Si
repiten más las figuras, no hay sitio para emergentes; si hay muchos
emergentes, se dice que a las ferias les falta nivel; si es muy larga, nos
quejamos; si se acorta, nos rasgamos las vestiduras de la nostalgia… Al que
cuadre el círculo, que le den el Nobel de la imaginación.
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
La semana ha sido un chorro de sensaciones. Las ha
habido para todos los gustos. Con una idea final bastante evidente, se avanza.
Sumas y restas y está claro que se avanza. Gana lo positivo. En Madrid el acto
de presentación de la primera feria del mundo estuvo a la altura de los
primeros espectáculos del mundo. Lo que merecen el toreo y la plaza, en
realidad lo que se prometió. Y no es cuestión baladí, no lo desprecien, los
toros siempre dije, se dijo, que son algo más que las dos horas que dura la
corrida y, sobre todo, deben estar imbricados en la sociedad. En este caso más
allá de lo fastuoso del escenario, la retransmisión por Facebook Live para que
lo viésemos todos -¿quién nos dijo anticuados?- le daba la vigencia tecnológica
que empezaba a faltar en el toreo, de la misma manera que la presencia y
reconocimiento al Rey Juan Carlos I hablaba de respeto y agradecimiento de un
mundo al que sumieron en la orfandad político-administrativa de la que solo nos
rescataba su egregia familia.
En cuanto a los carteles, no cabe ponerles más
pegas que las que surgen de los gustos personales, del entrenador que todos
llevamos dentro dicen los del fútbol cuando hablan de alineaciones. Pues eso
mismo sucede trasladado al toreo. Si repiten más tardes las figuras, resulta
que los emergentes y/o jóvenes no tienen sitio y eso no solo me cabrea sino que
capa el futuro. Sería otro tapón a la renovación. Si hay muchos emergentes, se
dice que a las ferias, a esta y a las otras, les falta nivel. Si es muy larga,
nos quejamos; si se acorta, nos rasgamos las vestiduras de la nostalgia o
clamamos ante lo que se entiende como crisis. Si alguien es capaz de cuadrar
ese círculo, más figuras, más jóvenes, más corta… que le den el Nobel de la
imaginación. De momento toca esperar ilusionados, hay motivos; toca exigir
nivel, la plaza, la historia y el momento obligan; y toca defendernos muy
juntos y con visión de futuro porque los enemigos del toreo no cesan, se
revisten de manifestantes, de pancarta, de pliegos irreales, de funcionario y/o
concejal tocapelotas y sectario, el último ejemplo el de Valencia negándose a
dar permiso de aparcamiento a las unidades de la tele cuando diez minutos
antes, en realidad a cualquier hora del día y de la noche, para cualquier
respetable manifa te cortan una calle o protegen un escrache. Torticeros y
doctrinarios se multiplican como setas, los hay por doquier.
Y para que nadie diga que lo paso por alto, la
intervención de Gonzalo Caballero en la presentación de Las Ventas da para
todas las interpretaciones. Si era el lugar o no era el lugar, si eran las
formas, si tenía motivos o no… es tema tan personal y tan pasional, que cada
cual tendrá su visión. No es la primera vez que sucede algo parecido pero no
recuerdo que los antecedentes hayan tenido grandes consecuencias, ni para el evento,
ni para el torero, ni para bien ni para mal, ni variaron el rumbo de ninguna
carrera. Si luego han pegado pases, olvidado el incidente; si no, olvidado el
torero. Así que no le daría mayor importancia, pasó. Yo a Gonzalo le deseo lo
mejor… en la plaza y en lo personal.
Juli arrolla en Castellón; Talavante, tipo especial, toreó de
manera especial; Manzanares reapareció en su papel de gran clásico; Varea se
reanimó; Ponce arrolló; Roca Rey les aguantó el pulso; y en Valencia Román
asustó y triunfó.
Pero no solo de Madrid vive el hombre, ni la
mujer, ni siquiera los aficionados/as, el frente informativo barre España de un
lado a otro como una ciclogénesis. Otros temas de la semana han sido los
concursos de las plazas o, para ser más exactos, los pliegos, los
procedimientos y las sensibilidades políticas en torno a las plazas. En El
Puerto de Santa María, el alcalde, correctísimo, escuchó a ANOET y al resto de
asociaciones profesionales y sacará otro pliego más ajustado a la realidad
social de la zona y a las posibilidades del sector y, a partir de ahí, libre
competencia. En Zaragoza, a falta de coherencia política, ha sido el juez el
que ha frenado, de momento, el desenlace. En Burgos se pesan y se miden
solvencias como si fuese azafrán y está bien si la balanza de pesar está bien
equilibrada. Y sin salirnos del tema, una curiosidad, ninguna de las tres
capitales aragonesas tienen empresario. ¡Uf!
Y en lo estrictamente taurino mandó Castellón,
emergió Illescas ¡qué bueno! y arrancaron las Fallas. Las dos ferias
valencianas se podrían entender como dos en una, ambas seguidas, sin solución
de continuidad, quince días de toros seguidos, quince, que hablan muy a las
claras del peso y la tradición de la tierra dicho sea mirando al tendido de los
políticos torticeros del pensamiento único. El éxito de público, tres llenos
reventones seguidos en la Plana y los que se avecinan en Valencia, es un
bofetón en la cara de sus arbitrariedades y despropósitos. Aunque no importa,
no creo que surta efecto, no leen, ni piensan, ni las orejeras de sus cabezadas
borriqueras les dejan ver más allá de su doctrina.
De la Plana me traigo la furia que no cesa de
Juli: poderío, ambición y responsabilidad de figura… y ahora el que quiera y
pueda que me siga. Deslumbró, una vez más, Talavante, tipo especial que torea
de manera especial; reapareció Manzanares en su papel de gran clásico; se
reanimó Varea; aquilató en exceso Victorino, el día y la plaza merecían más
toro y más esmero; y en el epílogo me cuenta Jorge Casals que el maestro Ponce
se desbordó desde la elegancia y el sentimiento y que Roca interpretó a la
perfección su papel de joven guerrero. En Valencia, Román apostó a la épica y
ganó: triunfo, cornada y confirmación, ese tío ha venido para quedarse.
VA DE
BOUS Y DE AGRADECIMIENTOS.- Que la más alta institución de tu tierra,
en este caso la Generalitat Valenciana, te premie es un honor grande. Que lo
haga en tiempos tan convulsos para el toreo como estos y desde un gobierno
donde una parte de él es abiertamente antitaurino, denota coraje, afición y una
clara voluntad de atender a todos los segmentos y sensibilidades de la
sociedad; que se vuelquen con su presencia en el acto de libramiento
representantes de los dos principales partidos de este país, un gustazo y un
canto a su bonhomía. Por todo eso, por mí, por el toreo, por el periodismo y
por los compañeros galardonados con el Va de Bous, gracias. Un orgullo.
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