peculiar tauromaquia por los dos pitones. Sabor por
los cuatro costados y los tendidos rendidos a los pies del torero, que no
anduvo acertado con la espada, de ahí que perdiera la oreja que tenía
prácticamente en sus manos.
Pero si fue buena esta primera faena, la del cuarto fue
extraordinaria. Fue este un toro de Algarra de muy buena condición, muy noble y
templado en sus dulces embestidas, y el de Linares dio una lección magistral de
torería en una faena de tremenda plasticidad por lo bien que acompañó las
embestidas, lo despacio y lo reunido que lo hizo todo.
Se tiró como una vela a matar saliendo cogido por el astado,
que lo prendió por la chaquetilla en unos momentos de verdadera angustia, pero,
eso sí, con la espada enterrada en lo alto de su oponente, al que desorejó para
el deleite de los tendidos zaragozanos.
Paco Ureña, aún sin "tocar pelo" también rayó a
buen nivel. Su primero fue un novillo mansurrón y justo de fuerzas al que toreó
con mucha suavidad en una faena en la que no pudo entrar en profundidades, pero
en la que demostró sitio y buen oficio.
El quinto fue un toro más exigente y aquí anduvo muy firme
el diestro para tragar en cada embestida y lograr una faena de lo más
emocionante y meritoria. Saludó una ovación.
Ginés Marín se las vio en primer lugar con un toro de
notables opciones para que el joven dejara constancia el buen concepto que
atesora. Gusto, temple y conjunción fueron las principales virtudes de una
faena malograda a última hora con los aceros
El sexto fue un sobrero del mismo hierro de lo más
deslucido, con el que Marín, que lo intentó de todas las maneras posibles,
apenas pudo pasar de los detalles sueltos. EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Luis Algarra,
el sexto como sobrero, bien presentados y de variado comportamiento. Destacó el
buen cuarto y, en parte también, los nobles primero y tercero. Blando y soso el
segundo; complicado y con genio el quinto; y deslucido el sexto.
Curro Díaz, vuelta al ruedo y dos orejas.
Paco Ureña, silencio y ovación tras aviso.
Ginés Marín, silencio y silencio.
En la enfermería fue intervenido Curro
Díaz de cornada en cara interna del tercio medio del muslo derecho con
orificio de entrada de 5 centímetros y dos trayectorias: una ascendente de 15,
que desgarra fibras del músculo vasto interno y otra externa que, tras superar
el fémur, llega hasta la cara externa del muslo. Pronóstico grave. Trasladado a
una clínica de Zaragoza.
La plaza registró un tercio de entrada en los tendidos.
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