PACO AGUADO
Una corrida de Montealto, con toros tan bastos y voluminosos
como faltos de raza, deslució el mano a mano que enfrentó hoy en Las Ventas a
Curro Díaz y José Garrido, aunque algún toro, como el quinto, ayudó a mejorar el
gris resultado final del festejo.
Las muchas expectativas que se crearon acerca de este mano a
mano en los días previos se habían quedado en humo cuando se arrastraba el
sexto toro de la tarde, un zambombo de 680 kilos, tan basto como manso en los
primeros tercios.
Ese toraco fue el que terminó de dar por tierra con un
enfrentamiento que, turno a turno, iba cayendo en la nada por la falta de raza
y de fondo de cada uno de los deslucidos ejemplares de Montealto, ante los que
poco pudo hacer el dúo de toreros que, supuestamente, hoy iban a dirimir esa
pretendida rivalidad.
Con todo, también hubo un quinto toro, de vistosa capa
jabonera, que al menos duró en la muleta, tampoco sin gran celo, pero sí con
una embestida abierta y manejable que facilitaba el lucimiento.
Curro Díaz, que había pasado prácticamente inédito ante un
primero desfondado y un tercero sin clase ni recorrido, abrió la faena de
muleta de ese quinto con mayor confianza, a pesar de que el de Montealto había
manseado claramente en el caballo.
Aun así, lo vio claro el torero de Linares ya desde esa
apertura, en la que dos o tres trincherazos y pases de la firma hicieron rugir
a una afición que gusta especial y tradicionalmente de estos detalles
secundarios.
Esa primera fase iba a ser la más compuesta de una faena en
la que, a pesar de las facilidades del animal, Curro Díaz se debatió entre
demasiados altibajos técnicos que le impidieron redondear, ya que, incluso
dentro de una misma tanda, se alternaron los pases limpios y bien compuestos
con enganchones y tirones que le restaban brillantez.
En todo momento empujó gran parte del público de Madrid,
entre el que el jiennense tiene declarados partidarios, pero la obra, bien
compuesta estéticamente y algo ligera de contenido, nunca llegó a remontar lo
suficiente para llegar al nivel de premio, y menos aún tras la estocada baja
que la remató.
El extremeño José Garrido se lució especialmente con el
capote ante sus dos primeros toros. En realidad, las verónicas encajadas y
embraguetadas con que los recibió y el airoso y alegre quite por chicuelinas
que le sacó al cuarto fueron lo único que pudo sacar en claro.
No hubo más porque se lo negó tanto la brusca y desclasada
embestida de su primero como el absoluto desfondamiento del cuarto, el toro
mejor "hecho" del encierro, que se paró sin remedio tras el nervio
mostrado en los primeros tercios.
Al revés que éste, el sexto fue un manso declarado en varas
y en banderillas, sólo que, aún amagando rajarse, se empleó algo más en la
muleta sin que Garrido acabara de creérselo en un trabajo que osciló entre la
voluntad y la ansiedad del último cartucho. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Montealto, de
muy desiguales hechuras y muy dispares de volumen y peso, con diferencias de
hasta casi 200 kilos. A la corrida en conjunto le faltó raza y fondo en su
deslucido juego, aunque el quinto resultó manejable y ofreció posibilidades
para la faena de muleta.
Curro Díaz, azul noche y oro: estocada desprendida
(silencio)); pinchazo y estocada honda caída (silencio); estocada baja
(división de opiniones al saludar).
José Garrido, de grana y oro: estocada desprendida
(silencio); estocada caída (silencio); estocada chalequera, estocada caída
tendida, pinchazo y descabello (silencio tras aviso).
El banderillero Antonio Chacón
fue atendido en la enfermería de la plaza de un "puntazo corrido y rotura
fibrilar en el tercio distal del bíceps femoral del muslo derecho", de
pronóstico reservado.
Los tendidos se cubrieron en algo menos de la mitad del aforo, con unos
10.000 espectadores.
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