Morante de la Puebla, José María
Manzanares y el peruano colgarán este domingo el cartel de 'no hay billetes' en
la fecha que Curro mitificó.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de
Madrid
Decir Resurrección era nombrar a Romero. Con la Maestranza a
la espalda y Belmonte al frente, la evocación de Curro se hace presente en El
Altozano. La comida sobre el puente de Triana se prolonga como sus tardes de
gloria en la memoria. De Curro Romero existía una nostalgia perpetua ya antes
de emprender el adiós definitivo en aquel paseíllo vestido de corto en La
Algaba.
El dueño del tiempo (Antonio Burgos dixit) se despidió cuando
se atisbaba el primer otoño del siglo XXI. Esa misma primavera del 2000 había
toreado su vigésimo tercer Domingo de Resurrección. La cita de la apertura de
la temporada en la Maestranza le debe aún su vitola, su carisma y su fama.
El último paseíllo en La Algaba lo compartió Curro con
Morante de la Puebla, que hoy, 17 años después, representa la estela del arte
-la gracia torera, que dice Rafael de Paula- en el cartel de esta tarde. De
otra forma, de otro modo, el arte por estandarte. Decir Resurrección era
nombrar a Romero. Con la Maestranza a la espalda y Belmonte al frente, a Curro
le recuerdo que un día me declaró que el toreo era de cadera a cadera. Como
cuando en el Domingo de Resurrección del 96 del siglo pasado dibujó el toreo a
paso de procesión, que yo lo vi. De Curro existía ya la nostalgia desde la
calle Iris. Por allí pasará también esta tarde José María Manzanares, junto con
Morante el otro consentido, como por México se tilda al torero que habita en el
corazón de la afición. La plástica, la estética, el empaque. De otro modo, de
otra forma, el estilo por estandarte.
Cuando Curro Romero toreaba por Resurrección en Sevilla,
existía una espera, una vigilia, un desasosiego de ilusiones. Y no había ojos
ni velas para otras figuras, que desfilaban bajo la sombra alargada del Faraón.
Saliese cara o saliese cruz.
Entre las sombras que proyectan Morante y Manzanares, Roca
Rey se presenta en el Domingo de los privilegiados con el deseo de no ser
convidado de piedra. Nada fácil la papeleta. Al terremoto que vino del Perú,
Sevilla fue la plaza que más se le atragantó en su imparable campaña de 2016.
Cuestión de suerte y conceptos. Hay en Roca Rey una madurez mayor una temporada
después, el mismo impacto de siempre: el estandarte del valor de las viejas legiones
que conquistaron el mundo.
Morante habló con Dios en la Maestranza tal día como el
viernes de hace un año. O Dios escuchó a Morante y le puso en la mano al toro
'Dudosito'. La lenta conversación con el cuvillo de trémula e incuestionable
calidad todavía perdura como un temblor.
De Núñez del Cuvillo vuelven a ser los toros. Una
responsabilidad mayúscula para un formidable ganadero que, como Roca Rey,
caminará bajo la sombra de los consentidos de Sevilla.
Decir Resurrección era nombrar a Romero. Con la Maestranza a
la espalda y Belmonte al frente, en El Altozano se va el sol.
Curro camina despacio. En el cartel de «no hay billetes» que
colgará de las taquillas esta tarde, hay algo suyo: una nostalgia de ti que
viene de antes.
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