martes, 13 de marzo de 2018

FERIA DE LA MAGDALENA - CUARTA CORRIDA: La izquierda de Varea entre la vaciedad de Victorino

El torero de Almazora corta la única oreja en el aguado regreso de los toros de la A coronada a su feudo de Castellón.

ZABALA DE LA SERNA
Diario EL MUNDO de Castellón
Foto: EFE

Entre la tromba de agua, el arreglo del ruedo y el homenaje a Victorino por su regreso a Castellón -menos mal que el tributo fue previo-, el inicio de la corrida se demoró. La lluvia gris y la oscuridad de la tarde no impidieron una magnífica entrada.

Cuando en el ecuador amainó la tempestad intermitente, ya había titulares en disputa: los tres avisos que oyó Sebastián Castella frente a la soberbia izquierda de Varea. A Castella se le atragantó un victorino que picaba como una avispa cojonera. Chiquito pero matón. Muy vivo y pronto. Que se puso imposible, perdida la vista pero no la pérfida intención. Un par de series se tragó. Ni una más. Finas las puntas y afilado el aguijón de Hebijón. El galo entró a matar con la fe abandonada; el toro esperaba con la guardia alta. Rajado y en fuga. Cazó el matador, que no lo fue, una estocada muy trasera. Insuficiente. SC, descabello en ristre, encontraba a Hebijón tapado y con la escopeta cargada. El dedo presto en el gatillo del arreón. Las luces para haber vuelto a agarrar la espada se apagaron. Tiempo hubo. Y el tiempo pasó.

Varea no sólo manejó su zurda con primor. También el capote. La mano de fuera alta en la verónica traía cierto sabor antiguo. La media del quite fue superior. Por la cadencia y el desmayo de los brazos. El victorino embestía de forma diametralmente opuesta por uno y otro pitón. Desabrido y por arriba por el derecho y entregado y humillado por el izquierdo. El torero de Almazora dibujó el toreo al natural. Con un embroque y una profundidad bellísimos. Curvilíneo el trazo que moría detrás de la cadera. Un cambio de mano fue un cartel de Ruano. La estocada defectuosa en el segundo viaje le entregó una oreja.

Fandi atravesó el camino de su primera victorinada sin pena ni gloria. Una ronda de naturales al toro de su estreno quedó como nota de mayor calado. La obediencia caminadora, pegajosa y sin terminar ni de irse ni de humillar puso al gentío de parte del animal. El gentío que, obviamente, sólo percibió la bondad.

Luego, ante el inválido cuarto no hubo caso ni causa. Ni la facilidad rehiletera se valoró en la escombrera.

Castella no pudo desquitarse con un quinto larguísimo que se dormía en su vaciedad. Una cosa insulsa que tampoco descolgaba. Ausente el sello de la A coronada. Huérfana de todos los rasgos de la casa.

Cuando el último cartucho de Victorino enseñó también su pólvora mojada, el recuerdo de aquellos gloriosos y encastados cierres de La Magdalena cobró aún más fuerza. Tan lejos de esta vuelta. Varea no perdió la dignidad con el manso.

VICTORINO / El Fandi, Castella y Varea
Toros de Victorino Martín, muy desiguales de presentación; pobres de casta y bravura.
El Fandi, de nazareno y oro. Media estocada tendida (silencio). En el cuarto, pinchazo y media estocada (silencio).
Sebastián Castella, de grana y oro. Cuatro pinchazos, estocada trasera y desprendida y varios descabellos. Tres avisos (pitos). En el quinto, pinchazo y estocada desprendida. Aviso (silencio).
Varea, de verde botella y oro. Pinchazo y estocada casi entera contraria y tendida (oreja). En el sexto, estocada atravesada y descabello (silencio).
Plaza de Castellón. Sábado, 10 de marzo de 2018. Penúltima de feria. Casi lleno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario