La rebaja del IVA es una gran
ayuda, ahora tendremos que quejarnos menos y trabajar lo mismo o más. Si esa
coyuntura se utiliza para picardear como se hizo tantas veces, la habremos
cagado para cien años y un día si es que para entonces se torea...
José Luis Benlloch
Redacción APLAUSOS
La semana ha tenido una noticia especialmente feliz por
deseada y por trascendente. A poco que se haga buen uso de la misma tendrá,
debería tener al menos, una clara influencia sobre el futuro de la Fiesta.
Puede ser la pata que le faltaba al banco, prefiero decir apoyo, pues el apoyo
necesario para comenzar a sacar el toreo de donde le ha llevado el devenir
cultural y económico, resumámoslo en el devenir social, que nos ha tocado vivir
y que algunos interesadamente o desde el entreguismo quieren traducir en
decadencia del toreo y no lo es. La demostración de ello se ve con frecuencia,
cada vez que se le estimula reacciona, cada vez que se siembra se cosecha…
La rebaja del IVA del 21 al 10 por ciento, tantas veces
reclamado, llega, al fin, en un momento clave, justo cuando la acogida que han
tenido las primeras ferias, Olivenza, Castellón y Valencia, hace pensar en una
remontada. Así que lo entiendo como el penúltimo empujón. Esa reacción tiene
motivos concretos. Varios. La sociedad ha comenzado a reaccionar frente a la
actitud arbitraria y agobiante hasta el hartazgo de determinados sectores
empeñados en imponer sus ideales en postura nada democrática, de tal manera que
ir a los toros comienza a convertirse en una manera seguramente inconsciente de
protestar contra la imposición, una reacción y hasta en un ejercicio público de
ideología, voy porque soy libre o voy porque no soy como ustedes o voy, los más
iniciados, porque forman parte de mi cultura, porque creo en una ecología
sostenible y en un animalismo jerarquizado, primero los hombres y luego los
animales, voy porque quiero ir y basta.
La gente también ha ido y todavía irá más, soy optimista,
porque comienza a aliviarse del peso de una economía dura y estrecha que
angustiaba los hogares los últimos años. Detalle, el de la crisis económica,
que no siempre se tiene en cuenta cuando se habla de la crisis de los toros
pero que pesa lo suyo en los toros, en el fútbol y en cualquier actividad
prescindible. Por tanto, ahora que hay menos crisis o le hemos perdido el
miedo, la gente siente la necesidad de divertirse y va más a los toros que no
dejan de ser una diversión por mucho que los más conspicuos aficionados digan
que uno no se puede divertir en la plaza. Y la gente va más -otra pata del
argumentario- porque ha aparecido, ese es un factor clave, una hornada de
toreros jóvenes que han despertado curiosidad e interés por ellos mismos y por haber
estimulado a los grandes divos que, muy vistos, habían comenzado a perder
interés por sí solos. O por qué creen que Roca Rey, pongo por caso, es el más o
uno de los más taquilleros del momento; desde luego no porque sea el mejor
torero, al menos de momento no lo es, su imán proviene sencillamente de su
novedad, bendito tesoro, de despertar curiosidad, la gente quiere saber cómo es
ese tipo que ocupa titulares, si es tan valiente como dicen o cómo son esas
sensaciones que genera… en realidad nada nuevo.
El gobierno ha desandado de esa manera los pasos de la
subida anterior en que recorrió los mismos tramos y porcentajes en sentido
contrario, decisión que dolió en el negocio cual puyazo en el pico de la
paletilla. Más allá de que es bueno, nadie sabe a ciencia cierta en qué
repercutirá esta rebaja en la realidad. Ni si bajarán el precio de las
localidades, si animará la organización de más festejos promocionales, si
posibilitará la mejora de la calidad de la oferta… ni siquiera lo saben los
componentes de la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos
(ANOET) que tras valorar positivamente esta bajada han anunciado que se
reunirán el próximo 20 de mayo en Madrid para analizar con detalle las
consecuencias y elaborar un estudio de la nueva situación que se creará a raíz
de la reducción impositiva.
Lo único cierto es que la presión fiscal se alivia, que una
vieja excusa comienza a desaparecer, por tanto tendremos que quejarnos menos y
trabajar lo mismo o más. Viene la ola buena y bueno sería que se aprovechase
con altura de miras. Si esa coyuntura se utiliza para ratear y/o picardear como
se hizo tantas veces, la habremos cagado para cien años y un día si es que para
entonces se torea. No las tengo todas conmigo en el picardeo así que habrá que
estar atentos. De momento con el nuevo IVA no estamos a salvo, pero abriga lo
suyo.
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