Con el lote de mayores opciones de una desigual,
descastada e insulsa novillada de Fernando Peña, Jesús Chover puso la
suficiente decisión como para que se abriera para él la puerta grande de la
plaza de Valencia por primera vez en esta Feria de Fallas.
Apoderado y aconsejado por El Soro, el torero que
mejor representó en los ruedos el espíritu festivo de la afición valenciana,
Chover se dio toda la tarde a un faenar entregado, explosivo y bullidor,
siguiendo las pautas que indentificaron a su mentor.
Por eso le pidieron ya la oreja del primero de la
tarde, que, además de ser el de más finas hechuras, resultó a la postre el de
más clase y entrega del deslucido encierro de Fernando Peña.
Desde que lo recibió, como a su segundo, con una
larga a porta gayola, el valenciano siempre se hizo presente con el capote,
variado y vistoso tanto en los lances de recibo como en todos los quites a los
que tuvo derecho, incluso sacando él mismo a los novillos de debajo del peto
del caballo de picar. Tampoco con las banderillas quiso negar después la clara
influencia sorista, intentando suertes como la del remolino que inventó Vicente
Ruiz y los pares al quiebro, aunque no siempre la ejecución tuvo el suficiente
ajuste y acierto.
Con la muleta Chover se empleó a fondo ante ambos
ejemplares, muy asentado y firme, solo que con el defecto de encimarse
demasiado en los cites, lo que no ayudó a que fluyeran las embestidas, y con
escasa sutileza a la hora de embarcarlas y deslizarlas. Tras una estocada
trasera, el presidente le denegó esa oreja pedida por mayoría de su primero,
pero le compensó al darle, muy generosamente, las dos del cuarto, que se movió
sin gran clase y al que el valenciano hizo una faena de menor nivel que al
anterior y rematada con un pinchazo previo a otra estocada muy trasera.
Los lotes de sus compañeros de cartel, los
madrileños Alejandro Gardel y Ángel Téllez, apenas tuvieron opciones de
lucimiento. Los del primero porque se desfondaron afligidos a las primeras de
cambio; y los del segundo por su falta de fuerzas o por rajados, que es lo que
pasó con el feo y destartalado sexto.
Y así, mientras que Gardel no perdió demasiado el
tiempo con los suyos, Téllez se empeñó en sacarles partido a base de temple y
sinceridad, pero en dos trasteos excesivamente largos y que, mal rematados con
la espada, hicieron sonar finalmente hasta cuatro avisos en vez de las palmas
que merecieron sus intenciones. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de Fernando Peña, de correcta presentación pero muy dispares de
hechuras, volúmenes y alzadas. En cuanto a juego, al conjunto le faltó raza y/o
empuje, dentro de un comportamiento insulso pero manejable en general, y en
especial el lote de Chover.
Jesús
Chover, de azul marino y oro:
estocada muy trasera (vuelta al ruedo tras petición de oreja); pinchazo y
estocada baja trasera (dos orejas). Salió a hombros por la puerta principal.
Alejandro
Gardel, de palo de rosa y oro:
estocada tendida delantera y cuatro descabellos (silencio); pinchazo y estocada
atravesada (silencio).
Ángel
Téllez, de verde botella y oro:
cuatro pinchazos y estocada atravesada (silencio tras dos avisos); pinchazo
hondo, pinchazo, media estocada tendida y siete descabellos (silencio tras dos
avisos).
Entre las cuadrillas, Juan Navazo y Niño de Santa
Rita saludaron tras banderillear al sexto. Segundo festejo de la feria de
Fallas, con algo menos de un cuarto de entrada en los tendidos (unas 2.000
personas), en tarde agradable.
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