ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid
Palomo, la rabia y el orgullo. La raza de las figuras. La
transmutación del hombre delante del toro bravo. Palomo, el rebelde con causa
de los 60. Palomo, que miró a Paco Camino a los ojos y le retó en duelo con
José María Íñigo y las cámaras de TVE por testigos. Palomo se hartó de que
Camino le llamase mushasho y le dijo vamos fuera. Palomo y los Lozano contra el
mundo desde la Oportunidad de Vista Alegre. La prensa independiente contra los
Lozano y Palomo.
Tanto monta, monta tanto. Como una sola voz. Y Madrid contra
Palomo. La plaza de Las Ventas erizada contra Palomo como el bigote de Íñigo
ante la gresca. Palomo vencía desde las tripas. La rabia y el orgullo. Los
Lozano contaban con Pueblo, el diario vespertino de Emilio Romero, y Palomo con
el pueblo y los pueblos. Madrid fue una tangana. Palomo se revolvía, peleaba,
ganaba.
Aquellas campañas mediáticas por la integridad y la edad del
toro que incendiaban Las Ventas, Palomo no las olvidó. Ni con el tiempo. Y las
refería cuando las figuras actuales hacían oír sus quejas de la prensa y la
afición venteña. "No saben lo que es una plaza en contra, lo que es una campaña
en contra", venía a decir.
Palomo y El Cordobés formaron la guerrilla, tan beatle. La
guerra de guerrillas. Palomo y los Lozano contra las empresas. El 69 de marras.
Palomo siempre en lucha contra el poder establecido. Siempre de blanco y plata.
Las rosquillas del santo, tituló Cañabate la crónica
abecedaria del San Isidro del 72 con la conquista del último rabo cortado en
Madrid. Como para mirar hacia otro lado. Palomo on fire jamás volvió la cara.
Aquel mismo año había rendido en México la Monumental también con los máximos
trofeos. Y los Lozano al lado. Delante o detrás. Como arietes o guardaespaldas.
Palomo como niño novillero revelación se enamoró de Marisol,
y se hablaban desde el rodaje de Solos los dos. Como Palomo bajó el rendimiento
en los ruedos, los Lozano cortaron las conversaciones. Los Lozano siempre al
quite. En las duras y en las maduras. En la gloria y en la sangre derramada. En
la compra de la ganadería y cuando se torcieron las cosas por El Palomar, la
finca soñada en Aranjuez.
Sobre la vega del Tajo se abrió un precipicio económico. El
tándem volvió a pedalear a contracorriente. Un tándem de cuatro: Palomo, Pablo,
Eduardo y José Luis Lozano. Palomo y los Lozano de nuevo juntos cuando el hijo
quiso ser torero. Palomo quemó cigarros como una locomotora en la dolorosa
alternativa de Pontevedra, en 2007.
Palomo contra su corazón. El corazón que falló unos años
después y se paró ayer definitivamente. Con los Lozano a su vera. Como tantas
veces en los callejones de todas las plazas de España y América.
Sólo que esta vez el callejón no tenía salida.
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