domingo, 16 de abril de 2017

DOMINGO DE RESURRECCIÓN - MÁXIMA EXPECTACIÓN: Roca Rey, bajo la sombra de los 'consentidos' de Sevilla

Morante de la Puebla, José María Manzanares y el peruano colgarán este domingo el cartel de 'no hay billetes' en la fecha que Curro mitificó.
 
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL MUNDO de Madrid

Decir Resurrección era nombrar a Romero. Con la Maestranza a la espalda y Belmonte al frente, la evocación de Curro se hace presente en El Altozano. La comida sobre el puente de Triana se prolonga como sus tardes de gloria en la memoria. De Curro Romero existía una nostalgia perpetua ya antes de emprender el adiós definitivo en aquel paseíllo vestido de corto en La Algaba.

El dueño del tiempo (Antonio Burgos dixit) se despidió cuando se atisbaba el primer otoño del siglo XXI. Esa misma primavera del 2000 había toreado su vigésimo tercer Domingo de Resurrección. La cita de la apertura de la temporada en la Maestranza le debe aún su vitola, su carisma y su fama. 

El último paseíllo en La Algaba lo compartió Curro con Morante de la Puebla, que hoy, 17 años después, representa la estela del arte -la gracia torera, que dice Rafael de Paula- en el cartel de esta tarde. De otra forma, de otro modo, el arte por estandarte. Decir Resurrección era nombrar a Romero. Con la Maestranza a la espalda y Belmonte al frente, a Curro le recuerdo que un día me declaró que el toreo era de cadera a cadera. Como cuando en el Domingo de Resurrección del 96 del siglo pasado dibujó el toreo a paso de procesión, que yo lo vi. De Curro existía ya la nostalgia desde la calle Iris. Por allí pasará también esta tarde José María Manzanares, junto con Morante el otro consentido, como por México se tilda al torero que habita en el corazón de la afición. La plástica, la estética, el empaque. De otro modo, de otra forma, el estilo por estandarte.

Cuando Curro Romero toreaba por Resurrección en Sevilla, existía una espera, una vigilia, un desasosiego de ilusiones. Y no había ojos ni velas para otras figuras, que desfilaban bajo la sombra alargada del Faraón. Saliese cara o saliese cruz.

Entre las sombras que proyectan Morante y Manzanares, Roca Rey se presenta en el Domingo de los privilegiados con el deseo de no ser convidado de piedra. Nada fácil la papeleta. Al terremoto que vino del Perú, Sevilla fue la plaza que más se le atragantó en su imparable campaña de 2016. Cuestión de suerte y conceptos. Hay en Roca Rey una madurez mayor una temporada después, el mismo impacto de siempre: el estandarte del valor de las viejas legiones que conquistaron el mundo.

Morante habló con Dios en la Maestranza tal día como el viernes de hace un año. O Dios escuchó a Morante y le puso en la mano al toro 'Dudosito'. La lenta conversación con el cuvillo de trémula e incuestionable calidad todavía perdura como un temblor.

De Núñez del Cuvillo vuelven a ser los toros. Una responsabilidad mayúscula para un formidable ganadero que, como Roca Rey, caminará bajo la sombra de los consentidos de Sevilla.

Decir Resurrección era nombrar a Romero. Con la Maestranza a la espalda y Belmonte al frente, en El Altozano se va el sol.

Curro camina despacio. En el cartel de «no hay billetes» que colgará de las taquillas esta tarde, hay algo suyo: una nostalgia de ti que viene de antes.

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