Abres aplausos.es y te asombras
de tanta actividad. De tanta innovación. ¿Quién nos dijo casposos?... Ferias y
más ferias. Carteles por doquier. Buenos o muy buenos la mayoría. O eso nos
parecen, esa es la sensación y ya saben que el toreo son sensaciones. Lo que te
llega y lo que no te toca. Que un día te emocionas y tiempo después eso mismo
te deja frío o peor, cabreado. Y la sensación en estos momentos es la de un
buen despertar.
José Luis Benlloch
Redacción APLAUSOS
Como si estuviésemos saliendo de ese mal sueño en el que se
había acomodado el toreo en los últimos años. Demasiados años. Eso es lo que
estos días te provocaba abrir los portales. Son una cascada de ferias, una tras
otra, todas con su golpe de imaginación empresarial, hasta con inventiva. Con
presentaciones espectaculares. Al fin se dieron cuenta que el buen paño también
hay que promocionarlo y es lo que están haciendo, unos por convencimiento y
filosofía y otros por no ser menos y porque en el toreo el mimetismo siempre ha
estado muy activo. De tal manera que uno arranca una faena por cambiados y le
sigue un ejército entero hasta devaluar los cambiados; o desempolvan las
bernadinas y tenemos bernadinas en todos los postres; o una figura decide
ponerse en manos de un experto en imagen y hasta el más incipiente becerrista
tiene gabinete de comunicación para comunicar no se sabe bien qué. Y no digamos
si una conmemoración llega al sentimiento de los aficionados, de inmediato en
el resto de las ferias comienzan a repasar el libro de los anales en busca de
un cumpleaños o recuerdos que den pie a un eslogan que llevarse a los carteles.
Abres aplausos.es y te asombras de tanta actividad. De tanta
innovación. ¿Quién nos dijo casposos?... Ferias y más ferias. Carteles por
doquier. Buenos o muy buenos la mayoría. Como si estuviésemos saliendo de ese
mal sueño en el que se había acomodado el toreo en los últimos años
No digo que sea malo, sólo que sucede. Pero estábamos en esa
cascada de ferias y carteles con sus presentaciones, sus originalidades, que
tan buenas sensaciones están causando, y en las espectaculares puestas en
escena y me alegro. Ya sé que esto es cómo acaba, que de un día para otro por
mucha explicación que se dé, ni por un videoclip más o menos novedoso ni por
dos, se compensan tantos años de abandono. Y sé que además está el toro, que
para eso se inventó, para echarle las culpas si me permiten la ironía, pero si
lo cuidamos mejor será menos probable o más difícil que descomponga nada y si
lo explicamos será más probable que lo valoren. El caso es que los empresarios
se han puesto a pensar y no dejan de poner en práctica iniciativas,
innovaciones y carteles de los que animan a ir a la plaza. Bendito mimetismo
pues.
Un ejemplo, el penúltimo, de esas formas o de ese empuje
promocional en el que andamos enfrascados ha llegado en Granada. La nueva
empresa, los hermanos Garzón con Lances de Futuro, que incluye la vuelta a esa
tierra de un apellido ilustre, Emilio Miranda Sanz, bienvenido, ha echado la
casa por la ventana y ha puesto toda una batería de ideas al servicio de la
feria. Se han ido a presentarla a un Colegio Universitario nada menos, han
creado un abono para los jóvenes, conmemoran el centenario de Manolete, le han
dado continuidad al rescate de Pepe Luis que si quiere que si no quiere va a
acabar haciendo una temporada cuando menos se le esperaba; han puesto una
filarmónica donde antes había una banda, han programado de manera paralela
conferencias, jornadas de cine, clases magistrales y hasta la inauguración de
un museo taurino en la plaza. Y además han montado una buena feria con
argumentos diarios suficientes para atraer público, que tampoco es mala idea.
Así que quien no va a los toros es porque está sordo o ciego y estar ciego en
Granada ya se sabe que es de las peores desgracias.
La hermética Sevilla lleva a los abonados al campo, saca
capotes y muletas a la calle y cuenta el toreo por dentro; S.C. vive en una
tertulia infinita, cada cartel es una mesa de comunicación; y en Toledo han
revestido de modernidad su añoso coso.
Y no acaba ahí la cosa. La hermética Sevilla lleva a los
abonados al campo, saca capotes y muletas a la calle y cuenta el toreo por
dentro; S.C. vive en una tertulia infinita, cada cartel es una mesa de
comunicación; y en Toledo, por no hablar de las plazas francesas que nunca
dejaron de hacerlo, han revestido de modernidad su añoso coso. Y no creo que
esta corriente se acabe aquí. Estoy encantado por mucho que cualquier teórico
de la comunicación, si le preguntásemos, podría advertir de los efectos de la
saturación. Pero, quite usted.
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