martes, 25 de abril de 2017

IN MEMORIAM - Palomo y los Lozano

ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid

Palomo, la rabia y el orgullo. La raza de las figuras. La transmutación del hombre delante del toro bravo. Palomo, el rebelde con causa de los 60. Palomo, que miró a Paco Camino a los ojos y le retó en duelo con José María Íñigo y las cámaras de TVE por testigos. Palomo se hartó de que Camino le llamase mushasho y le dijo vamos fuera. Palomo y los Lozano contra el mundo desde la Oportunidad de Vista Alegre. La prensa independiente contra los Lozano y Palomo.

Tanto monta, monta tanto. Como una sola voz. Y Madrid contra Palomo. La plaza de Las Ventas erizada contra Palomo como el bigote de Íñigo ante la gresca. Palomo vencía desde las tripas. La rabia y el orgullo. Los Lozano contaban con Pueblo, el diario vespertino de Emilio Romero, y Palomo con el pueblo y los pueblos. Madrid fue una tangana. Palomo se revolvía, peleaba, ganaba.

Aquellas campañas mediáticas por la integridad y la edad del toro que incendiaban Las Ventas, Palomo no las olvidó. Ni con el tiempo. Y las refería cuando las figuras actuales hacían oír sus quejas de la prensa y la afición venteña. "No saben lo que es una plaza en contra, lo que es una campaña en contra", venía a decir.

Palomo y El Cordobés formaron la guerrilla, tan beatle. La guerra de guerrillas. Palomo y los Lozano contra las empresas. El 69 de marras. Palomo siempre en lucha contra el poder establecido. Siempre de blanco y plata.

Las rosquillas del santo, tituló Cañabate la crónica abecedaria del San Isidro del 72 con la conquista del último rabo cortado en Madrid. Como para mirar hacia otro lado. Palomo on fire jamás volvió la cara. Aquel mismo año había rendido en México la Monumental también con los máximos trofeos. Y los Lozano al lado. Delante o detrás. Como arietes o guardaespaldas.

Palomo como niño novillero revelación se enamoró de Marisol, y se hablaban desde el rodaje de Solos los dos. Como Palomo bajó el rendimiento en los ruedos, los Lozano cortaron las conversaciones. Los Lozano siempre al quite. En las duras y en las maduras. En la gloria y en la sangre derramada. En la compra de la ganadería y cuando se torcieron las cosas por El Palomar, la finca soñada en Aranjuez.

Sobre la vega del Tajo se abrió un precipicio económico. El tándem volvió a pedalear a contracorriente. Un tándem de cuatro: Palomo, Pablo, Eduardo y José Luis Lozano. Palomo y los Lozano de nuevo juntos cuando el hijo quiso ser torero. Palomo quemó cigarros como una locomotora en la dolorosa alternativa de Pontevedra, en 2007.

Palomo contra su corazón. El corazón que falló unos años después y se paró ayer definitivamente. Con los Lozano a su vera. Como tantas veces en los callejones de todas las plazas de España y América.

Sólo que esta vez el callejón no tenía salida.

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