Una solitaria oreja, la que cortó Marcos al sexto
de la tarde, se concedió hoy en el tercer festejo de la feria de Fallas, en el
que tanto los utreros del Freixo, propiedad del Juli, como los novilleros se
sumaron para ofrecer un espectáculo desangelado y de escaso interés.
PACO AGUADO
El cuentagotas que, aún generosamente, va dejando
caer las orejas en este inicio de la Feria de Fallas dejó caer una sola para el
madrileño Marcos, como premio de consolación de un festejo anodino y de escaso
interés por el deslucido juego de los novillos de la ganadería del Juli y la
inconsitencia técnica y la escasa apuesta de la terna de noveles. Tanto fue así
que lo más torero y de mayor mérito de la novillada llevó la firma de dos
excelentes subalternos madrileños Sergio Aguilar y Miguel Martín, que dieron
todo un recital de brega con el capote y de majeza con las banderillas. En
especial brilló el segundo par que Aguilar le clavó al sexto de la tarde,
ejecutado sobre la misma punta del pitón izquierdo del animal, dejándoselo
llegar hasta la misma barriga para dejar los palos en todo lo alto: un
monumento a la pureza en el segundo tercio.
Después, sí, llegaría la faena de muleta con la
que su jefe de filas consiguió ese único trofeo de la novillada, cuando el
utrero del Freixo puso la nobleza y el recorrido para que Marcos le ligara
desiguales series de pases con ambas manos, intentando templar las arrancadas
pero poniendo también mucho espacio de por medio en los embroques. Aun así,
después del anodino transcurso del festejo, la que no dejó de ser una faena
discreta y poco maciza se celebró con el entusiasmo de quien quiere justificar
mínimamente el precio de la entrada.
Dentro del tono descastado y afligido, cuando no
claramente manso, de la novillada, hubo algún otro ejemplar, por su manejable
nobleza, que dio para mayor lucimiento torero. Fue el caso del tercero, también
del lote de Marcos, solo que el novillero no llegó a sustentar con el
suficiente pulso, sino que lo castigó con la brusquedad de sus muñecas, los
medidos bríos del animal.
Toñete, el espada de mayor rodaje de la terna,
mostró, sí, esa habilidad y esa suficiencia para salir del paso que dan los
muchos paseíllos acumulados, aunque a su puesta en escena le faltó una mayor
apuesta y le sobró una técnica menos defensiva para aprovechar mejor el escaso
pero intuido partido que ofreció su lote.
Por su parte, el alicantino Jorge Rico intentó,
dentro de su obsesivo concepto de torero "artista", pellizcar con
cierta gracia las embestidas de dos utreros rajados y desentendidos que
necesitaban de una arquitectura lidiadora que sostuviera más sólidamente tanto
empeño por la estética. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis novillos de El Freixo, de muy desigual presencia en cuanto hechuras, volúmenes
y encornadura. En conjunto, dieron un juego muy deslucido por su falta de raza
y/o de fuerzas, con varios rajados y huidos frente a otros de manejable
nobleza, como el lote de Marcos.
Toñete, de corinto y oro: pinchazo, estocada corta
y descabello (palmas); estocada corta y dos descabellos (silencio tras dos
avisos).
Jorge
Rico, de blanco y plata: estocada
delantera contraria y descabello (ovación); estocada trasera (silencio).
Marcos, de verde botella y oro: pinchazo y
estocada baja (silencio); estocada desprendida (oreja).
Entre las cuadrillas, destacó la soberbia
actuación con capote y banderillas de Sergio
Aguilar y Miguel Martín, de la
cuadrilla de Marcos.
Tercer festejo de la Feria de Fallas, con
algo menos de un cuarto del aforo cubierto (unas 2.000 personas), en tarde
agradable y algunas rachas de viento.
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